Mié 01.04.2009
espectaculos

CLAIRE DENIS HABLA DE SU CONCEPCIóN DEL CINE Y DE SUS DOS úLTIMOS LARGOS, L’INTRUS Y 35 RHUMS, PRESENTES EN EL FESTIVAL

“Busco un espacio para la subjetividad”

El de Denis es un cine físico, táctil, pasional, y sus dos últimos films confirman su enorme relevancia dentro del cine francés contemporáneo. “Somos seres humanos e inevitablemente estamos en busca de cierta espiritualidad”, dice.

› Por Diego Brodersen

El Bafici nunca se caracterizó, afortunadamente, por ser uno de esos festivales de alfombra roja. Pero la presencia de Claire Denis, quien forma parte del jurado encargado de juzgar la Selección Oficial en competencia, le aporta a esta undécima edición un glamour que poco y nada tiene que ver con el de las tradicionales estrellas de cine. Denis es una cineasta consumada y sus dos últimos largometrajes, que se están viendo en estos días en las salas baficianas, no hacen más que confirmar su enorme relevancia dentro del cine francés contemporáneo. La directora de Chocolat, Bella tarea y Nénette y Boni continúa creando universos cinematográficos que, a pesar de formar parte de lo que comúnmente se denomina cine narrativo, fuerzan sus límites en busca de nuevas posibilidades expresivas. El suyo es un cine físico, táctil, pasional: en L’intrus, film realizado hace cinco años que permanecía inédito en nuestro país, retrata a un hombre maduro en busca de un nuevo corazón. Su búsqueda lo lleva a visitar Suiza, Corea del Sur y la Polinesia, en un viaje con más incógnitas que respuestas. Su último opus, 35 rhums, plantea un relato coral cuyo centro de atracción emocional es la pareja formada por un padre y su hija, lo cual permite a Denis revisitar el mundo de Yasujiro Ozu de una manera muy particular, viajes en tren incluidos.

–L’intrus es una de las películas que más tensa el límite de lo narrativo en su filmografía. Al mismo tiempo, es un film que plantea una suerte de búsqueda espiritual a partir de lo físico. ¿Lo siente de esa forma?

–La idea siempre fue que L’intrus tratara de describir los miedos de un hombre con un corazón cambiante, de las cosas que ocurren dentro de él. Es cierto que es una película que no utiliza los métodos clásicos del cine narrativo, y en ese sentido mi intención era destacar lo físico por sobre cualquier otra cosa. En general trato de evitar los diálogos que dicen demasiado acerca de la psicología de los personajes. Al mismo tiempo, somos seres humanos e inevitablemente estamos en busca de cierta espiritualidad, tengamos o no un Dios en quien creer. El cine basado en la pura acción crea una suerte de adicción que evita que cuestiones más ligadas a lo espiritual se transmitan al espectador. Eso no quiere decir que no me guste el cine de acción, pero siempre trato de crear una suerte de espacio para la subjetividad, que no esté centrado exclusivamente en las explicaciones racionales.

–De alguna manera, usted es una cineasta de acción: en sus películas no dejan de ocurrir constantemente cosas, acciones.

–No tengo nada en contra de ese cine, como le dije. Me interesa particularmente la relación entre el protagonista y el entorno. Cuando un personaje se encuentra inmerso en un paisaje imponente, lo sentimos frágil, su cuerpo se transforma en algo frágil. Hice esta película con Michel Subor como protagonista y no creo que hubiera funcionado sin él. Cuando escribía el guión traté de meterme en el corazón de un hombre de determinada edad, tratando de comprender todos esos sentimientos de culpa que lo atormentan. Creo que ésta es, más que Bella tarea –que es una película de hombres–, mi película más masculina.

–¿Cuál sería su película más femenina, Trouble Every Day?

–Quizás, quizás. Aunque ésa es fundamentalmente una película sobre la pasión, cuando escribimos esa historia no estábamos pensando fundamentalmente en una mujer. Trouble Every Day es una película sobre un hombre y una mujer enamorados, apasionados, en la cual el personaje de Vincent Gallo trata de no perder el control al tiempo que su compañera, Béatrice Dalle, lo va perdiendo completamente.

–Tal vez 35 rhums sea la única película en su carrera que se acerca a lo que suele denominarse “film coral”. Al mismo tiempo, en su última parte, es una relectura de Primavera tardía, la obra maestra del japonés Yasujiro Ozu.

–Puede que tenga las características de una película coral, pero para mí es fundamentalmente una historia sobre un padre y su hija, cuyo amor es tan fuerte que atrae a otra gente. La gente solitaria necesita sentirse atraída, y los otros personajes de 35 rhums son como los insectos que son atraídos por la luz en la noche. Y por supuesto que la referencia a Primavera tardía existe, es casi una copia. Al mismo tiempo hay algunas cuestiones personales en el film: cuando era una niña, mi hermano y yo –por no hablar de mi padre– estábamos celosos de la relación que existía entre nuestra madre y su padre, sentíamos que estábamos excluidos del verdadero amor. ¿Qué podíamos hacer para ser amados de esa forma?

–Su estilo visual es inmediatamente reconocible, particularmente por esos planos que pasan de una gran inestabilidad a una precisión que se acerca al punto de lo tangible. ¿Cómo trabaja el proceso del guión y la planificación del rodaje?

–Mientras escribo el guión necesito visualizar los planos: si los personajes están lejos o cerca, si hace frío o calor, si hay sol o no, si es de día o de noche, si está seco o húmedo. Tengo una idea más o menos clara de lo que quiero lograr, si va a ser de esta forma o de aquella, si la luz entra por aquel lado, qué tipo de lente voy a usar. De alguna forma, todo esto se materializa durante la lectura del guión. No me interesan los storyboards, porque elegir el tipo de lente, la locación de las escenas me dice mucho más que cualquier dibujo. Creo ser muy precisa en términos de encuadre, pero me interesa mucho el cine que trabaja con lo que se encuentra por fuera del cuadro. Como en el cine de Ozu. Los precisos planos de Ozu eran más ricos porque trabajaban con lo que hay en los costados, fuera de esa habitación, de aquella oficina o ese bar. Si hay algo que no me gusta son los encuadres que, valga la redundancia, encuadran a los personajes, que los “enjaulan” de alguna manera.

–¿Se animaría a rodar en alguno de los nuevos formatos digitales?

–No tengo nada en contra de la tecnología digital. De hecho, 35 rhums iba a ser rodada en digital. Pero hicimos algunas pruebas antes del rodaje, una serie de tomas a bordo de un tren, con película Kodak de emulsión rápida y en HD, y el hecho es que, sin luz adicional, la resolución en fílmico era mucho mayor que con el digital, con mayor profundidad de campo y una enorme cantidad de detalles. Esto fue hace un año y medio, quizás ahora las nuevas cámaras puedan competir mejor. De no ser por esas pruebas, la película podría haber sido filmada en digital. Si hubiera tenido mucho dinero podría haber usado dos o tres tipos distintos de cámara digital, algunas para las escenas nocturnas, otra para otra clase de planos. Pero no fue el caso. Me siento más cómoda, más libre, con presupuestos reducidos.

* L’intrus, última función hoy a las 19.15 en el Atlas Santa Fe 1.

* 35 rhums, mañana jueves a las 20 en el Hoyts 8, el viernes a las 14.30 en el Hoyts 8 y el sábado a las 13.15 en el Atlas Santa Fe 1.

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