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“A los chicos hay que cantarles con diminutivos”, expresa una máxima del marketing musical, seguida con fidelidad por quienes creen que los más pequeños son tontos y quienes desean llenar las bateas con discos con música y letras vacías de contenido. Esas ¿propuestas? que los subestiman no hacen más que atentar contra la creatividad latente y manifiesta de quienes levantan las banderas de la dignidad y, sin embargo, muchas veces no encuentran un espacio de difusión. En 1996, cuando las agrupaciones de música para chicos no eran tantas como en la actualidad, Daniel Viola (docente, promotor cultural, actor y autor) y María Teresa Corral (compositora, docente e intérprete) observaron los problemas que existían en relación con las salas para los espectáculos infantiles. “Había una hegemonía musical muy fuerte”, recuerda Viola. En consecuencia, las bandas infantiles alternativas tenían poco espacio para llegar a su público. Entonces fundaron el Movimiento de Música para Niños (Momusi), una asociación civil sin fines de lucro en torno de la cual se agrupan músicos, compositores, autores, intérpretes y docentes que se dedican a la creación, transmisión y difusión de la música para niños.
Desde que inició su actividad con un ciclo de recitales en el Teatro de la Ribera, el Momusi no paró de crecer y desde 1999 organiza La música en domingo, en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Precisamente en este ciclo y como corolario de las celebraciones de los 35 años del centro, varias de las agrupaciones nucleadas en Momusi brindarán sus shows este domingo y el próximo a las 11, con entrada gratuita. Será un espectáculo que, además, funcionará como el motor de la despedida de este año esperando el 2006, cuando se cumplirá la primera década de Momusi. “Hay una cuestión del trabajo de respeto hacia el chico, del tipo de repertorio y cómo se realiza. Esas son las pautas”, define Corral. “También al estar en un movimiento –agrega–, uno empieza a ser más elástico en el mejor sentido: a abrirse más y no solamente querer eso que a uno le parece que debe ser, sino ir aceptando otras posibilidades de enfoque musical.” En este sentido, Viola comenta que junto a Corral habían comprobado que “había mucha gente que tenía una necesidad de escuchar una música que fuera diversa pero que tuviera que ver con la sinceridad, con el mundo infantil nuestro y que perteneciera a nuestra cultura, a esta identidad tan dinámica, tan variable”. Y a la vez, esa diversidad se abrió también a las formaciones, ya que “hoy en el Momusi aparecen grupos que tienen un color en su sonoridad y también una formación totalmente diversa: desde los solistas, tríos, cuartetos y hasta un grupo compuesto por veinte personas”, afirma Viola.
Una de las bandas históricas del Momusi que participó en su fundación es Los Musiqueros. “El nombre en concreto ya define la identidad de Los Musiqueros”, expresa Julio Calvo, uno de sus integrantes. “Elegimos llamarnos así porque musiquero es el músico de pueblo, que toca con cualquiera y casi en cualquier circunstancia y que está interactuando constantemente con la gente.” La música del grupo es muy diversa, ya sean ritmos de América latina como de Africa, que interpretan con los instrumentos que ellos mismos fabrican. Fueron ganadores del Premio ACE ’96 y ya llevan editados cuatros discos.
Otra banda que pisará el escenario del C. C. San Martín es Cielo Arriba, cuyos integrantes reivindican el folklore argentino y latinoamericano. La banda “surgió a partir de una obra teatral musical que habíamos organizado más o menos hace doce años”, recuerda Jorge Gribbo, integrante de la agrupación. A partir de entonces, comenzaron a realizar conciertos didácticos en escuelas: “No tienen que ver con el espectáculo para chicos que hacemos –explica Gribbo–, sino que es meterse en la escuela y hacer un trabajo más específico, de mostrar un ritmo y explicar qué es, si ese instrumento suena y por qué y cómo se utiliza”. El año pasado editaron el CD A pura fiesta.
Débora Azar, compositora de Al Tun Tun, comenta que la banda “surgió básicamente como una necesidad de mostrar un montón de composiciones que fueron apareciendo a partir de mi maternidad”. Los espectáculos de Al Tun Tun están dirigidos a los más pequeños y combinan la música y el aspecto visual de la puesta en escena. Las temáticas son muy variadas: “Hay muchas canciones de animales y relacionadas con cosas que tienen que ver con el mundo que nos rodea a todos, no sólo a los chicos”, define Azar. También desplegará su potencia El Murgón de la Esquina que, si bien tiene un repertorio ecléctico, por donde transitan el hip–hop, el candombe, la chacarera, el merengue, el ska y el rock & roll, se trata de una propuesta “que la gente la cataloga como un poco más rockera, un rótulo que no nos gusta mucho porque lo que hacemos es bastante variado, pese a que tiene ese volumen y sonido”, sostiene Facundo Alvarez, uno de sus miembros. “Contamos una forma de ver las cosas –comenta Alvarez–, que es la nuestra, pero con eso no queremos imponer ni bajar línea, sino que tiene que ver con lo que nos pasó a nosotros de chicos o vemos que les pasa a los chicos o a los grandes y lo queremos transmitir a los chicos. Yo soy partidario de que después los chicos hacen su propio proceso con eso. Son muy directos: si les gusta les gusta, si no les gusta, no les gusta. No hay vueltas.”
Uno de los históricos que será de la partida es el santafecino Luis María Pescetti, musicoterapeuta, escritor y periodista, entre otros oficios. Pescetti tiene amplia experiencia en el campo de la música (El vampiro negro, Casete pirata y Bocasucia) y la escritura (Frin, Caperucita tal como se la contaron a Jorge) para chicos. Otro santafecino que subirá las gradas del escenario es el cantautor Raúl Manfredini, un solista destacado por ofrecer melodías y ritmos del litoral argentino con canciones tradicionales. Completan los shows de estos fines de semana el Coro Crecer, una agrupación dirigida por Alejandra Fernández que en sus comienzos estuvo integrada por padres de la localidad de Moreno que deseaban cantarles a sus hijos; Sonsonando, caracterizados por ejecutar instrumentos tradicionales y otros no tanto como, por ejemplo, caños, baldosas, campanillas de teléfonos y juguetes de cotillón para proponer música tradicional infantil, canciones propias y temas anclados en lo folklórico con humor; y La Banda del Grillo, una banda con canciones propias recomendada para niños desde los dos años en adelante.