AGUSTíN GUERRERO RINDE TRIBUTO A HORACIO SALGáN
A los 20 años, el talentoso pianista de la orquesta Cerda Negra homenajeará a su ídolo. “Me siento muy identificado con toda su obra. Además, siento que estoy en condiciones de hacer una interpretación digna”, señala.
› Por Carlos Bevilacqua
En 2005 Agustín Guerrero empezó a deslumbrar como pianista y director de la orquesta típica Cerda Negra, cuyos integrantes tenían una edad promedio de 19 años. Apadrinados en un principio por Julián Peralta (ex director de la Fernández Fierro, actualmente en Astillero), pronto se destacaron por técnica, expresividad y una particular frescura para relacionarse con el público. Desde entonces tocaron en decenas de milongas e instituciones diversas, grabaron el CD Quiebre (integrado en un 80 por ciento por temas propios) y hasta fueron invitados a tocar en Alemania durante el Mundial 2006. Con 20 años, Agustín está a punto de cumplir otro sueño: homenajear a su ídolo Horacio Salgán con un concierto de piano solo dentro del Buenos Aires 10º Festival de Tango. El show, previsto para las 15 de hoy con entrada libre y gratuita, inaugurará la música en vivo de la sede Harrod’s (Florida 877).
–¿Por qué Salgán?
–Porque lo admiro mucho. Me parece que es el músico más grande de la historia del tango. Me siento muy identificado con toda su obra. Aparte, siento que estoy en condiciones de hacer una interpretación digna.
–¿Pero qué hizo Salgán para generar esa admiración?
–Siempre buscó profundizar en un montón de cuestiones técnicas de la música, como la armonía, el contrapunto y los timbres, por ejemplo. Además, desarrolló mucho la escritura del tango, Salgán escribe todo lo que toca. Llevó el género a su máxima expresión sin desvirtuarlo. Su riqueza musical es impresionante. Por algo es admirado no sólo por los músicos de tango sino por grandes músicos de otros géneros, como Daniel Barenboim por ejemplo. Además es increíble cómo toca inclusive hoy, a los 92 años. Después de siete décadas de conciertos, decidió no tocar más en público porque le cansa tener que salir y demás, pero en su casa sigue tocando bárbaro.
–El siempre hace mucho hincapié en la necesidad de estudiar.
–Sí, claro. Es que la dedicación es fundamental. Y estudiar para un músico es algo muy amplio, puede ser resolver una orquestación, componer o sentarse a escuchar atentamente una música para entender qué está pasando. Y él es un ejemplo de eso, porque sigue estudiando. Por lo que cuenta, dedicó seis horas de todos los días de su vida al estudio.
–¿Lo conoció personalmente?
–Sí, estuve dos veces en su casa. En una de esas oportunidades pude tocar ante él y me dijo que le había gustado. Ese día me regaló varias partituras de obras suyas que no se consiguen en los negocios de música.
–¿Va a usar alguna de esas partituras en el concierto?
–No, voy a tocar obras conocidas, como “Grillito”, “A Don Agustín Bardi”, “A fuego lento” y “La llamo silbando”. Después voy a hacer temas míos y voy a improvisar sobre otros tangos, pero en todos los casos con recursos y “yeites” típicos de Horacio. En un par de temas me van a acompañar Federico Santisteban en bandoneón y Alejo de los Reyes en guitarra, a quienes convoqué en parte porque comparten mi gusto por el estilo Salgán.
–También va a presentar un tango nuevo con la Orquesta del Tango de Buenos Aires.
–Sí, el martes próximo y como parte de un programa de 12 obras nuevas de diferentes compositores jóvenes. Yo voy a presentar el tango “Suite Salgán para Orquesta Típica”, compuesta además por una milonga y un vals. No lo escribí especialmente para la ocasión pero todavía no lo había tocado y me pareció una excelente oportunidad para estrenarlo. Además, con Cerda Negra vamos a tocar el miércoles junto a la Orquesta Juvenil de Villa Lugano en una función en la que ellos van a probar arreglos de Antonio Agri. Estuve con ellos en un ensayo y me quedé muy bien impresionado. Es muy positivo que chicos tan humildes puedan integrar una orquesta sinfónica, por las relaciones sociales y por la música. Tocar música te ayuda a crecer espiritualmente.
–Cerda Negra va a entrar pronto en una “impasse”, como dicen ustedes, y hace poco se separó otra orquesta joven, Fervor de Buenos Aires. ¿Qué pasa que cuesta seguir a poco de andar?
–Partamos de la base de que siempre fue difícil mantener una formación de alrededor de 10 músicos. Por otro lado, en esta sociedad tan individualista es difícil armar un grupo en el que todos luchen por lo mismo. Al menos en nuestro caso y tal vez por ser muy jóvenes, no todos tomamos conciencia del lugar en que estamos parados y faltó cierto profesionalismo. Pero hay que tener en cuenta que al no tener un nombre a veces tenés que viajar un montón con los instrumentos a cuestas para cobrar muy poco o nada. Todos somos muy idealistas, pero también queremos vivir de la música para poder dedicarnos a esto. Igual, el balance de esta etapa de Cerda Negra es excelente. A fuerza de voluntad logramos tocar en los lugares más importantes del país, viajamos a Europa y grabamos un CD que debe ser el más innovador del tango en los últimos 10 años. Sé que puede sonar soberbio, pero es lo que pienso al evaluarlo de la manera más objetiva posible.
–¿Cómo llegó al tango en una época no tan tanguera como otras?
–Fue raro, porque desde chiquito lo sentí como algo propio. A mi viejo siempre le gustó escuchar música, sobre todo tango y folklore. Después el tango me terminó gustando más que nada. Además, es un género tan rico y tan vasto que uno va descubriendo cosas todo el tiempo. Particularmente con músicos como Salgán.
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