EL GESTOR CULTURAL
–¿Qué experiencia le dejó estar al frente de teatros oficiales: la Comedia de la Provincia y el Teatro Argentino de La Plata?
–Mi primer trabajo de gestión cultural fue en el Centro Andaluz de Teatro. En Sevilla fundé las Escuelas de Dirección Escénica y Escenográfica, y acá dirigí la Comedia y el Argentino, cargo al que renuncié en 2003. Mientras estuve en esos lugares no me pregunté si lo que iba consiguiendo tendría continuidad. Simplemente, hacía, tratando de no romper lo que habían hecho otros antes que yo, pero en general esto no es así: la mayoría de los directores se creen únicos y destrozan lo anterior. Esta situación se da en el Teatro Colón, donde realicé varias régies. En el San Martín, la figura de Kive Staiff fue cuestionada por los muchos años que estuvo al frente del teatro, pero no se le puede negar criterio ni conocimientos. En cultura es importante que no se produzca un desbande y que el director que se haga cargo no deshaga lo que hizo de positivo el anterior. En Argentina los cambios se parecen a un acto de venganza.
–¿Tendría sentido que la elección fuera hecha de manera democrática a través de una comisión?
–Las designaciones están en general muy cerca de la política como para creer que una comisión se comportará de manera diferente de lo que necesitan los políticos a cargo. Las “venganzas” en nuestro país son producto de la inmadurez política argentina. Cuando no se respeta el trabajo de los otros no hay salida. En asuntos culturales prefiero la continuidad basada en el consenso; acepto la búsqueda, pero no el cambio “porque sí”. Los políticos y los directores de los espacios públicos son inquilinos del lugar que ocupan y no los dueños. Entiendo que hay actos necesarios, de los que se hacen “para salvar un lugar”, pero es grave que sucedan y se instalen como algo natural. Todos tememos que los gobiernos miren con simpatía el avance de la acción privada en lo que debe ser patrimonio único del país, y no sólo en los temas culturales. Los privados tienen su ámbito, y bastante ganancioso. Necesitamos gente que sepa velar por todo lo creado y eduque, sobre todo a los jóvenes, que por suerte son creativos.
–¿A qué se debe el desdén por lo cultural?
–Sucede con aquellos que no están a la altura de su cargo. Gente que mira a la cultura como si ésta fuera la guinda de la torta, la decoración, y no la torta. Mientras esto perdure estamos listos. Es el cuento de nunca acabar de un país desorganizado y una realidad ante la cual no podemos cejar.
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