SE ANUNCIó LA TEMPORADA 2010 DEL TEATRO COLóN, QUE TENDRá VARIAS PARTICULARIDADES
Mezclado entre las presentaciones de Daniel Barenboim, el cellista Yo-Yo Ma, el pianista András Schiff, Zubin Mehta y la Filarmónica de Munich, hay un concierto “veraniego” en julio de la Orquesta Académica, que justo protestaba por su disolución.
› Por Diego Fischerman
Todo acto es político. Y toda apertura de temporada lo es, en algún sentido, aun cuando se trate de algo tan aparentemente desconectado de lo cotidiano como un teatro de ópera. Suponer, en ese sentido, que reabrir el Colón, después de tres años, y en el meneado bicentenario, con La Bohème de Puccini, es un acto carente de ideología sería un error. El mensaje, con una especie de “como decíamos ayer”, busca reforzar la idea de la vuelta a un Colón de tiempos idílicos. De un teatro a la vieja usanza y, sobre todo, de un teatro que funcione.
Nada distinto de la imagen que transmiten los carteles callejeros que desde hace dos días se ven en Buenos Aires. El telón, allí, está pronto a ser descorrido. Detrás no hay un escenario iluminado sino un negro profundo. Pero, además, entre muchísimas imágenes posibles se eligió identificar al Colón con sus personajes más anacrónicos; los valetti que, vestidos como en el siglo XVIII, abren el cortinado en las funciones de gala. Más allá de los indudables valores de la temporada presentada por el nuevo director del teatro, Pedro Pablo García Caffi, se ha decidido jerarquizar el Colón que fue por sobre el que podría ser. El del boato de las pasadas galas –coherente con una gestión que ha convertido la pintura de dorado de los faroles de plaza en actos de gobierno– y no el que podría tender lazos hacia las instituciones educativas musicales –empezando por el propio Instituto Superior– en las que el mismo Estado invierte; hacia el público joven que es convocado por el Festival de Teatro o el de Cine Independiente, para quien el Colón no se muestra como oferta cultural posible; el de los aproximadamente cinco mil amantes de la ópera que, si todo sale bien, comprarán los abonos, y no el de los habitantes de la ciudad –incluyendo al público de la cultura– que a partir del año próximo aportarán 140 millones de pesos anuales para financiarlo.
En la presentación de la temporada 2010, el jefe de Gobierno confirmó que el teatro reabrirá el 25 de mayo del año próximo. Los arreglos del Colón fueron mostrados en video y García Caffi pudo, más allá de la premura con la que debió armar la programación, mostrar un ciclo coherente y con algunos grandes nombres que lleva su sello. Esto es notorio especialmente en el campo de los solistas instrumentales y directores, en particular, en un abono de conciertos de alto nivel, bautizado “Bicentenario” y que, en la presencia del cellista Yo-Yo Ma junto a la pianista Kathryn Stott, del genial pianista András Schiff, de Zubin Mehta y la Filarmónica de Munich y, por supuesto, de Daniel Barenboim. También la temporada de la Filarmónica tiene puntos altos, aunque llama la atención los títulos perpetrados a cada concierto: “La luz primordial”, “El gen italiano”, “Flemáticos apasionados”, “Procesiones interiores” y cosas por el estilo. Independientemente de tanto mal gusto, estarán como solistas la cellista Sol Gabetta, el clarinetista Eddie Daniels, Schiff y Nelson Freire, entre otros.
Entre las curiosidades está el concierto de la Orquesta Académica, que protestaba a causa de su disolución en la entrada del hotel donde se realizó el anuncio. Lo raro no termina allí: la velada está programada en el Parque Centenario para un ciclo de verano que se realizará... el 15 de julio. El CETC, por su parte, no estará más dedicado a las artes escénico-musicales (fue fundado por Sergio Renán como Centro de Experimentación en Opera y Ballet) sino que la mitad de sus actividades serán conciertos. Junto a dos obras en las que participará el compositor Marcelo Delgado, una junto a Ricardo Bartís y otra con Emilio García Whebbi, y una obra de danza de Miguel Robles con música de Marta Lambertini, se presentarán conciertos de Horacio Lavandera, Gerardo Gandini, el Trío Luminar y Silvia Dabul, entre otros.
Pero es la ópera lo que constituye el núcleo del Colón. Y la temporada anunciada, que se llevará a cabo a lo largo de seis espectáculos –uno de ellos constituido por dos títulos– muestra una marcada preferencia por el siglo XIX y una llamativa ausencia de títulos argentinos y latinoamericanos. A la gala de apertura, en la que se presentarán fragmentos de El lago de los cisnes de Tchaikovsky, por el Ballet Estable del teatro, y el segundo acto de La Bohème, de Puccini, seguirá, a partir del día siguiente y con seis funciones, la presentación de esta ópera con dirección musical de Stefano Ranzani y dirección de escena, escenografía y vestuario de Hugo de Aana. Sus protagonistas serán Virginia Tola, Nocole Cabell, Marius Manea, Marco Caria y Denis Sedov. El 13 de julio subirá a escena Don Giovanni, de Mozart, en una producción del Teatro Municipal de Santiago de Chile, con dirección musical de John Neschling y puesta de Michael Hampe, nuevamente con Tola, Norah Amselemm, John Tessier, Juan Gatell, Eduardo Chama y Ernesto Morillo. Manon, de Massenet, se presentará en una puesta de Renaud Doucet y con Philippe Auguin como director musical. Protagonizada por Anne Sophie Duprels, John Osborn, Carlos Esquivel y Víctor Torres, está programada a partir del 10 de agosto.
El retornado Stefan Lano conducirá el doble programa conformado por Una tragedia florentina, de Alexander Zemlinsky, y Violanta, de Erich Wolfgang Korngold, que se presentarán a partir del 12 de octubre con puesta en escena de Hans Hollmann. El cierre de la temporada será en noviembre con Falstaff de Verdi, cuya primera función será el 27 de ese mes. La dirección musical será de Marco Guidarini, la dirección escénica de Roberto Oswald y los protagonistas serán Alan Opie, Svetla Vassilieva, Paula Almerares, Darío Schmunck y Graciela Alperyn. La anunciada Aída con dirección de Barenboim, por su parte, llegará en versión de concierto y como parte del abono Bicentenario, en el que el director también conducirá el Requiem de Verdi.
Pero antes de eso estará lo más discutible de la temporada lírica, que es la elección realizada por García Caffi –para la ópera Katya Kabanová, de Leos Janacek– de un régisseur, escenógrafo e iluminador casi sin antecedentes en la materia: Pedro Pablo García Caffi. No se trata de negar sus posibles méritos ni de condenar la autopromoción por principio. No es lo mismo cuando se convoca a un artista reconocido para las funciones de programador –Muti, Levine, Barenboim o Maurice Béjart, por nombrar sólo algunos casos notables–, de quienes se espera, precisamente, que desarrollen su vida artística dentro de los teatros que conducen o han conducido, que cuando se designa a alguien por sus antecedentes administrativos. En todo caso, cabe señalar que García Caffi sí realizó una régie con anterioridad: la de Oedipus Rex de Stravinsky en el Teatro Argentino de La Plata, cuando esa casa era dirigida por Pedro Pablo García Caffi. Katya Kabanová se estrenará el 21 de septiembre con dirección musical de György Rath.
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