Domingo, 22 de noviembre de 2009 | Hoy
EL BLOG “PURO BLABLA”
“Los tipos somos unos impostores. O al menos los tipos como yo. O al menos yo. Creamos un personaje con el solo propósito de ser queridos, o más que nada deseado, por mujeres. Con los tipos no nos preocupamos, podemos ser la mierda que seamos o lo que salga. En el laburo tampoco hay problema, si somos tarados promedio podemos hacer carrera, total la cuestión es parecer no ser ni saber. El que más sabe es el que lleva las de perder, porque sabe hacer las cosas y ahí quedará, haciendo lo que hace bien. Los otros, como yo, tendremos oportunidad de demostrar lo que sabemos ser (o parecer).”
Esto escribe Mr. Em, de mañana y con la promesa de no hacer correcciones, salvo las ortográficas. Su blog Puro Bláblá (puro blabla1.wordpress.com) comenzó como un ejercicio de escritura en el que la temática era amplia, para ir decantando progresivamente en la “bitácora del varón promedio” que es en el presente. “Fue hace como dos años. Hice un post más sexual y noté que las personas se enganchaban a discutir. Hubo una chica que llegó a responder un planteo mío desde un relato ‘en clave femenina’. Y poco a poco fui montando un personaje que debate bastante, del cual en la actualidad me cuesta separarme”, afirma el autor.
Mr. Em pertenece a una generación que empezó a masturbarse sin ayuda de Internet, esperando a ver el “sueño erótico” de La TV Ataca o recorriendo revistas “para leer con una sola mano”, como Adultos o Destape. “Adultos salió al terminar la dictadura, tenía muchas letras y a los nueve o diez años leíamos los testimonios ahí y en SexHumor. Descubríamos colecciones enteras en los placards de nuestros viejos, travesura de la que ellos probablemente no se enteraron ni se van a enterar.”
A los treinta y uno, el “blablero” se gana la vida como consultor en comunicación, de modo que puede ayudar a hacer un análisis de la Epidemia De La Pava Caliente. En la segunda mitad de los ’90, la crisis puso en jaque a las revistas porno y eróticas, y el hecho de que Internet todavía no se masificara colocó a esa corriente en una impasse que sólo parece haber terminado recientemente. “Antes no teníamos acceso al amateurismo –-repasa Em–. Como consecuencia, quizá consumíamos material de más calidad. Internet puso a disposición una cuestión donde domina la imagen, y entonces hubo una transformación: los más jóvenes leen menos. No están acostumbrados a ‘leer sobre sexo’, como nos pasaba a nosotros.”
En ese ámbito narrativo conciso y potente, las relaciones sexuales duran seis o siete oraciones y sanseacabó. Y eso no es necesariamente un problema. Es más: la brevedad favorece la participación, y no es raro que los comentarios externos terminen pesando tanto como los propios. Eso sí: la necesidad de mantener la máscara es una constante. “Ni mi pareja ni mis amigos ni mis familiares saben de esto. Calculo que sería negativo que altos rangos de mi laburo se enteraran. Igual sigo. Me fascina lo que cada uno tiene en la intimidad de su cabeza”, concluye el pensador furtivo.
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