Sábado, 24 de octubre de 2009 | Hoy
PáGINA/12 PRESENTA DESDE MAñANA LOS 40 DE ANAGRAMA
La colección de cuarenta libros se publicará a razón de uno cada dos semanas, a un precio sumamente accesible de nueve pesos. Es la primera colección en la historia de la editorial que aparece junto a un diario, oportunidad para llenar la biblioteca de grandes.
Por Angel Berlanga
Un lujo. Para qué seguir buscando el adjetivo, dándole vueltas. Un oído absoluto habría captado una infinidad de “¡mirá!”, “¡uah!”, “¡impresionante!” ante el anuncio de la colección de 40 libros de Anagrama que empieza a publicarse desde mañana junto a este diario con el potente argumento celebratorio de los primeros 40 años de vida de la editorial que Jorge Herralde fundó en Barcelona. Es que el magnético listado de autores singulares de la historia del pensamiento y la literatura contemporáneos sacude por su contundencia: Roberto Bolaño, Noam Chomsky, Thomas Bernhard, Vladimir Nabokov, Ryszard Kapuscinski, Groucho Marx, Julian Barnes, Michel Foucault y Pedro Almodóvar, por empezar a nombrar a algunos de los notables integrantes de una biblioteca que irá expandiéndose a razón de un volumen cada dos semanas. “La colección dibuja con nitidez un plausible perímetro de Anagrama, con tantos y tan variados e imprescindibles títulos de nuestro catálogo, en narrativa y en ensayo, y obras traducidas y latinoamericanas –señala Herralde desde España–. Y figuran autores bien significativos, desde Enzensberger, a quien empezamos a publicar en 1969, hasta Alejandro Zambra, uno de los más prometedores descubrimientos de los últimos años.”
Los 40 de Anagrama –tal el título de la colección– arrancan con La habitación cerrada, la novela que cierra la Trilogía de Nueva York, de Paul Auster. Una de esas maquinarias del novelista estadounidense que no se sueltan hasta que se llega al final: el narrador de esta historia, un periodista y crítico ya resignado a no escribir ningún libro memorable, recibe el llamado de la mujer de un amigo al que le había perdido la pista y se encuentra con que el tipo desapareció y le dejó a su nombre un par de valijas cargadas de manuscritos que nunca quiso publicar y, también, un encargo: que él decida qué hacer con eso. “Quisimos empezar con un autor muy representativo y codiciado de la editorial y elegimos a Auster, pero también podríamos haber empezado con Carver o Bolaño –dice Liliana Viola, coordinadora de edición de la colección–. Con tantos autores buenos llega un punto en el que podríamos haber tirado una moneda. En la elección pesó, también, que queríamos empezar con una novela.”
A La habitación cerrada le seguirán, en noviembre, Primer amor, últimos ritos, un volumen de cuentos del inglés Ian McEwan, y luego La presa, del Premio Nobel japonés Kenzaburo Oé, una novela inhallable en la Argentina. Durante diciembre llegará el turno de La izquierda divina, del sociólogo y filósofo francés Jean Baudrillard, y también del primer argentino, Ricardo Piglia, con Prisión perpetua. La primera entrega de 2010 será Loco afán (crónicas de sidario), del chileno Pedro Lemebel. A esa altura el lector tendrá, ya, un abanico significativo de autores, registros, géneros: un avance del “plausible perímetro” del que habla Herralde.
“Durante largo tiempo tuvimos como asignatura pendiente hacer un acuerdo para publicar libros con Anagrama, porque además de ser una de las editoriales más prestigiosas del mundo, su perfíl tiene mucho que ver con este diario y muchos de sus autores escriben o han escrito aquí –dice Hugo Soriani, gerente general de Página/12–. Y si no lo hicieron, uno quisiera que lo hagan. Este acuerdo fue posible gracias a la intervención y las gestiones que llevó adelante Marisa Avigliano, representante de Anagrama en Argentina.”
En términos de parentesco entre ambas casas Soriani observa, además de autores en común, un sesgo coincidente en cuanto a lectores interesados por la cultura, las artes en general y la política; otro rasgo en común, señala, es la búsqueda de la innovación y la vanguardia. Al respecto, Herralde apunta: “He seguido con frecuencia Radar y Radar libros, que me parecen excelentes y muy atentos a muy diversas, estimulantes, a veces ‘extremas’ manifestaciones culturales. No en vano han dirigido o han colaborado allí Alan Pauls, Juan Forn y el vigía barcelonés Rodrigo Fresán, entre otros escritores valiosos”.
Los 40 de Anagrama llegan tras varios intentos que, en años anteriores, se trabaron por la complejidad en la negociación por los derechos de autor. Pero en junio del año pasado Herralde vino a Buenos Aires y el acuerdo quedó en pie. “La complicación mayor fue explicar el proyecto y llegar a un acuerdo de anticipos (con el pie forzado de un imprescindible precio de venta moderado) y de uso de traducciones. Con según qué agentes y autores resultó un trabajo un tanto dificultoso, pero finalmente se logró, apunta Herralde.” Y es que el precio de venta de cada libro hace todavía más atractiva la colección: nueve pesos (según estadísticas, la principal causa de desmayos en las librerías argentinas son los precios de los volúmenes de la editorial). “Estuvimos de acuerdo en hacer algo que sea masivo –señala Soriani–. Y dar un producto de calidad, porque los libros se imprimen en papel obra, con tapas de papel ilustración de 300 gramos. Es una edición muy cuidada, con diseño de arte a cargo de Alejandro Ros, que buscó amalgamar la identidad tradicional de Anagrama con la de los libros que se vienen publicando junto al diario.”
La búsqueda de excelencia configuró un rasgo de la colección: se trata de volúmenes que rondan las 150 páginas. “La idea para armar el catálogo fue que se trate de libros completos, que los autores sean representativos de Anagrama y que también sean significativos para los lectores del diario”, subraya Soriani. Viola ejemplifica que “tratamos de que estén los autores de los cuales Anagrama ha publicado prácticamente la obra completa, o ha sido la primera en traducirlos, o ha sido la que los descubrió. Ahí están, por ejemplo, los autores del team británico, Amis, Barnes, McEwan. Por supuesto, no podían faltar Carver, Bukowski, Tabucchi. También buscamos una variedad en cuanto a panorama mundial y a autores publicados por la editorial en sus comienzos –el testamento de Lenin, por caso– y también los más jóvenes, como Amélie Nothomb. Tras una lista inicial consensuada aquí, Viola viajó a Barcelona para terminar de ajustar detalles. “Allá, con Herralde, terminamos de armar la colección –cuenta–. Ahí, revisando títulos y autores, cada tanto él decía ‘éste no puede faltar’, y sumaba a alguno. Bernhard, por ejemplo, se sumó así. También queríamos que hubiera escritores argentinos: ahí están Aira, Alan Pauls, Piglia y Copi. Y algunos latinoamericanos, con los chilenos y Bellatín”. Los 40 de Anagrama es la primera colección en la historia de la editorial que aparece junto a un diario.
“Cuando esta colección termine, el lector va a tener una biblioteca con 40 títulos de los principales autores de la literatura mundial, un muestreo de lo que es la literatura moderna, clásica y contemporánea”, destaca Soriani. “Anagrama tiene dos famas muy bien ganadas –dice Viola–. Una, la del catálogo impresionante y canónico, en el que todos los autores quieren estar, al que todos los lectores quieren leer, con todas las lógicas e ilógicas que arman un catálogo. La otra fama son los precios de los libros: carísimos. Por eso la colección tiene, además, un atractivo adicional.” El catálogo de Anagrama alcanzará, en enero del año que viene, la simbólica cifra de 3000 libros publicados desde sus comienzos. Su prestigio y su aporte cultural en estas cuatro décadas parecen fuera de toda discusión. “La editorial sigue impertérrita, pese a la crisis general, publicando sus 75 novedades anuales y 35 o 40 en bolsillo, aproximadamente”, afirma Herralde desde Barcelona. “Y, como decía mi gran amigo Christian Bourgois, ‘sigo publicando el mismo tipo de libros de siempre, los libros que me gustan’.”
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