Los estatutos de las editoriales universitarias suelen encuadrar la tarea de estos organismos en lo que se conoce como extensión: poner a disposición de la sociedad lo producido en la universidad, influir en la agenda pública, divulgar los avances científicos, etcétera. Algunos mencionan también la producción de libros para los propios estudiantes universitarios. En todos los casos, los lectores ocupan el centro de la escena. Ahora bien, para que los libros encuentren a sus lectores se necesita una estrategia de promoción y un sistema de distribución, precedidos, necesariamente, por la elaboración de un catálogo de interés, integrado por libros de buena factura (conviene recordar que no hay libro de calidad sin editing, corrección de estilo, diseño y corrección de pruebas), un conjunto de requisitos que no todas las editoriales universitarias argentinas están hoy en condiciones de asegurar. A mi entender, la razón de esta imposibilidad reside en una sutil pero crucial diferencia conceptual: muchas editoriales universitarias confunden su misión con la de ofrecer servicios de edición a sus profesores necesitados de publicar (más que de ser leídos), una actividad en la que compiten con multitud de microempresas privadas surgidas al calor del “publica o perece” académico.

Para las que siguen afirmando su condición de editoriales y su compromiso con la extensión, el camino a los lectores requiere de voluntad política, fuerte y sostenida: la que se necesita para reconocer la especificidad de la tarea, asegurar presupuestos razonables, favorecer la profesionalización de los equipos de trabajo, renunciar a seleccionar los títulos en función de la afinidad con sus autores y reconocer a los lectores –y la lectura– como razón de ser de la actividad. Es muy difícil, pero se puede. Hay mucho para aprender de las que se animaron, aprovecharon su posición para brindar una oferta diferencial –hasta con apuestas de alto riesgo– y hoy tienen catálogos sólidos y lectores agradecidos.

* Editora, profesora de la carrera de Edición, Universidad de Buenos Aires.