FADEIROS, CINCO ARGENTINOS CON EL ALMA EN LISBOA
› Por Cristian Vitale
Si hubiera que ponerle música a un día triste en la vida de Lisboa, compulsivamente sería un fado. Es –por comparar– a Portugal lo que el huayno a la quebrada, y su génesis se remonta a la época en que árabes y andaluces, forzados por la antigua inercia colonizadora y errante, fundieron culturas en ese rincón de Europa. En boca del poeta Fernando Pessoa, es “el cansancio del alma fuerte”; otros, más musicales que líricos, lo definen como el “blues portugués”, y una tercera vía (Amália Rodrígues, por caso) como otra típica expresión de la pesadumbre humana hecha canción. Lo que impera aquí, de todas formas, no es trazar un perfil sobre origen, desarrollo y actualidad del género sino escapar por un bemol exótico: cinco músicos argentinos con poco rastro lusitano en la sangre armaron... ¡un grupo de fado! Y le pusieron, para asegurar la intención, Fadeiros. “A nadie le importó demasiado por qué elegíamos el fado, lo sentimos y así fue... una elección del corazón”, sostiene Ana Kusmuk, cantante y fundadora. El recital del grupo en el Mediterráneo –el último a la fecha– transcurre en medio de un silencio sepulcral. Las más de las veces, el clima redunda en sosiego y nostalgia: melodías simples pero bellas intercalan con la dulce voz de Ana, un delicado set de percusión y la mirada aprobatoria de cierto portugués a priori intrigado. “Se acercó uno, me mostró el documento de cuna y dijo: ‘Aprobado’”, se ríe Mariano Gora, el percusionista.
–Todo un gesto. Había que pasar la prueba...
Mariano Gora: –Y sí... cuando empezamos, recibimos un par de intimaciones amistosas por parte de la colectividad acerca del cuidado que había que tener con el género. Zafamos.
La agrupación, que completan Pepa Vivanco (flautas y voces), Carlos Palacios (guitarra y mandolina) y Patricia Alvarez (guitarra y voz), ya tiene un disco en su haber y se presenta los domingos de octubre en Notorious (Callao 966). “En estos tiempos así, tan globalizados, a mí me encanta cantar una chacarera o un tango, pero son géneros que, por su inercia comercial, suelen perder su sentido de la pertenencia. En cambio, un género ajeno a esta situación, como es el fado, permite que te metas en algo puro, antes de que llegue al terreno de lo bizarro”, sostiene Vivanco, cantante y docente formada entre Alemania y la Argentina. El origen de Fadeiros se remonta a 2002, cuando Ana y Patricia se encontraron para versionar, a dúo, piezas de samba, bossa nova y fado. Luego se incorporaron Gora y Palacios, y finalmente –en 2006– se agregó Vivanco. Repasa Ana: “El género me cautivó al punto de que ni siquiera me interesaba saber su nombre. Se me metió en el cuerpo y sentí su emoción. Después, con Patricia empezamos a cautivar a los demás y los invitados se fueron quedando en casa. Fue como el efecto dominó. Luego hubo que investigar fonética, sonidos y comprometerse con el aprendizaje”.
–Llama la atención el foco que ponen en la percusión... el fado, al menos en su versión tradicional, no incorpora este tipo de instrumentación: es sólo viola, guitarra portuguesa y voz.
Carlos Palacios: –Fue un riesgo. Y, además, un trabajo enorme para llegar a lograr el ritmo que se escucha en el disco, porque le agregamos una percusión que no tenía y que representa, digamos, nuestro toque.
M. G.: –(Entre risas.) Al principio nos sonaba medio a cuartetazo... medio a la Mona Jiménez.
–¿Concuerdan con aquellos que sostienen que el fado es “el blues de Lisboa”?
Patricia Alvarez: –Yo lo asociaría más bien con el tango, porque tiene el mismo origen que mezcla el puerto, los suburbios, la melancolía y las tabernas.
C. P.: –Además de las palabras comunes e incorporadas que tenemos: pocos saben que bondi y tamango, por ejemplo, tienen origen portugués. Digo, ancestros de Europa tenemos todos y creo que, por ese lado, no debería resultar tan extraño que estemos tocando esto.
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