Domingo, 14 de febrero de 2010 | Hoy
SALINGER
Durante medio siglo, él eligió el silencio de su casa en New Hampshire y no publicar nada. A pocas semanas de su muerte, verán la luz una serie de cartas que J. D. Salinger envió a Michael Mitchell, entre 1951 y 1993. Además de su amigo, Mitchell fue quien diseñó la portada de El guardián entre el centeno. Se podrán ver y leer en la Morgan Library, un pequeño museo en Manhattan. En esos escritos, el extraño escritor describe su vida diaria y habla de unos guiones en los que se encontraba trabajando en 1966. El dato ya alentó la esperanza de muchos de sus fanáticos, que confiaban en que su encierro redundaría en nuevas producciones. “Dos guiones, realmente libros, que desde hace años llevo conmigo y trabajo (en ellos)”, dice la carta. Mitchell entregó estos textos al coleccionista Carter Burden, quien a su vez los legó a la Morgan Library. La colección es, también, una puerta de acceso a ciertos detalles de la vida del escritor, un poco de luz a la oscuridad que rodea su figura. En un punto, resulta la descripción más específica disponible sobre sus hábitos de escritura, por ejemplo. En las cartas, Salinger relata que cotidianamente comenzaba a escribir a las siete de la mañana a más tardar, y relata cómo al principio disfrutó del reconocimiento que consiguió con su novela de culto, lo que le permitió una cena privada con Laurence Olivier y Vivian Leigh en Londres.
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