MARCOS PASTOR, MIGUEL COLOMBO Y RASTROJERO, UTOPíAS DE LA ARGENTINA POTENCIA
A través de la crónica de uno de los vehículos más populares del país durante el primer peronismo, los cineastas exploran un imaginario apoyado en ideas como las de desarrollo industrial, estabilidad laboral y bienestar general.
› Por Ana Bianco
El documental Rastrojero, utopías de la Argentina potencia cuenta la historia de uno de los vehículos más populares de la Argentina en el período conocido como primer peronismo (1946-1952). El país apuntaba al desarrollo industrial. Reinaban tiempos de estabilidad laboral y se propiciaba el bienestar general, que una foto del artista plástico Oscar Bony, La familia obrera, bien sintetiza: un matricero, su esposa y su hijo sobre una tarima de madera. El director y guionista Marcos Pastor, quien había vivido en Córdoba cerca de la fábrica IME (Industrias Mecánicas del Estado), responsable de la fabricación de Rastrojeros, desconocía por completo la historia, hasta que fue entusiasmado por el relato del codirector, Miguel Colombo. Los realizadores, egresados de la Enerc, dan muestras de destreza técnica y sensibilidad para compartir la historia, a través de un narrador, Eduardo Raffo, ex trabajador de IME, que viaja al encuentro de sus viejos compañeros y hacedores de esa gesta productiva. Ellos evocan un pasado de gloria y la subsiguiente derrota con el cierre de la fábrica y el proceso de desindustrialización que sufrió la Argentina en los últimos cincuenta años. La música de Miguel Magud es un aporte que se entrecruza con material de archivo histórico, que despertará en el público cierta melancolía. Rastrojero... obtuvo la mención de Honor Feisal del 8º Bafici, entre otros premios, y se proyecta todos los sábados de septiembre a las 17 y los domingos a las 18.30 en el Malba (Figueroa Alcorta 3415) y a partir del 18 de septiembre en el Complejo Tita Merello
–¿Por qué eligieron filmar la historia del Rastrojero?
Marcos Pastor: –El Rastrojero es el símbolo del desarrollo económico. La película funciona como una muñeca rusa pero al revés. Parte de la más chiquita, el rastrojero, las siguientes representan a la industria automotriz, a la industria en general de la Argentina y a la economía y la política de la mitad del siglo pasado hasta el presente. El proyecto planteado así era bastante ambicioso.
Miguel Colombo: –Empezamos en los primeros meses de 2001, el país estaba convulsionado, y nosotros éramos estudiantes de cine inexpertos y nos faltaba leer e investigar más. Yo soy salteño, pero me crié en Entre Ríos, estudié karate y el padre de mi instructor es Eduardo Raffo, el narrador de la película. En la primera entrevista tuvimos la sensación de estar frente a un héroe, partícipe de una historia fascinante.
–¿Cómo dieron con el material de archivo?
M. C.: –En la primera entrevista con Raffo nos vinimos con archivo. Nani San Martín, hijo de Francisco, nos facilitó registros fílmicos en blanco y negro, uno con el letrero: Nace una industria, que muestra la creación de la fábrica de aviones y el desarrollo de la fábrica de automóviles. En el estudio, al ver esos materiales nos emocionamos y sorprendimos, porque esos hechos habían ocurrido hacía 50 años. El material de la feria del ’68, con motivo de la producción del vehículo número 50.000, es de un trabajador que había filmado en súper 8 y en colores y que tiene una edición muy loca que respetamos. El canal 10 de Córdoba colaboró y la Universidad de Córdoba aportó el material del Cordobazo. También nos ayudó David “Coco” Blaustein, director del Museo del Cine en ese momento. Las imágenes de Perón son del Archivo General de la Nación. Un hecho curioso: las fichas del Archivo General de la Nación dicen General Perón y después están tachadas y escritas dictador y luego nuevamente tachadas y escritas General y no las han cambiado, felizmente.
M. P.: –El Rastrojero nos abría las puertas. Era un símbolo del trabajo y de la industria nacional que nos enorgullecía a todos y despertaba melancolía por aquel pasado irrepetible.
–Algunos de los entrevistados habían tenido participación política como muestra la película.
M. C.: –Francisco San Martín, un joven adolescente en esos años, cuando nos mostró su casa nos dijo: “Acá durmieron Perón y Evita”. Su padre, el brigadier Juan Ignacio San Martín, en 1952 había sido el impulsor de la fábrica, en su rol de ministro de Aeronáutica de Perón desde 1951, también se había desempeñado en 1949 como gobernador de Córdoba. Padre e hijo estuvieron en Puerta de Hierro, residencia de Perón en España.
M. P.: –El golpe del ’55 derrumbó el desarrollo democrático de la Argentina, en un intento por evitar un baño de sangre mayor, que se terminó dando veinte años después.
–¿Por qué no hubo resistencia al cierre de la fábrica en el año 1980?
M. P.: –No hubo resistencia porque estaban en plena dictadura militar, y todos los entrevistados remarcan. “El miedo se nos había hecho carne”, dice textualmente Manuel Echegaray, también lo manifiesta el gerente de la fábrica, Félix Santiago Sanguinetti. Por otro lado, se trataba de una fábrica del Estado que se encontraba dentro de un predio militar. Recordemos que compartía el espacio con la fábrica militar de aviones; de hecho, justo en el momento del cierre, se habían adquirido unos nuevos terrenos que iban a posibilitar cierta independencia en ese sentido, pero nunca se llegó a concretar. Además, no hay que olvidar que esta generación de trabajadores vivieron desde siempre dentro del marco de un “Estado de bienestar”, estaban acostumbrados a un Estado que velara por ellos, no que los dejara en la calle y se desentendiera de su suerte, como empezó a ser la regla desde ese momento. Era el primer paso concreto de la instalación del neoliberalismo, que continuó durante los años ’90 con la “privatización” de lo que quedaba de aquel proyecto de industrialización.
–¿Qué nuevos proyectos tienen?
M. P.: –Un documental con Manuel Echegaray, uno de los entrevistados del rastojero. Con el cierre de la fábrica, a los obreros sin formación universitaria no les resultó fácil, como a Manuel, que fue boyando de un laburo a otro para sobrevivir. En los ’90, en Santiago del Estero trabajó como mecánico de topadoras, que arrasaban con montes naturales para plantar soja. Filmé el lugar, totalmente inhóspito, con 45 grados de calor desde noviembre hasta abril, sin agua, sin luz y sin teléfono. Siete Salamancas es el título, por la cueva de Salamanca en el monte, donde los parientes pueden ir a hacer un pacto con el diablo a cambio de un don, muchos músicos se dicen salamanqueros. Estoy editando un documental sobre Cleansed, una obra de teatro de Sarah Kane, que está en cartel los domingos en La Tertulia. Hice la asistencia general de la obra y filmé el proceso creativo desde un lugar de observación.
M. C.: –Tras las huellas de Ludwing, un documental sobre la vida de mi abuelo materno, Ludovico, quien emigró a la Argentina en el ’47 y terminó comprando una estancia en Catamarca, en el Nevado de Aconquija. Había pertenecido al ejército en Italia y durante la Segunda Guerra Mundial se hizo partisano, de grande contaba que había sido nazi y espía. Hace poco descubrí una información que me da escalofríos: Menéndez lo iba a visitar y lo llevaba a jugar al casino de oficiales. De ahí, me empezaron a cerrar una serie de datos extraños sobre él, al que no conocí. Tengo sesenta horas de investigación filmadas, escribí una primera versión de guión y obtuve una beca de la Fundación Carolina para el curso de desarrollo de guiones de la Casa de América de Madrid, que comenzará el 4 de octubre. En teoría volveré con un guión filmable.
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