PRIMER CLUB DE LIBROS INDEPENDIENTES
Impulsada por Josefina Heine y Victoria Rodríguez Lacrouts, la idea de Sur de Babel es darles mayor visibilidad a los títulos de los sellos más chicos. Entropía, El Andariego, Bajo La Luna y Marea son algunas de las editoriales que participan del Club.
› Por Silvina Friera
Las muchachas son dos licenciadas en Letras que han gestado un pequeño y ambicioso proyecto: Sur de Babel, el primer Club de Libros Independientes del país, una plataforma de mayor visibilidad para los libros publicados por pequeños sellos que compiten contra ese brutal Goliat de los grandes grupos editoriales. Josefina Heine y Victoria Rodríguez Lacrouts quieren que los libros se encuentren con esos lectores ávidos que buscan calidad, pero que muchas veces no tienen acceso a las nuevas producciones literarias por la acelerada rotación de las novedades. Los libros buscados ya no están en los anaqueles de las librerías. A veces nunca alcanzaron ese premio “consuelo” de ser exhibidos tan sólo por unos días. Así como llegaron a la librería, las cajas con novedades, reediciones de autores olvidados o fuera del canon regresan a los depósitos de donde salieron. Hace tiempo que el puente que conecta a los escritores, las editoriales independientes que los publican y los lectores está roto. El Club intenta recomponer este lazo.
“Hay distintas circunstancias que hacen que una determinada obra o un determinado autor hayan quedado corridos del canon o simplemente no se les haya prestado la atención que realmente merecían”, plantea Rodríguez Lacrouts a Página/12. “Nosotras decidimos afrontar la cuestión desde el punto de vista del mercado editorial, que tiene mucho que ver en la suerte que pueden correr un autor y su obra. Muchos grandes autores, ‘grandes’ en el sentido de calidad, son editados por sellos pequeños, como es el caso de César Aira. No pretendemos idealizar la práctica de los sellos más chicos, efectivamente también es una actividad comercial y por ende apunta a vender, a generar una diferencia para poder perdurar en el mercado y no fundirse o tener que cerrar después del segundo libro editado; pero la impronta es diferente. Por eso pensamos que tenía que haber una alternativa que permitiera dar a conocer el trabajo de estos sellos.”
“La idea es que los socios reciban en sus casas, todos los meses, un libro diferente. Lo que nos resulta importante remarcar, y creemos que por eso nos diferenciamos, es que no funcionamos ni como una librería virtual ni como una tienda online”, explica Heine. En principio, convocaron a las editoriales para que les enviaran el material de sus fondos de narrativa. “Una vez que finalizamos y discutimos los libros que hemos leído, seleccionamos uno que es el que los socios reciben en sus casas –señala Heine–. Cuando seleccionamos la obra nos comunicamos con la editorial y compramos la cantidad de ejemplares según la cantidad de socios que tengamos, en este momento son 80, para luego distribuirlos. En relación con ese libro en particular, acostumbramos a hacerle una entrevista al autor y otra al responsable de la editorial. La idea es que los socios pueden conocer cómo es el trabajo de cada uno.” El 8vo Loco, Bajo La Luna, Entropía, Marea, Del Dock, Eterna Cadencia, El Andariego y Ediciones del Copista, entre otras, son algunas de las editoriales que participan del Club.
Los socios abonan una membresía mensual de diez pesos que incluye los gastos de envío, más el precio de tapa del ejemplar, que lo establece la editorial. “Es importante que los socios que pertenecen al Club se sientan parte del proyecto y puedan compartir sus ideas más allá del material que nosotras seleccionamos. Las entrevistas, tanto a los autores como a los editores, son fundamentales. El socio forma parte de algo, está inmerso, participa. No se trata simplemente de comprar un ejemplar”, aclara Heine. Y basta entrar a www.surdebabel.com.ar para comprobar al leer la entrevista a Diego Muzzio, el autor de Mockba (Entropía), elegido el libro del mes de marzo, que el trabajo de estas jóvenes es mucho más amplio que el mero hecho de “vender” un libro. “Recibimos muchísimo material y muchos de los sellos convocados se sumaron y se acercaron a dialogar, a compartir ideas, e intercambiar proyectos. En definitiva todos queremos ampliar la plataforma de visibilidad, y dar a conocer aquella literatura que en muchos casos queda perdida entre los estantes, anaqueles o cajas de muchas librerías.”
Que el primer club de libros independientes se llame Sur de Babel tiene su lógica. “El nombre responde a una suma de ideas, conceptos, alegorías, utopías... –sintetiza Rodríguez Lacrouts–. Sur tiene que ver con un sentido de pertenencia tanto a nuestro país, Argentina, como al propio continente. Y Babel hace alusión a la mítica torre que se encontraba en Babilonia, que encerraba todos los lenguajes posibles. Se trata un poco de destacar nuestra identidad y, al mismo tiempo, muchas otras. El cuento de Borges, “La biblioteca de Babel”, narra la existencia de una biblioteca eterna e infinita; una biblioteca que no sólo albergaba todos los libros existentes e imaginables, sino también aquellos ejemplares futuros, o aquellos que habitan en el pensamiento de cualquier ser humano. Sur de Babel tiene que ver con la diversidad, que es el valor primordial que pretendemos rescatar con el club. Es decir, la bibliodiversidad. En el nombre del club queríamos dar cuenta de la multiplicidad de voces que puede haber en un mismo espacio geográfico.”
“El mercado tiene un discurso falsamente democratizador”, reflexiona Heine. “Muchas veces el libro, que es un producto cultural, se ve inmerso en esa lógica de recambio permanente que es funcional para el propio mercado: lo que es útil hoy ya no lo es mañana. Todo el tiempo hay novedades que rotan y rotan y el libro comienza a tener el mismo valor de uso que la licuadora. Esta velocidad de recambio de las novedades genera que el poco tiempo de visibilidad que tiene un libro en la mesa de una librería esté reservado para las editoriales que más poder económico tienen. Un sello grande tiene la capacidad económica para hacer mucha publicidad de los libros que edita; esa mayor difusión hace lógicamente que la gente los conozca y los compre, y al librero siempre le conviene poner en la mesa lo que más va a vender. Es una ecuación bastante básica. Así, hay muchísimos libros que quedan en los estantes, sin venderse, y esto ya no depende de la calidad del libro, sino de la lógica comercial que lo envuelve. Si el producto es diferente, pensamos en Sur de Babel, la forma de ‘venderlo’ también debe serlo. Por eso intentamos hacer algo distinto. Tenía que ser algo que les sirva a las editoriales como un puntapié más para hacer conocer su catálogo e incrementar sus ventas, y también para que la gente conozca a otros autores.”
–¿Cuáles serían los pasos a seguir de este proyecto? ¿Qué otras cosas tienen en mente para aceitar el puente entre lectores, autores, libros?
Heine: –Tenemos dos objetivos para este año: que el club perdure y que se extienda al interior. Si bien hay editoriales como Mansalva, que llega a casi todas las provincias, a la mayoría le cuesta el alcance hacia el interior. Que se sumen socios del interior es entonces un factor muy importante para nosotras. Y por supuesto poder sumar más sellos. Ya estamos planeando ciclos de charlas entre los escritores y los lectores. Estamos conversándolo entre nosotras para ver qué formato les vamos a dar a esos encuentros. A medida que el club vaya creciendo en socios, eso nos va a dar margen para hacer más cosas. En este sentido Sur de Babel es un lindo proyecto que permite hacer muchas cosas a futuro. Abrir el juego a Latinoamérica sería genial. Y aunque ahora quizá lo vemos muy a largo plazo, no es imposible.
Rodríguez Lacrouts: –Estamos muy contentas porque este sistema de un libro por mes hace que casi todos los socios del club efectivamente lean lo que enviamos. Lo más gratificante es poder salir de la lógica donde todo se compra pero nada se disfruta. Crear este tipo de público es lo que más nos interesa. Para las editoriales esto también funciona, no sólo la editorial seleccionada aumenta las ventas en el mes, sino que da a conocer a más gente su catálogo. Ojalá podamos llegar al punto en que las editoriales puedan agotar su primera tirada con los socios del club. Hay mucho por hacer.
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