GIECO FUE DISTINGUIDO POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO
La casa de estudios rosarina le otorgó el título de Doctor Honoris Causa. El autor de “Sólo le pido a Dios” agradeció y aprovechó para repasar su historia como músico popular. “Mi camino y mi carrera no fueron todas flores, están llenos de piedras”, admitió.
› Por Claudio Socolsky
Desde Rosario
“Es la distinción a las piedras y a las flores del camino artístico.” De esta manera, León Gieco resumió sus 50 años de trayectoria como músico popular, al recibir en la noche del jueves el título de Doctor Honoris Causa que le otorgó la Universidad Nacional de Rosario, en el marco de los festejos por los 50 años de la Facultad de Odontología. “Creo que es el premio más importante de todos los que he recibido, porque no es específico. Estoy acostumbrado a recibir premios al mejor disco, a la mejor canción, al mejor videoclip, pero esto es diferente. Esta es una distinción que me honra porque habla del camino en mi carrera”, dijo Gieco luego de recibir el diploma, una medalla y la copia de la resolución otorgada por el Consejo Directivo de la facultad. Para defender su título, el músico tomó su guitarra y cantó cuatro canciones emblemáticas de su notable repertorio: “Cinco siglos igual”, “La colina de la vida”, “Soy un pobre agujero” y “La memoria”.
“Estoy muy orgulloso de recibir esta distinción y lo hago con todos los honores. No sé si lo merezco, pero me lo voy a llevar a mi casa, porque si la gente de la Universidad de Rosario dice que lo merezco, es que es así nomás”, dijo el cantante santafesino, para destacar luego que en sus 50 años de carrera editó más de 40 discos, compuso más de 300 canciones y compartió el escenario con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Mercedes Sosa, Peter Gabriel, Sting, Bruce Springsteen, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Ivan Lins, Gilberto Gil y Milton Nascimento. “Pero quiero ser sincero –dijo el músico–. Mi camino y mi carrera no fueron todas flores, están llenos de piedras. Por eso quiero enumerarlas, para no ser egoísta y decir que mi carrera es perfecta.”
A partir de ese momento, Gieco habló de su admiración por Atahualpa Yupanqui, que sufrió exilio y persecuciones varias, algo que León consideró “una de las grandes primeras piedras que tuve en mi camino”. Pero puso una flor al instalarse en Buenos Aires para seguir cantando. La composición en Cañada Rosquín de “Cachito, campeón de Corrientes”, y “Sólo le pido a Dios”, donde empezaron a aparecer las primeras piedras. “Las radios de rock no me pasaban porque decían que yo hacía folklore; las radios de folklore ya no me pasaban porque decían que hacía rock”, recordó.
En 1978 la gente empezó a cantar “Sólo le pido a Dios” en contra de la dictadura militar en las calles. Para Gieco, “la canción tomó un rumbo perfecto, es donde quiero que esté. Pero enseguida me citaron del Ejército y un general me dijo que no podía componer una canción de paz en época de guerra, porque estábamos a punto de entrar en guerra con Chile. Me prohibieron, me amenazaron y vino el exilio. Me fui muy triste de Argentina porque alguien estaba manejando mi vida. Pero durante los dos años de mi exilio toqué en Bolivia, Perú, Venezuela, México, Colombia, Estados Unidos, España, Italia y Francia”.
A su regreso, en 1981, León tocó a beneficio de los profesores de la Universidad de Luján. “Me citaron otra vez del Primer Cuerpo. Ahí, un tal general Montes sacó un arma de su escritorio, me apuntó y me dijo que la próxima vez me iba a reventar la cabeza. Más tarde, sale el libro de la Universidad destacando mi presencia.” Cuando en 1983 lo invitaron a participar del Festival Víctor Jara, en Londres, la embajada inglesa no le cedió la visa. Para ellos, “Sólo le pido a Dios” era la canción de la guerra entre Argentina e Inglaterra. “Pero muchos años más tarde, un grupo dinamarqués grabó la canción en inglés y permaneció durante semanas primera en el ranking en Londres”, dijo Gieco para rescatar otra flor en su camino.
Cuatro años después se quedó sin trabajo. “Era la época de Alfonsín, no había plata. Y apareció una flor que se llama Mercedes Sosa, que me invitó a cantar con ella en Alemania. Tuve un éxito increíble y me quedé cuatro años trabajando.” En 1995, el músico se declaró “absolutamente antimenemista y antineoliberal. Empecé a sentirme ninguneado, porque los conciertos eran auspiciados por las grandes marcas. Me sentía solo y mal. Pero me llama el intendente de Tilcara para pedirme autorización para ponerle mi nombre a una calle”.
Gieco compuso la canción “Un minuto” por lo ocurrido en Cromañón. “Lo invito al cantante de Callejeros porque siempre creí que ellos no tuvieron la culpa. Cuando sale el disco, aparece pintado el frente de EMI con una frase que decía: León Gieco Sangre. Me hicieron sacar el tema. Muchos hablaron de una censura en democracia. Me sentí otra vez ninguneado, avergonzado. Pero en ese momento me llama el intendente de La Quiaca y me pide autorización para poner una avenida con mi nombre.”
Por esa época compuso “Santa Tejerina”, sobre el caso de Romina Tejerina, abusada en Jujuy. “Su supuesto violador la mandó 18 años presa. El está suelto y la Justicia le permitió a él que me hiciera un juicio penal. Fui a buscar la causa, la llevé a Jujuy, y un juez me absolvió. Además, me llamaron de Mendoza para pedirme autorización para que una escuela lleve mi nombre.”
Más piedras en el camino. “Un amigo de 30 años me inicia un juicio laboral por haberlo discriminado. Su abogado dijo que yo lo discriminaba por gordo. Una de mis primeras canciones fue ‘María del campo’, en contra de la discriminación de las mujeres del campo. En el año ’73 compuse ‘La Francisca’, en contra de la discriminación de las meretrices del pueblo. Tengo una foto con unos gordos, para que las prepagas asuman la gordura como una enfermedad. Y luego apareció Mundo Alas, un trabajo en contra de la discriminación de los chicos discapacitados.”
Finalmente, Gieco contó que tiempo atrás, en la revista Noticias y en el semanario Perfil, sacaron unos titulares preguntando cuántos chicos comerían con lo que gastó León Gieco para poner su banda en la Feria de Zaragoza, “pero lo hicieron para insultar al gobierno central que me contrató. A partir de ese momento, estuve esperando esa flor que me sacara la piedra del camino. Y es esta distinción Honoris Causa”.
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