Hace casi dos años, los integrantes de Fierro se juntaron en un bar. A medida que llegaban los de la primera época de la revista, las otras mesas se iban enterando, porque el aire se llenaba de relatos tipo “y ahora te voy a contar qué hice después de verte por última vez, allá por 1992”. Hoy eso es parte del pasado. Una charla-homenaje que tuvo lugar el sábado durante el Tercer Encuentro de Comic y Animación dio a la troupe la posibilidad para mostrarse otra vez en patota, con el aporte claro de nuevas incorporaciones. De manera que tras una expedición al café de la esquina, la tribu se acercó al auditorio del Museo Maguncia de La Boca para intentar un balance de lo hecho hasta acá.

Todos coincidieron en que la publicación que dirige Juan Sasturain ha llevado a las calles una propuesta que miles estaban esperando. Tanto en Capital como en el interior se percibe cierta recuperación en la cantidad de lectores y en el interés que despierta el género. “Yo en los ’90 tuve que salir a laburar de cualquier cosa. Es innegable que la situación está mejor que en la década pasada”, contó Tati, el creador de “Mentol”.

Es cierto. Son varios los que juran que hay indicios de un posible regreso feliz para la viñeta local. Como si miraran a su suegra, los más jóvenes se preguntan cuáles serán las similitudes entre la vieja historieta nacional y la actual. Y Lucas Nine –hombre de líneas abundantes y certeras– intenta una comparación: “Por lo menos en lo que respecta a la Fierro, la de los ’80 tendía a ubicar un montón de historias en el futuro. La actual, en cambio, parece elegir el pasado con bastante más frecuencia”. El dibujante y guionista opinó que uno de los rasgos que no se pueden soslayar es el ingreso de nuevos lectores que vienen del diseño y la ilustración. “Antes ese público existía –admite–, pero era muy menor. Hoy son una porción importante y activa de los que siguen la movida.”

Como la de antes, Fierro 2.0 sigue dando espacio a estéticas nuevas, y a veces esa osadía despierta furia entre los conservadores. Sin embargo, la continuidad de lo inesperado es una de las claves del proyecto. “Yo con mi estilo no encontraba dónde insertarme. Justo vi que había un concurso y entré en la primera época. Me salvó. Como ahora, se les daba lugar a los que traían cosas no vistas, onda Max Cachimba”, marcó Tati. A su lado, Nine se apuraba por sumar: “La verdad, es raro que sigamos vendiendo después de un año y medio de estar en la calle, mientras otros emprendimientos con un espíritu más comercial han durado dos números, o ni eso”.

Ya van diecinueve meses en los que la revista que sale con Página/12 se acomoda dignamente entre los traseros y las tetas que dominan el territorio de los exhibidores. El público ha respondido, al punto de que están por cumplirse dos años de aquella primera tapa gangsteril que vio la luz en noviembre de 2006. En consecuencia, se rumorea que viene una fiestonga de aniversario, aunque en tanto los muchachos inflan globos y van a buscar cerveza, sirve enterarse de que hasta ahora se mantuvo una media de entre quince y diecisiete artistas participando por cada edición. Rotaron jovatos y pibes, con fijos como Gustavo Sala. Así estuvieron las grandes firmas de antes, más los nuevos talentos que se concentraron particularmente en el suplemento “Picado Fino”.

Por ahora no se ha instituido formalmente un correo de lectores. Eso sí: si por un momento el jefe de redacción, Lautaro Ortiz, levanta las manos del teclado –humeantes, de tanto responder mails–, lo primero que le sale decir es que “llegan más de veinte correos diarios, aparte de los que quieren mostrar trabajos. Nos elogian o nos putean, analizan las tapas minuciosamente, hacen comparaciones... no se puede creer”. A esa repercusión hay que sumarle los más de ochocientos trabajos recibidos para el concurso Hora Fierro: Oesterheld redibujado, que permitió seleccionar destacadas reversiones de los guiones del más célebre guionista argentino, y dar a conocer nuevos valores. “Eso sí: somos muy pocas mujeres”, reclamó medio en broma y medio en serio María Alcobre, que sigue trabajando la inocencia levemente perturbadora de “La Nena”.

Sin embargo, no se trata de una cuestión de cantidades, ni de proporciones. Juan Sáenz Valiente vuelve una y otra vez a la interacción entre creadores que permite la metodología de trabajo. “El cruce entre un guionista –en este momento él ilustra sobre textos de Pablo De Santis– y un dibujante hace que surja todo un mundo. Es como un matrimonio”, advierte. La verdad es que el intercambio entre pinceles y plumas, así como el vínculo de gente de diferentes edades, ha dejado frutos más que interesantes. Cinco series usaron el proyecto como plataforma y van camino a convertirse en libros que se comercializarán aquí y en Europa. Carlos Trillo, Oscar Grillo, Juan Sáenz Valiente y Carlos Nine –el papá de Lucas– son sólo algunos de los que ya planean futuras expediciones a otro formato. Si la edición de antes publicaba de a capítulos los libros de autores extranjeros, la de hoy parece estar revirtiendo esa tendencia, y los de acá terminan vendiendo afuera.

¿Será posible recuperar la popularidad de otras décadas? El autoproclamado “historietista a vela” Pablo Túnica piensa que es difícil, pero eso no le preocupa. “Simplemente los tiempos han cambiado. Estamos en otro momento. Hoy los comics hablan de los comics, algo que no sucedía hasta hace poco. El público se renovó. Yo creo que hemos ingresado en una etapa de madurez del género, que seguramente tendrá otras reglas.” Al galope en esa incertidumbre, Fierro parece estar atravesando nuevas fronteras, hacia lo desconocido.