Viernes, 20 de febrero de 2009 | Hoy
EL DECRETO DE LEY DE PROPIEDAD INTELECTUAL PARA LOS DIRECTORES
“Es el reconocimiento a los hombres y mujeres que aportan a la construcción de la cultura”, señaló la Presidenta, en un acto celebrado por cineastas de aquí y de todo el mundo.
Por Oscar Ranzani
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó ayer el decreto reglamentario de la ley de propiedad intelectual de los directores de cine, un derecho que no poseían los realizadores, a diferencia de los guionistas y productores. CFK estampó su firma durante un acto masivo en la residencia presidencial de Olivos, donde estuvo acompañada por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; la presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Liliana Mazure; el secretario de Cultura de la Nación, José Nun, y el presidente de la asociación profesional Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), Carlos Galettini, entre otros. Además de los funcionarios, el salón de conferencias de Olivos estuvo atestado de personalidades del mundo del cine, tanto cineastas como artistas.
En 2004 el Congreso incorporó al director como coautor de la obra cinematográfica junto al guionista y al productor, estableciendo una modificación al artículo 20 de la Ley de Propiedad Intelectual Nº 11.723, conocida como Ley Noble (en el caso de obras cinematográficas musicales, la ley contempla que el compositor también tiene iguales derechos). Este decreto viene a reglamentar la modificación a la ley 11.723, convirtiendo a la DAC en la única Sociedad de Gestión encargada de percibir el derecho de autor de los directores cinematográficos y audiovisuales en el territorio nacional.
El acto comenzó con la lectura de cartas de reconocimiento que enviaron prestigiosos directores extranjeros de la talla de Arturo Ripstein, Ettore Scola, Alan Parker, Ken Loach y Carlos Saura, entre otros (ver aparte). Una vez que Cristina firmó el decreto, Liliana Mazure y el vicepresidente de DAC, Ricardo Wullicher, le entregaron obsequios en el día de su cumpleaños y los asistentes le cantaron a capella el feliz cumpleaños.
“Tengo nada más que 17 hojas”, bromeó Galettini, de muy buen ánimo, al comenzar su exposición, quien luego afirmó que el decreto “termina con muchos años de injusticia para el director argentino, al permitirle acceder al cobro de un derecho de autor que le corresponde legítimamente y por el cual ha luchado durante más de 60 años”. Galettini recalcó que desde hace mucho tiempo directores como Mario Soffici, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Hugo del Carril y Francisco Mugica, entre otros, “lucharon denodadamente por organizar gremial y artísticamente la profesión y por obtener el derecho de autor de los directores que en nuestro país, desde el principio de la producción cinematográfica, le fuera negado”. Luego repasó parte de la historia de la DAC y la lucha que emprendió por ese derecho: la entidad nació en 1958 como consecuencia de la fusión de otras dos, la Sociedad Argentina de Directores Cinematográficos (Sadir, fundada en 1945) y de la Agrupación de Directores de Películas (ADP, surgida en 1956). “En nuestros días, a medio siglo de su fundación, y gracias al decreto aquí firmado, DAC con enorme júbilo se asume cabalmente como Sociedad de Gestión para la recaudación del derecho de autor de todos los directores audiovisuales”, expresó Galettini, para luego informar que el Organismo Nacional de Administración de Bienes (Onabe) brindó un espacio para la gestión de estos trámites que se llamará “La Casa del Director”. Luego le agradeció a la Presidenta “porque en el día de su cumpleaños, usted nos ha hecho el mejor de los regalos: el decreto que hoy a todos nosotros nos permite concretar el sueño dorado de nuestros mayores”.
Después de manifestarse como histórica cinéfila, Cristina corrigió a Galettini: “Lo de hoy, pese a que es mi día de cumpleaños, no es un regalo: los derechos no se regalan, se conquistan. Y ustedes se ganaron ese derecho”, expresó Fernández de Kirchner, para luego recordar que Argentina durante mucho tiempo “fue una gran negadora de derechos”, y que le gustaría que “alguna vez alguien pudiera decir de la gestión que me toca encabezar se preocupó fundamentalmente por reparar aquellos derechos que habían sido agraviados durante tanto tiempo: desde el derecho de ustedes a que les reconozcan su obra, desde los derechos de los que resultaron víctimas durante la dictadura, de los derechos de hombres y mujeres a tener su verdadera identidad, de los derechos de los trabajadores a poder tener y seguir conservando su trabajo, de las mujeres a ser reconocidas como iguales en una sociedad que, muchas veces, pese a tantas declaraciones, sigue haciendo distinciones en torno del hecho de ser o no ser mujer”. La Presidenta expresó también que el decreto que firmó “es simplemente el reconocimiento que los argentinos hacemos a los hombres y mujeres que durante años han aportado a la construcción de la cultura popular y nacional en nuestro país. Un director de cine no es solamente alguien que se vincula con el arte. Es alguien que también se vincula profundamente con su pueblo, con su comunidad, porque la expresa también a través de sus películas”.
Posteriormente, Página/12 dialogó con funcionarios y cineastas. La presidenta del Incaa, Liliana Mazure, señaló que para el Instituto “significa mucho, porque el Incaa es el que regula esta actividad y es un fondo de fomento a la producción. Para nosotros éste es un día histórico, por haber colaborado en esto y haber trabajado para que llegara a buen fin. El derecho de propiedad intelectual de los directores es un derecho fundamental: el director pone su alma en cada película, pone su corazón, es el que finalmente lleva a cabo esa tarea. Y toda su creatividad es reconocida social y económicamente”. En tanto, el secretario de Cultura, José Nun, subrayó que “hace mucho tiempo que sabemos que el verdadero núcleo intelectual de una película es el director. Es él quien tiene que traducir el libreto a acción, organizar a los actores, ocuparse de los aspectos técnicos. Y es totalmente injusto que estas realizaciones plenamente intelectuales y no solamente técnicas no estuvieran contempladas en la Ley de Propiedad Intelectual”.
“Esta ley significa sesenta años de lucha. Uno de los primeros que habló del derecho de autor fue Torre Nilsson y hoy se cumple. Quiero recordar también a René Mugica, que fue uno de los que peleó por este derecho y que ha escrito un libro emblemático. Y a todos los directores que siempre hemos querido que nos reconozcan como autores de imágenes”, dijo a este diario Santiago Carlos Oves. Todos coincidían en lo mismo. Carlos Sorín expresó que “en cierto tipo de cine, como el que nosotros hacemos, el autor es el director. Por lo tanto, es lógico que tenga todas las facilidades y los beneficios que da la Ley de Propiedad Intelectual”. Para Alberto Lecchi, “es un reconocimiento al esfuerzo y nos da la posibilidad de tener, más allá del reconocimiento, algo que en casi todo el mundo donde hay una industria cultural existe: una jubilación digna”.
David Blaustein consideró que para los directores “es un avance en términos de lo que son los derechos audiovisuales” y que “en términos de los derechos de la cultura, creo que solamente es comparable a la renovación de la Corte, a la política de derechos humanos, a la política hacia el Mercosur. No me parece gratuito que este gobierno que hizo una cantidad de cosas en algunos campos, hoy nos dé a los directores una reivindicación que hace cincuenta años que estábamos esperando”. Para mencionar que todo autor tiene derecho a una compensación por su obra, el diputado y cineasta Jorge Coscia brindó un ejemplo: “Yo hice Mirta de Liniers a Estambul, que oportunamente fue vendida a un valor muy bajo. Por esta película no se cobraron subsidios electrónicos. Ahora, Mirta... se viene dando hace veinte años y por ella han ganado millones de pesos quienes la emitieron y ni un solo peso quienes la hicieron. De manera tal que, por este caso, viene a compensar una pequeña parte de esa enorme desventaja que hemos tenido los que mayor esfuerzo hacemos en términos de creatividad en la actividad cinematográfica. A partir de ahora, cada vez que se dé Mirta de Liniers a Estambul, aunque no vaya a recuperar los veinte años perdidos, supongo que tendremos alguna compensación”.
Marcelo Piñeyro recordó que “son sesenta años por un derecho que no estaba reconocido. Me acuerdo de que hace unos años, cuando Pino Solanas era diputado, estuvo al borde de salir, pero nuevamente había sido volteado. Y es un derecho esencial para los directores de cine. No sólo porque hay un resguardo económico de la obra sino, básicamente, porque es el resguardo de la propiedad intelectual del director que hasta ahora no lo tenía. Aunque parezca una ridiculez, nosotros éramos los únicos que no teníamos propiedad sobre lo que hacíamos en una película; sí los músicos, los productores, los guionistas, los actores... pero no los directores”. Leonor Benedetto señaló que “es un logro de algo que, al ser intangible, cuesta mucho pelear por eso. Si es un objeto material con peso y volumen se entiende más la lucha. Cuando es una idea, un concepto estético o filosófico que uno pone, es más difícil que sea reconocido. Y en esta época de piraterías y tecnologías, que el trabajo intelectual sea reconocido es un logro extraordinario”.
Benedetto no fue la única representante de la actuación que se hizo presente. Gastón Pauls le dijo a Página/12 que este decreto “es como todo lo que se está intentando hacer y que tiene que ver con el reconocimiento de los derechos de aquellos que realizan algo. Primero, me parece un respeto y un reconocimiento al trabajo realizado. Y, por ende, sigue siendo parte de un mismo concepto que es repartir la torta”. Para el legendario Federico Luppi, “es un logro sensacional, tardío pero eficaz y coherente con la labor realizada, sobre todo porque, de alguna forma, nos sustrae por un segundo del glamour del creador y nos coloca en el mundo real del gremialismo, un factor solidario y fraterno para conseguir cosas. En este acto también nos reconocemos como trabajadores”.
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