ENTREVISTA A ANDRéS HABEGGER, DIRECTOR DE IMAGEN FINAL, SOBRE LEONARDO HENRICHSEN
El realizador cuenta cómo fue el proceso de construcción de su película, que relata la historia del camarógrafo que registró su propia muerte durante una asonada previa al golpe en Chile. El film se verá hoy en el Festival de Mar del Plata.
› Por Ana Bianco
Una imagen que se convirtió en el símbolo del registro de la muerte: tal es el caso del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, quien filmó en Chile su propia muerte durante el “tanquetazo” del 29 de julio de 1973, el intento fallido de golpe contra el gobierno de Salvador Allende. Sus imágenes circularon por el mundo: con Imagen final, Andrés Habegger reconstruye la historia, va del pasado al presente, en un recorrido en el que el periodista chileno Ernesto Carmona oficia de guía. Y actúa como un sabueso investigador, que a treinta y tres años logró identificar al autor del disparo contra Henrichsen e investiga la causa judicial. El camarógrafo es evocado a través de relatos de amigos, familiares, colegas de Sucesos Argentinos y entre otros, Jan Sandquist, corresponsal de la TV sueca, uno de los testimonios más potentes. Imagen final cuenta con material de archivos fílmicos inéditos de Latinoamérica registrados por Henrichsen, como las imágenes en color con la llegada de Perón a la Argentina el 20 de junio del ’73. Habegger exhibió (H) Historias Cotidianas, sobre hijos de desaparecidos, en el 16º Festival de Cine de Mar del Plata y con Imagen... participa por primera vez en la Competencia Argentina.
–La hija de Henrichsen dice que el asesinato no está contemplado por la Justicia, porque ocurrió antes del golpe de Estado en Chile.
–En la cuestión jurídica, la familia se presenta como querellante en 2005 y recibe como respuesta que el caso está prescripto, porque Leonardo fue asesinado durante el “tanquetazo”, una intentona contra Allende que contó con la participación de Pinochet desde las sombras. El golpe de Estado fue el 11 de septiembre y los abogados de la familia están pugnando para incluirlo como delito de lesa humanidad, para que no prescriba. Henrichsen simboliza el uso de la violencia y la represión para coartar la libertad de expresión. En un sentido más amplio, abarca la persecución política de los ’70 en América latina. El caso es la evidencia más clara de un asesinato. Sin embargo, en 2005 llegó a la Justicia y ese mismo año se identificó a la persona que estaba a cargo del camión militar. Las dictaduras no querían dejar evidencia de su persecución...
–Una línea narrativa la lleva Ernesto Carmona. ¿Cómo dio con él?
–Cuando empecé en 2003 a investigar apareció el nombre de Carmona, compilador de un libro sobre periodistas asesinados durante la dictadura de Pinochet, que se había interesado en Leonardo. En la Argentina yo había leído un libro del venezolano Modesto Emilio Guerrero sobre Henrichsen, y en Chile era Carmona quien más había investigado. Cuando me contacté con él no estaba develado el nombre del asesino, Héctor Hernán Bustamante. Carmona, con una energía incansable, reactivó el caso, que estaba dormido. Retomó el tema, investigó y yo le propuse que fuera una especie de Sherlock Holmes: en la reconstrucción de los hechos habló con ex conscriptos, cómplices menores, aunque no fueron militares en ejercicio, tenían 18 años y el cabo Bustamante era el único militar de jerarquía. Eran jóvenes que se vieron obligados a cumplir órdenes y terminaron siendo cómplices, no sólo en ese momento, sino hoy, como uno que sigue afirmando que nadie tiró. Nos ayuda a entender cómo ese manto de olvido necesita de sectores de poder pero también de pequeñas complicidades, que colaboran para que no se esclarezcan los hechos.
–Hay un recordatorio floral con el nombre de Leonardo en la calle. ¿Fue producido para el cierre de la película?
–No, es en un aniversario del asesinato en Chile. El Colegio de Periodistas había organizado una charla, y después marcharon con el recordatorio hasta el lugar donde fue asesinado, en la esquina donde está el Banco Nacional de Chile. Además, entregaron un petitorio en el banco solicitando la colocación de una placa. Es una imagen potente, queda sólo el recordatorio y la gente pasa y algunos lo miran...
–Su padre era militante político y periodista y está desaparecido. Henrichsen era camarógrafo y fue asesinado. ¿Qué lo motivó a contar esta historia?
–Hay puntos de contacto. Más allá de las historias de personas que abrazan una causa o una profesión con perspectivas muy diferentes. Y por otro lado, la diferencia está, porque en mi historia no tengo evidencia alguna sobre la desaparición y muerte de mi viejo. No hay precisiones de en qué momento es secuestrado en Brasil en el ’78, ni cuándo lo traen a la Argentina, ni datos claros, no fue visto en un campo. En el caso de mi viejo, como otros, hay esa especie de la nada misma y muchos hijos tenemos necesidad de intentar reconstruir algo de la historia. El caso de Leonardo es lo opuesto, ocurrió el asesinato y está la evidencia. Me movilizaba el hecho de que existiera esa certeza tan clara y que no hubiera sucedido casi nada en tantos años. Es una paradoja, durante años busqué datos de mi viejo y he deseado encontrar algo, por necesidades que uno tiene para poder cerrar y saldar la historia...
* Imagen final se proyectará hoy a las 16.30 en Paseo 4.
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