Sáb 14.01.2006
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CINEASTAS, FOTOGRAFOS Y HUMORISTAS BUSCAN OTRA MIRADA SOBRE LA TEMPORADA ESTIVAL

El verano, ese juego que se vuelve repetido

Entre la publicidad que idealiza a personajes de playa, los paparazzi a la pesca y las pequeñas multitudes frente a una cámara de TV, cabe preguntarles a quienes trabajan “en temporada” cuál es el verano real.

› Por Julián Gorodischer

En verano afloran imágenes de playa y cuerpos semidesnudos, pero también se despliega una mirada que cuestiona la aglomeración y la manía de las masas. Si todos los eneros se instala el ritual del éxodo hacia el agua, la agrupación frente al mar, la repetición de rutinas fijas pero fuera del trabajo y la ciudad semivacía, esta vez se hace oportuna la pregunta a profesionales de la temporada estival: ¿con qué verano se quedan? Los que hablan son cineastas, directores de publicidad, fotógrafos y humoristas que retrataron el verano con su propio estilo: Mariano Llinás lo vio como el ritualismo de una religión arcaica en su película Balnearios, el publicista Guillermo Vega (de Young & Rubicam) como una postal costumbrista llena de alegría y colores en su comercial Gloria de la cerveza Quilmes y el humorista Pablo Marchetti como un mal mayor que se puede combatir escuchando su columna en el programa El camión de exteriores del amor, del Canal Ciudad Abierta. Ahora ellos mismos hacen el racconto de sus imágenes veraniegas: la que sigue es la mirada de un grupo de artistas sobre una de las épocas con más mandatos, cuando se supone que todo debería estar arriba, ¡muy arriba!, cuando el que no viaja o no disfruta se queda afuera, o lee la euforia ajena –fotografiada, por ejemplo, por Aldana Anglesi de Paparazzi– en las vidrieras de las revistas.

Doctor verano

Pablo Marchetti, editor de la revista Barcelona y columnista de El camión de exteriores del amor, recorre en su columna de TV los clichés veraniegos, vistos desde la lente del freak. Este Gengis Khan criollo transmite su columna antiveraniega desde un interior iluminado por dicroicas, con pizarra ilustrativa para combatir lo que se debería hacer en una salida al campo o una pileta pública. Si el programa de Ciudad Abierta es una sátira gruesa dedicada a los móviles desde la playa (a bordo de un camión con pelopincho que recorre los barrios), el segmento de Marchetti se propone como un breve manifiesto de reacción. “El enemigo es la gente que se va de veraneo para seguir el canon estival”, dice el humorista. “Soy un tipo que, se supone, es un experto en verano y que aconseja cómo pasarlo en Buenos Aires. Identifica a su enemigo como el Mateykismo.”

Si hay un verano repetido en el que el movilero amenaza con dejar la faena y meterse al mar, en el que la revista Gente pretende imponer el furor por el trikini y Crónica TV reformula la ley de la catástrofe con su clásico: “¡Estalló el verano!”, Doctor Samer se reconoce, al mismo tiempo, como hijo y fiscal de esa tradición: “Es alguien que está en los antípodas de esa felicidad impostada”, reconoce Marchetti. “Vi algunas veces programas de verano: me parece increíble tanta gente ahí tratando de salir en TV, cada vez que se junta mucha gente junto a una cámara.” ¿Cómo resistir a los mandatos de la diversión garantizada, al crecimiento acelerado del superyó? “Quedándose en la ciudad –sigue–, y disfrutando de lo que tiene Buenos Aires más allá del calor infernal: está más despejada y se supone que toda esa gente se fue y está detrás de esos ideales. Hay un tránsito libre, se puede ir a lugares vacíos, andar en bicicleta por las noches.”

Onda melanco

La pequeña transgresión del aviso Gloria, de Quilmes, es mirar hacia atrás, ponerse marcadamente melancólico sobre una Bristol más cándida y con más ropa que la de estos días, tiempos de familias nucleadas, un relator (Mario Sapag) que describe especímenes más pintorescos de lo que en verdad son. Quilmes elige contar historias de verano todos los años y cambia el tono, porque según el director general creativo de Young & Rubicam –Guillermo Vega, autor del comercial Gloria– una marca multitarget necesita un multitono. En enero de 2005 ideó una Mar del Plata vaciada que se confabulaba para que dos almas gemelas se pudieran encontrar en plena Rambla, en 2006 esa utopía viró a su opuesto: es un intento de encariñarse con el infierno de la Bristol, las carpas, el amontonamiento y los restaurantes llenos.

“La cultura argentina siempre fue muy volátil –explica Vega a Página/12– y este año se impuso la continuidad de las marcas y los estilos. De un verano a otro, los avisos de Quilmes tienen cosas parecidas; cambia el tono pero dialogan entre ellos. Una marca muy grande no aguanta un solo tono..., tendría el problema de ser encasillada muy rápido. Un líder movedizo tiene siempre un historial impresionante de cambios, en búsqueda permanente.” La mitificación de la masa, relocalizada en Mardel, es la operación contraria a la de Doctor Samer: si aquél se opone con su diatriba, Vega rescata, embellece, mitifica. ¿Su estrategia? “La revalorización del retro no la pusimos de moda nosotros –agrega Vega–, y si no hay que ver lo que viene haciendo Adrián Suar en las tiras de Pol-ka, rescatando a figuras olvidadas, yendo atrás en el tiempo para luego reciclar.”

Informe de Brodie

La película Balnearios, del cineasta Mariano Llinás, podría ser entendida como el claro inspirador el aviso Gloria, prefigurando esa idea de contar al veraneante como una casta aparte, como si se estuviera describiendo la escena a un extraterrestre que desconoce esos códigos y rituales. Precursor del tono que hoy vende productos y gusta a la masa, habiéndolo recreado antes pero en el circuito reducido de la exhibición en el Malba (donde se pasó la película), Llinás es invitado a comparar. “Mi película –contrapone– opera como si llegara un extraterrestre a ver estos lugares de vacaciones y se enfrenta a una serie de comportamientos rutinarios, cíclicos, familiares a todo el mundo, con la extrañeza que sentiría alguien del pasado o de fuera de la tierra que reacciona con total sorpresa. Se formula la pregunta: por qué la gente se muda sistemáticamente a un lugar donde hay agua, con una serie de códigos precisos como colgar una bandera roja o aplaudir si se pierde un chico con el modelo de El informe de Brodie. En cambio –sigue–, el comercial de Quilmes trabaja con una mirada desde adentro de esas comunidades, como si el observador se sintiera parte y se identificara con esos rituales.”

–¿Por qué le atrae creativamente el veraneo?

–Es una paradoja, porque a mí el verano entendido como un lugar de playa, descanso y diversión me es bastante ajeno. Nunca fui muy playero. La vida me fue alejando: mi familia se fue mudando al campo. Tengo el recuerdo del verano sin agua, empecé a pasar las vacaciones cada vez más solitario, entregado a la siesta, ajeno a la muchedumbre, lejos del surf y las mujeres bellas, por fuera de esa concepción publicitaria. El extrañamiento que siento (lo que me interesa) es llegar al lugar del verano fuera de estación, encontrarlo deshabitado, con una cosa fantasmagórica y una fauna muy concreta.

Ojos bien abiertos

Lo que queda es la mención al verano que se lee y se consume en imágenes de parador, pasarela y topless. No es tarea para improvisados, y cada temporada impone las mismas reglas. El paparazzo se entrega a la guardia perpetua y sus ojos atentos sólo registran un decálogo de órdenes y prioridades, programado para llenar vacantes: un topless, una trampa, un baño de mar y –desde 2005– un beso entre mujeres. Aldana Anglesi, fotógrafa de Paparazzi, dice que va en busca de “gente relativamente conocida, que sea vendible y, si se puede, de situaciones graciosas... un topless... Francella con el hijo... nuevos romances”. El paparazzo aplica siempre la misma técnica fija: caminata de ida y vuelta por la franja costera, topless armado que parece “natural, natural...”. De su correcto manejo de la cosa prefabricada y la cacería del desnudo real, de su hábil movimiento de puesta en escena y culto a la actualidad de la farándula, dependerá su éxito. El profesional que llega a la costa sabe que ingresa a una tierra más allá de lo real, a una dimensión alternativa que está regida por las leyes de la pesca in fraganti.

–¿Cuál es su ranking de mejores tomas?

–Nicole (Neumann) con su marido y los perros jugando en la playa, porque no es una persona que baje a la arena, Ximena Capristo (ex Gran Hermano) en topless en una playa de Constitución, la salida de Carolina Oltra con Freddy Villarreal porque no se dejaban ver y ella estaba histérica, el topless de Claudia Fernández (una bailarina de Cerutti). Con todas las chicas que pude hacer sin corpiño se pudo armar una tapa de la revista, ¡una pegada!

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