Dom 12.10.2008
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LA UTOPíA SENTIMENTAL DE LA REVISTA DE SUSANA

Un manual de instrucciones para ser feliz en el mundo

Más de 80 mil ejemplares vendidos, segundo puesto detrás de Pronto entre las que más circulan: cómo es el fenómeno editorial que regresa a una mujer prefeminista y prima hermana de la heroína del folletín tradicional.

› Por Julián Gorodischer

“Te cuento que me separé y después de varias sesiones de terapia he logrado tranquilizarme. Sin embargo ahora, después de un año y medio, empiezo a sentir la soledad. Sobre todo porque me enamoré de un amigo. El ya lo sabe, pero no soy correspondida. Como amiga y mujer fuerte que sos decime: ¿qué hago? Yo te admiro por conseguir siempre lo que querés.” (Maricel)

Vuelve la quejosa habitante del correo sentimental, eco de la novela rosa de los años ’20, que Beatriz Sarlo puso bajo la lupa en El imperio de los sentimientos: “Noviazgo, flirt, cortejo..., esquivar el mal que los habita para alcanzar la felicidad representada en el depósito final del matrimonio...” escribe allí. Susana contiene a la sufriente: “Ver y estar todos los días con él (verdugo) no parece una buena idea”. Este flamante boom editorial llamado Susana, directamente inspirado en su par Oprah, es –como aquélla– un permiso para ampliar las áreas de incumbencia de la diva, que se ocupa de la efeméride, el correo sentimental, la producción de moda, el editorial político y la sección Decoración (sale con su firma): su omnipresencia en estas páginas es comparable a la adoración religiosa.

Las distintas secciones recuperan un ligero aire anacrónico que no se confunde con melancolía. El tono es festivo y trae una cosmovisión del pasado. La doble página en un rosa símil satinado, del correo de lectoras, garantiza final componedor: Susana habla desde la experiencia; acredita vivencias intensas, múltiples, variadas; no deja esfera de lo social que esté fuera de su lupa. En agosto, pleno lockout patronal del campo: “Amo a mi país y me duele mucho verlo así. La política no es lo mío y confieso que muchas veces me cuesta comprenderla... Este es mi pueblo tranquilo, trabajador y obediente, nadie quiere vivir así. Ansiamos. Queremos. Exigimos paz”.

Novela sentimental

Se propone el rescate de una mujer (una lectora/ una Susana periodista) que parece inspirada en la novela sentimental de 1920 (tal como la retrató Beatriz Sarlo en El imperio...). Lo que llega con la revista (que por temporadas es la más vendida y en otras se ubica detrás de Pronto) es una dulcificación de la famosa (mujer habilitada para escribir en Susana y tener un buen cartel, en la asociación más explícita entre un medio gráfico y la tevé que se recuerde luego de los house organs de algunas tiras juveniles). Incluso se vuelve cándida la que en la tele se destaca por el sarcasmo; aquí el control de ironía suprime cualquier doble sentido, devuelve a la famosa al territorio del cual nunca debió haber salido, la emoción.

“Ay, mamá, podría pasarme días y noches enteras recordando tus frases... El tiempo me fue alejando de la niña rebelde que fui, para acercarme a la mujer que soy, y me doy cuenta de que nada ha cambiado, que sigo extrañándola...”, tributa Maju Lozano en las antípodas de su personaje de incorrecta del Resumen de los Medios. “Te cuento –escribe Daniela D’Elio– que tuve una hija de muy pequeña con una persona de la cual no estaba enamorada”. Susana contesta: “... es bueno contar experiencias como la tuya porque ayuda a las que están atravesando ‘el mal momento’”.

La heroína construida por Susana está destinada, como en la novela sentimental, al progreso social. “Belleza y pobreza: cualidades que se oponen –escribe Sarlo–. Su belleza pobre es insuficiente y, al mismo tiempo, fuente productora de la peripecia narrativa.” Así también en Susana, donde la autoridad que trasunta el presente de dicha, fortuna y pareja exige la existencia de una sección en el recuerdo, el “Su Cuento”, en el que la heroína se legitima a través de peldaños bajos: “Eran otras épocas –escribe la diva–, la de los logros, esas que recuerdo con mayor cariño... Salí de la agencia y fui directo a conseguir el diario para ver qué auto podía comprar. Me alcanzaba para un Fiat 600 usado. Lo amé con todas las fuerzas de mi corazón...”.

Si la inserción en una vida sexual se reserva a las páginas de Cosmopolitan, Susana, que duplica y triplica en ventas a las revistas liberadas, recupera el ideal tradicional que ya despuntaba como un valor único en las novelas del ’20. Ya lo dijo Sarlo: “El noviazgo es una institución fundamental en este mundo narrativo. Todo lo que hay de verdaderamente interesante entre un hombre y una mujer pasa por la definición del estatuto de su vínculo: noviazgo, mancebía, matrimonio...”.

Ganar terreno

La revista legitima una nueva autoridad. Susana trasciende a la farándula. Entonces, estará habilitada para irrumpir como faro en la esfera pública desde la opinión política, con un dejo populista del orden de Me duele ver así a mi patria, aunque por momentos sobrevuele la escena como corresponde a una ciudadana del mundo, como se comprueba en las producciones llamadas Su deco, que ella misma firma desde las mansiones de Europa, o en el propio editorial de octubre, en el que recupera la dimensión que le corresponde: es planetaria. “Me vino a la mente una de las personas que más he admirado en esta vida y a quien lamentablemente no llegué a conocer: Sor Teresa de Calcuta. ¡Cómo me gusta pensar que pudo existir alguien así!”.

Toma de los géneros de la autoayuda la abundancia de recomendaciones para mejorar el espíritu y el aspecto. Y, de la novela sentimental, el final feliz que espera a la heroína al implementarse El Método. Las directivas son más concretas que en un horóscopo, pero no toman la forma de una predicción, ni la de un in/out ni un consejo en línea con la conexión horizontal que nació con Cosmopolitan. No hay lazo congeneracional entre señoras, ni trato protector de una madrina: como siempre, como en la tevé en la que anida, la que manda es la fama (para una pedagogía imitativa) cuando Marcela Kloosterboer revela secretos de juventud y dice que “mis tips para sentirme bien son ser vegetariana, darme los gustos, protegerme del sol y cuidarme la piel”.

Las Su Colaboradoras son presentadas en una sección que expone sus breves CV y fotitos. Otra vez se reivindica el ser mujer caracterizado por el sentir/ amar/ desear/ querer/ reírse mucho que empezó a resquebrajarse como mandato en otras publicaciones femeninas cuando empezaron a infiltrarse la actualidad y una relación horizontal manifiesta en el voseo, la camaradería y la jerga juvenilista. En Susana vuelve la asimetría que toda autoridad fuerte necesita para mandar: hay una ídola y hay muchos fans. En la sección Susy Fans la foto de una familia tipo siempre ilustra una historia de devoción y sumisión del público a la directora de la publicación. “Se autoproclaman los family fans de Susana”, se dice sobre los Sánchez de Mar del Plata.

Su su su

La Su Colaboradora Estrella es, a su vez, una heroína romántica de envergadura menor a la de la diva. La ciudad reseñada por la modelo Urzi, en el número de octubre, es un telón de fondo para que se despliegue un mundo interior: “Mi primer viaje a New York fue súper emotivo y movilizador... Fue una marca importante en mi vida personal y en mi carrera”. Luego “los infaltables” que propone como visitas no hacen alarde de originalidad: “La Estatua de la Libertad, Wall Street, la 5ta Avenida”, puntúa bajo un signo de exclamación.

El Su Testimonio deberá alternar entre una próspera representante de la utopía realizada, eso que sucede a unas pocas pero que renueva la esperanza, y una descarriada. Podría ser la recreación actual de ese eje antagónico que en el texto de Sarlo adquiría las formas de la bien casada y la infeliz. Si un mes “Evangelina Salazar, madre de familia que dejó todo cuando encontró el amor” es la producción elegida para posar a lo grande, en versión local del clan monárquico, “Jimena Cyrulnik y Lara Bernasconi sin tapujos para contar el lado oscuro de la balanza” compensan con emociones oscuras.

“Como los lectores cultos –escribió Sarlo– los populares también buscan en la literatura ese lugar de la ensoñación, de la evasión o la aventura.” El rescate de una diva de teléfono blanco en la sección Su Biografía es alternado con las “gracias por las risas” dedicadas a Niní Marshall. El análisis del diseño, a cargo de Julieta Ulanovsky, concluye que “la vista panorámica de la revista es muy original. Lo demás es muy coherente y parejo, con lo bueno y lo malo de esto. Como la imagen de Susana es una constante de la tapa, sería conveniente trabajar en ideas y estilos más raros, variados y extremos”. Como la mujer unidimensional del folletín, se justifica esa única figura de tapa (siempre Susana) con distinto ropaje, como una muñeca antigua, con fondo blanco o rosa, monocromada, vestida para salir o en pijama. Un día perdió la edad y se convirtió en el ideal de felicidad. Como tal, es atemporal, acrítica y su utopía es la de la novela sentimental; quizá tomó de aquel mundo también la clave de su éxito: ser feliz en el mundo tal como está.

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