Martes, 26 de agosto de 2008 | Hoy
EL “INVENTOR” MARCOS SHAYO Y UNA ORIGINAL PERFORMANCE
Este “desarrollador de productos” se presentará en la Ciudad Cultural Konex en una intervención de poco más de seis minutos, compartiendo cartel con Marta Minujín. “Uno tiene que venir a contar algo muy fuerte y muy interesante”, anticipa.
Por Andrés Valenzuela
“Un marco imponente para que las ideas florezcan.” Marcos Shayo no está hablando del célebre MIT (Massachusetts Institute of Technology), no se refiere a un congreso de Mensa, ni opina sobre el mejor congreso académico. Shayo define así a Pecha Kucha Night (PKN), un encuentro en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) en el cual once creativos de distintas disciplinas exponen una idea o un proyecto a partir de 20 imágenes de 20 segundos cada una. Esta edición, la décima, tendrá lugar hoy a las 20.30 y cuenta entre sus protagonistas a Marta Minujín (ver recuadro), MySpace, Help Argentina y, claro, al entrevistado, de profesión inventor o de- sarrollador de productos.
A mucha gente la consigna puede parecerle restrictiva, para Shayo es estimulante. Según explica, la idea de tener que adaptarse al formato para que la exposición se ajuste a la propia idea lleva a “extractarse a uno mismo”. Así, en seis minutos con 40 segundos debería verse una versión condensada del inventor y su última creación. “Uno tiene que venir a contar algo muy fuerte, muy rápido y muy interesante”, apunta. “Todos esperan ver algo intenso porque esa intensidad ya la vieron en otros antes y uno tiene que estar a la altura de las circunstancias.” Un aspecto interesante de PKN es que el público puede conocer de primera mano, por el relato de los protagonistas, la cocina de las ideas y los proyectos. En su anterior edición, por ejemplo, Daniel Burman contó el proceso creativo que sigue hasta llegar a filmar. Los creadores de la revista de diseño Göoo explicaron los motivos detrás del tamaño inusual de su publicación, y los ejemplos siguen.
“PKN crea una energía muy particular, el formato implica algo efímero y en esa cosa efímera hay un dejo de arte”, reflexiona Shayo. Quizás en ello, además de lo conceptual de las presentaciones, radique la razón por la que el evento suele abrir con una performance a cargo de algún grupo de vanguardia. Si bien el intercambio de ideas no se da estrictamente entre los expositores y el público (no hay tiempo para preguntas), en el intervalo los comentarios vuelan y los grupos de asistentes se entrecruzan. Shayo trabaja sobre el mundo cotidiano, buscando mejorar lo ya existente: una jabonera que no chorree, un extensor flexible para las cámaras digitales, cómo aprovechar mejor los imanes de la heladera. Por eso, la chispa que encienda su actividad puede surgir en cualquier lugar y situación, y con cualquier interlocutor.
–¿Qué papel juega el intercambio de ideas en su labor como inventor?
–Es fundamental. Digamos: hay un momento en que uno descubre que algo está mal. Ahí investigás en las oficinas de patentes a ver si ya hay algo inventado. Eso sí es solitario. Y después empezás a ver cómo lo resolvés y ahí la interacción tiene que ser muy fuerte, te tenés que juntar con gente muy estimulante para el surgimiento de las ideas. Lo que hacés es patear esa idea.
–¿Y qué pasa ahí?
–Las ideas empiezan a crecer. Obviamente mucho de lo que se dice pasa más por el delirio que por lo concreto, pero vos tenés que ir hacia allá para bajar a la realidad. No está bien una idea que no ha tomado vuelo. Las ideas tienen que volar para después aterrizar bien, si no la subiste, la bajaste y no le diste ninguna posibilidad de crecer. Esto es clave.
Entre las ideas de Shayo se incluyen un nuevo diseño de jabonera, más limpio y eficiente que el tradicional. Tan útil resultó que lo patentó en Estados Unidos y lo exporta hacia allí y hacia Europa. Otra de sus innovaciones (o mejoras de lo cotidiano, como él prefiere) es un juego de imanes para sostener los repasadores de la heladera. ¿Qué va a presentar esta noche? Prefiere mantenerlo en secreto hasta entonces, aunque adelanta que la idea le surgió cuando en su baño lo enceguecía la luz del sol al cepillarse los dientes. “En cierto modo, si desmenuzo mi carrera, soy un ordenador de las cosas: dónde debe ir el jabón, dónde poner la cámara para sacarse una foto, o colgar el repasador, o...”, calla y sonríe. Shayo confiesa que en ocasiones sus inventos le causan vergüenza ajena, “muchachos, 2000 años de jabón... ¿cómo no se nos ocurrió antes?”. Quizá para eso sirva PKN, para que las ideas florezcan y se multipliquen.
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