Mié 07.07.2010
espectaculos

ALEJANDRO TANTANIAN, CYNTHIA EDUL Y LAS ACTIVIDADES DEL PROYECTO ESCENA SUR

“Falta una reflexión de los hacedores”

Los dos teatristas impulsan, junto a la docente Asuka Hatano, una original usina de creación teatral. En su primera etapa, incluirá un seminario intensivo, clases magistrales y un proyecto de investigación. “Queremos hacer foco en la escritura y el autor”, destacan.

› Por Hilda Cabrera

¿Por qué no utilizar la leyenda urbana de que Buenos Aires es la capital del teatro? La pregunta parte del actor, dramaturgo, cantante y director Alejandro Tantanian, con experiencia en trabajos realizados en Europa, los últimos en la ciudad alemana de Mannheim, donde entre otras puestas presentó Die Dreigroschen Oper (La ópera de dos centavos), de Bertolt Brecht y Kurt Weill. Este artista, junto a la actriz, autora y docente Cynthia Edul, y Asuka Hatano, docente de semiología en la UBA, crearon en 2009 la Asociación para el Teatro Latinoamericano THE, que ahora impulsa, en colaboración con Siemens Stiftung, la usina de creación teatral Escena Sur, cuya primera etapa –programada por Tantanian y Edul– se desarrollará entre el próximo lunes y el viernes 13 de agosto.

Incluye un Seminario Intensivo para veinte dramaturgos extranjeros, dictado por estos dos autores, en el Museo Evita, de Lafinur 2988; un Ciclo de Clases Magistrales sobre la creación del texto teatral, en el Malba (ver recuadro), y un Proyecto de Investigación, donde confluyen especialistas de diferentes ámbitos de la producción cultural y social. Una propuesta básica de este segmento es analizar “lo público”, concepto difícil de encuadrar en una época en que la comunicación y el lenguaje se definen a escala mayor y a través de políticas concretas. Sobre este punto, Edul sostiene que “el objetivo es discutir sobre la idea de lo público e intervenir en el ámbito cultural”. “Lo público en el teatro sería el espectador”, observa a su vez Tantanian. Para este proyecto se convocó al escritor y docente Daniel Link, a Carlos Gamerro (novelista, traductor, especialista en literatura inglesa); al cineasta Santiago Loza (Extraño, La invención de la carne, Rosa patria); al artista plástico y docente Patricio Larranbebere y a la actriz, autora y directora Beatriz Catani. “Ellos se ocuparán de un debate que entre nosotros está bastante debilitado, como lo está la relación con los autores de los países latinoamericanos”, señala Tantanian, aun cuando admite que en este terreno existen instituciones que promueven trabajos en conjunto. “En Escena Sur proponemos como centro el trabajo del autor, teniendo en cuenta que no se circunscribe al texto, sino también a una particular escritura del espacio, como sucede en las performances. El discurso del director no es secundario”, resume.

–¿Qué está faltando, entonces?

Alejandro Tantanian: –En general, una reflexión que parta de los propios hacedores y no, como viene sucediendo, de los críticos y los investigadores. Queremos hacer foco en la escritura y el autor.

–¿A cuáles de estas actividades tiene acceso el público?

A. T.: –El único evento abierto al público es el de las clases magistrales en el Malba. Para el seminario hicimos una preselección de los aspirantes y quedaron veinte, porque ése es el cupo; el número que podemos manejar en la clase práctica de escritura.

C. E.: –Nuestra intención es llegar a organizar una residencia artística para los latinoamericanos que quieran conocer la producción local.

A. T.: –Algunos de los que participan obtuvieron becas de su país, porque las intervenciones son pagas. Nosotros ofrecemos el seminario, el desmontaje de las obras en cartelera...

–¿Qué obras seleccionaron?

C. E.: –El tiempo todo entero, de Romina Paula; Ala de criados, de Mauricio Kartun; Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza; Reflejos, de Matías Feldman, y Mi vida después, de Lola Arias. Ellos trabajan el texto, ven la obra y después desmontamos el texto con el autor.

A. T.: –Yo me ocupo de la clínica. Los inscriptos trabajan el material desde cero hasta un primer borrador; reciben entradas para un total de dieciocho espectáculos, tanto del circuito oficial como del comercial e independiente, y asisten a las clases magistrales.

–¿Cómo lograron apoyo de las empresas?

A. T.: –Conozco al encargado del área de danza y teatro de Siemens Stiftung, Joachim Gerstmeir, dramaturgista y curador de festivales. El pudo ver un espectáculo mío en Bruselas, en 2003, Carlos W. Sáenz (1956–), que es un nombre ficticio. Montamos la obra con Edgardo Rudnitzky y Jorge Macchi (artista plástico) y la estrenamos también en ciudades alemanas. Joachim fue quien decidió que Los mansos, una obra mía sobre la novela El idiota, de Dostoievski, tuviera un subsidio parcial de Siemens Stiftung. Para nuestro proyecto de Escena Sur nos contactamos desde acá, antes de que yo partiera a Mannheim.

C. E: –Y cuando Alejandro estuvo en Alemania, le dieron el ok. Llegamos a esto después de que se produjeran varias coincidencias.

A. T.: –En principio, a la fundación le interesaba trabajar no sólo en proyectos artísticos, como teatro y danza, que es el área que maneja Gerstmeir, sino también en propuestas académicas relacionadas con la formación intelectual. Cuando le conté que el nuestro era un proyecto académico, se entusiasmó, porque además les estaba interesando colaborar en la zona latinoamericana.

C. E.: –Al mismo tiempo, la gente del Malba se mostró muy dispuesta a participar. No somos una institución, pero podemos asociarnos con ámbitos privados e institucionales y crear en autogestión.

A. T.: –Como esto no da rédito económico resulta difícil convencer a las empresas locales. Estas prefieren otra visibilidad. Recibimos una retribución por nuestro trabajo, nos ocupamos de la entrega de entradas a los alumnos y verificamos que todo esté bien pago. De lo contrario no nos hubiéramos atrevido a llamar a gente como Pavlovsky o Monti, o Link o Gamerro. Que haya un cachet en cultura es poco frecuente. Valoramos el tiempo y la actividad intelectual de los que participan. En nuestro medio decir que el pensamiento vale dinero es anormal. Sabemos que es complicado y a veces triste estar hablando de dinero, pero es así. Buscamos dignificar la situación del artista, el pensador, el creador...

–¿Les queda tiempo para otros trabajos?

A. T.: –En la misma semana del seminario estreno Viaje de invierno, un espectáculo de canciones, un poco a la manera de lo que venía haciendo con la trilogía De lágrimas (2002), De protesta (2004) y De noche (2008). La diferencia es que en lugar de trabajar sobre un tema, tomo la estructura dramática de los lieder que compuso Franz Schubert sobre poemas de Wilhelm Müller. Las canciones no son todas del Winterreise, de Schubert, sino que también hay, por ejemplo, tangos, temas de Boris Vian (novelista, dramaturgo, poeta y músico francés); y composiciones de Jacques Brel (cantante, actor y cineasta belga).

C. E.: –Terminé mi primera novela, La sucesión, y estoy buscando editor. Tiene relación con Miami, una obra de desencuentros familiares que ya estrené. La novela trata sobre una familia en la década del ’90. El protagonista es un padre, un industrial que conoce el ascenso y la caída en relación con lo económico. Su periplo es el de un jugador, y el relato parte de un adulto que ve por los ojos de una nena y recibe información a través de ella. Desde ese punto extrañado de la nena se cuenta la historia del padre. Además de esta novela, comencé a escribir para teatro, pero ese texto está todavía en gateras.

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