LANGER EN UNA NUEVA EDICION DE FIERRO, MAÑANA CON P�GINA/12
› Por Lautaro Ortiz
La vigésima primera edición de Fierro –que sale mañana junto a Página/12– abre sus primeras nueve páginas con un invitado especial: el dibujante, historietista y humorista gráfico Sergio Langer, acaso uno de los pocos grandes que quedaban por mostrar sus trabajos en estos casi dos años. Que Langer inaugure este número fue la combinación entre la insistencia y admiración de los editores, y el sueño personal del propio dibujante. De esta manera mañana se verá por primera vez La vida es bella, acaso una de las obras más importantes de la trayectoria de este artista, no sólo por el trabajo estético –un Langer acercándose al realismo de una manera jamás vista– sino porque además es una suerte de homenaje personal a su propia historia: la de su madre, quien sobrevivió a las torturas del nazismo. Si bien La vida es bella fue publicada en el catálogo de dibujantes argentinos y españoles llamado Consecuencias, y editado por el Centro Cultural de España en la Argentina, sólo algunos privilegiados pudieron ver las primeras cuatro páginas.
“Salieron sólo las primeras y siempre pensé que era poco espacio para desarrollar un tema como el nazismo, pero había que entregar y así fue. Luego, en 2007 conocí a Elio Kapzuk, curador del espacio de arte AMIA, quien me convocó para hacer una muestra y, al mostrarle aquel catálogo y algunos bocetos más, el hombre se quedó encantado con La vida es bella. Le conté entonces que, alguna vez, pensaba trabajarlo más y me pidió por favor que lo hiciera para una muestra de artistas argentinos que iba a llevar a Londres. Kapzuk me persiguió (a los judíos nos encanta que nos persigan) durante varios meses, pero nunca llegué a esa muestra de Londres. De todas maneras me siguió persiguiendo para una gran muestra colectiva sobre el Holocausto, a realizarse en Buenos Aires antes de fin de este año”, recuerda Langer. Estas páginas son entonces un adelanto exclusivo para los lectores de Fierro.
–El tema del Holocausto y el nazismo siempre ha sido una obsesión de su trabajo gráfico. ¿Cómo fue encarar casi una suerte de documental personal de esa historia?
–Para mí no es un tema fácil de abordar desde lo emocional y afectivo, ya que me involucra directamente, porque mi mamá fue sobreviviente de un campo de concentración y, al mismo tiempo, me atrapa y necesito dibujar sobre eso. Es un sentimiento ambiguo, pero finalmente me hace muy bien, es como una especie de exorcismo.
–¿Qué cosas alcanzó con este trabajo que no había logrado?
–Siempre que toco el tema del nazismo está presente mi propia historia y la de mi familia.... Considero que con La vida es bella pude comenzar a explorar el tema para dibujarlo y publicarlo, es un ida y vuelta entre la necesidad de seguir mirando y hurgando en mi historia y de hacer algo con eso.
–No sólo hay un criterio estético de cómo abordar el trabajo sino que pueden verse como postales llenas de preguntas....
–El estilo tiene algo de realismo, que no es el que utilizo habitualmente cuando hago humor... y no fue algo premeditado, fue saliendo así. Creo que con la caricatura y el dibujo humorístico puedo lograr una plasticidad y una expresividad que nunca llegaría a lograr con un dibujo netamente realista. Este trabajo es el reflejo de algunas obsesiones y preguntas mías, sobre qué acciones hubieran podido evitarse en una masacre de tal magnitud, en pleno siglo XX, y en uno de los países más “avanzados” de Europa.
–A pesar del pedido del curador, ¿lo hizo pensando en publicarlo alguna vez?
–No, nunca pensé que estas imágenes iban a ser mostradas ni expuestas en un tamaño grande. Solamente utilicé la computadora para colorear y ajustar algunos detalles y, por supuesto, para la ampliación y ploteo de las obras.
–¿Cómo toma la colectividad judía su visión sobre estos hechos, a veces cuestionando ciertos pensamientos muy estructurados?
–Mis trabajos y algunas de mis historietas generan en algunas personas un rechazo visceral muy grande. Cuando toco el tema judío, ya sea el Holocausto o el conflicto con los palestinos, muchos no entienden las ironías, o el lenguaje cruel, y se sienten agredidos o consideran que soy racista. Pero eso sucede porque no conocen los códigos de la historieta, del grotesco, del humor negro, y eso pasa porque no están familiarizados con ese lenguaje, o porque son muy cerrados, conservadores o no tienen sentido del humor.
–Leyendo sus nueve páginas uno no puede evitar recordar el gigantesco trabajo de Art Spiegelman.
–Yo admiro la obra de Spiegelman. Y sobre todo su libro MAUS. La saga de historietas sobre el Holocausto, por la que ganó el premio Pulitzer, es genial y también, en las antípodas, me encanta el laburo negro y furioso del francés Vuillemin, sobre los campos de exterminio nazis. Uno de los momentos mas importantes en mi vida de dibujante fue cuando le dediqué mi primer libro de humor Langer, blanco y negro a Simon Wiesenthal, mi superhéroe favorito. Se lo envié a Viena y él me respondió personalmente. Wiesenthal fue un tipo que sobrevivió, que fue víctima y que luego fue un justiciero. Yo, humildemente con esta historieta, también quise hacer justicia.
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