OPINION
Fábrica emotiva sin pudores
Por horacio gonzalez *
Un gran momento de la televisión es aquél en el cual toda su memoria volátil vuelve a ponerse a punto. En el programa de Maradona había un “volver a vivir”, la remota raíz del circo revivida y la escena hogareña donde el héroe recibe amigos, devora cariño y muestra su fábrica emotiva sin pudores. ¿Quién no vio por separado todos estos caramelos surtidos de cincuenta años de televisión? Pero algo conserva Maradona que lo hace mejor que el resto, vive su mito sin intranquilidad, con satisfecho candor, y dice frases que alguna vez todos dijimos cuando hablamos espontáneamente. El problema es que su propio pasado –que como cualquier pasado es una cuerda que exige cuidado y olvido– puede quedar desmantelado en una máquina sin verdaderos ejes narrativos (en el programa, la conversación caía y caía en medio de grandes despliegues técnicos). Fellini quiso fusionar circo y televisión, pensando que así ambos se salvaban. Aquí, el intento de fusión que presenciamos no se aproxima a aquel noble proyecto de Ginger y Fred.
* Sociólogo.