Jueves, 1 de octubre de 2009 | Hoy
LEONARDO FAVIO, NELLY OMAR E HILDA CABRERA, DISTINGUIDOS POR TEA
Al maestro con cariño es el mejor galardón al que pueda aspirar un trabajador, porque lo reconoce como guía y ejemplo para las generaciones que lo siguen en su tarea. El homenaje fue para maestros del periodismo, el arte y la vida.
Por Karina Micheletto
Un premio a maestros y maestras del periodismo, de la comunicación, del arte y de la vida: así se anuncia Al maestro con cariño, otorgado por las escuelas TEA y Deportea. El mejor premio, seguramente, al que puede aspirar un trabajador, el de ser reconocido como guía y ejemplo para las generaciones que lo siguen en su tarea. Este año lo ganó la crítica especializada en teatro Hilda Cabrera, maestra de Página/12, junto a una serie de maestros de distintas áreas: Taty Almeida, Nelly Omar, Leonardo Favio, Angel Cappa, Alejandro Apo, Fernando Ferreira, Telma Luzzani, Mario Stilman, Alberto Marcolini, Ricardo Pipino y Héctor Hugo Cardozo. En el acto se recordó también a Carlos Fuentealba y a todos los periodistas desaparecidos. Ya son 345 los maestros distinguidos a lo largo de las 22 ediciones de este premio y, como dijo Carlos Ulanovsky, conductor de la ceremonia de entrega, el martes pasado en el Paseo La Plaza, “al repasar la lista queda revelada una fotografía con lo mejor de este país”.
A contramano del éxito de la tele, naturalizado por el sentido común de la época, este reconocimiento, pensado originalmente para mostrar historias de vida valiosas a alumnos de las escuelas de periodismo de TEA, pone el foco en los valores que representan y sostienen cada uno de los elegidos, personas no necesariamente públicas, pero sí importantes y necesarias. “Es una distinción para maestros que formaron y forman, porque resistieron y resisten, porque su presencia es significativa y modificatoria, allí donde estén, en una redacción, un estudio de radio, un escenario, una cancha o una plaza”, se explicó.
El acto de entrega de la manzana que simboliza este premio tuvo la carga emotiva de un reconocimiento que trasciende la trayectoria profesional. Afectos, hijos y nietos que subieron a entregar premios, discípulos y compañeros de trabajo que testimoniaron desde la pantalla del escenario. Anécdotas de viejas guardias de redacciones, coberturas de hechos históricos, viajes por el mundo. Y entre el público, apurados en los pasillos antes de que empiece la ceremonia, estudiantes de periodismo nerviosos por la cobertura del evento, coordinando notas con Angel Cappa, con Nelly Omar, con Taty Almeida. “Me han hecho muchas notas, que también eran trabajos prácticos, en todos estos años”, contó la Madre de Plaza de Mayo al recibir su manzana. “¡Espero que los hayan aprobado!”
El primero en recibir su manzana fue el técnico de Huracán, y tras un repaso por sus estudios de filosofía, su exilio durante la dictadura, sus libros publicados y su “juego bonito”, Diego Latorre le agradeció desde la pantalla, tratándolo de usted: “Me enseñó que no todo es éxito y resultado y a ver el juego desde sus raíces, desde el disfrute”. El ex futbolista Fernando Redondo subió a entregar el premio y Cappa se declaró sorprendido: “¡Me lo dan ahora que si llegamos a empatar damos la vuelta olímpica!”. “No me creo un maestro de nada”, aclaró. “Sólo soy un alumno aplicado, copio de grandes jugadores y técnicos. En todo caso, soy un simulador.”
La periodista especializada en teatro Hilda Cabrera fue halagada por Tato Pavlovsky desde la pantalla: “Hilda es de los que saben, no de los que aparentan que saben. Escribe con solvencia, sencillez y síntesis admirables. No todos los críticos argentinos tienen esa cultura. Por algo será”. Cabrera agradeció el recuerdo y los aplausos para su esposo, Julio Nudler, otro maestro que obtuvo este reconocimiento. Los periodistas fueron mayoría y hubo anécdotas de redacciones en los reconocimientos para Alberto Marcolini, Telma Luzzani, Héctor Hugo Cardozo, Ricardo Pipino. Hubo un cuento de princesas y dragones contado por la mamá de Alejandro Apo. Hubo lecciones de periodismo, como la de Fernando Ferreiro, que nombró a los compañeros de su generación desaparecidos (“Ellos son mis maestros”, advirtió), y contó lo que vivió: “En 1976 nos echaron a la Comisión Interna de Crónica con la infantería de marina. Unos meses antes nos echaron de Clarín con el telegrama de guerrilla. Ni Clarín ni Crónica han cambiado. Pero nosotros tampoco”. O la de Mario Stilman, dirigiéndose a los alumnos presentes: “Cuando tengan la posibilidad de entrar a un diario, se van a ver enfrentados no con sus ideas ni con su conciencia, sino con sus convicciones. Las convicciones suelen entrar en conflicto con el poder de turno y ya se sabe cómo termina la historia. Así que piensen bien el camino que van a elegir”.
Hubo otras postales de esta noche marcada por emociones profundas. El recuerdo de Carlos Fuentealba, asesinado durante una manifestación de docentes en Neuquén, con la presencia de su esposa y sus dos hijas. Nelly Omar, fantástica a sus 98 años, haciendo gala de que podía subir sola las empinadas escaleras hacia el escenario y bromeando al recibir su manzana: “No será la de Eva, ¿no?”. “No sé si merezco este premio, pero sí sé que a los 5 años, en Guaminí, tuve un maestro, y fue Carlos Gardel”, dijo la cantora. Leonardo Favio fue recordado a través de un corto con imágenes de su película (Virginia Innocenti y Hernán Piquín prometieron llevarle la manzana). La noche terminó con lágrimas, sonrisas, abrazos, recuerdos para los que ya no están. Y con algunas respuestas posibles alrededor de una pregunta: ¿para qué sirve el periodismo?
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