Domingo, 19 de marzo de 2006 | Hoy
VUELVE GUINZBURG A LA MAÑANA DEL 13
Con nuevos sketches y recursos técnicos, el ciclo que conduce Guinzburg, acompañado por Ernestina Pais y un gran equipo, vuelve mañana. La consigna que dio resultado y se mantiene es entretener e informar al mismo tiempo.
Por Emanuel Respighi
Mientras en la ciudad de Buenos Aires llueve copiosamente, el poco más de metro y medio de Jorge Guinzburg entra a una de las tantas oficinas de Canal 13 visiblemente cansado, aunque sin dejar de perder el buen humor. Es que tanto uno como otro rasgo que exterioriza su cuerpo son la consecuencia de haber terminado hace minutos uno de los tantos ensayos que realizó antes de la largada de la segunda temporada de Mañanas informales, el ciclo que regresa mañana, a las 9.30, por el 13. ¿Por qué motivos ensayar si se trata de un ciclo consolidado, que ya tuvo una temporada al aire y no cambia a ninguno de los miembros del staff? “Lo que pasa es que hay escenografía y skecthes nuevos, que requieren de cuestiones técnicas... Bah, en realidad, yo suelo ensayar mucho todo porque soy medio hinchapelotas”, se sincera, quien en cámara hilvana un chiste tras otro, pero que tiene algo más que fama de ser bastante exigente a la hora de trabajar. “No sé si la palabra es exigente”, se defiende, aceptando la crítica. “A mí me gusta que todo salga bien. No entiendo a la gente que puede hacer las cosas bien y, sin embargo, le da igual salir al aire de cualquier manera. El 13 es un canal de por sí exigente, desde los técnicos hasta los camarógrafos. Pero no creo que sea exigente. En todo caso, soy perfeccionista”, dispara, y suelta la carcajada.
Suerte de espacio anárquico en el que lo lúdico motoriza cada una de sus partes, Mañanas informales es el nombre del delirio televisado que el año pasado revolucionó la mañana en la pantalla chica. Entre la ácida verba de Ernestina País, el humor de Bicho Gómez y el complemento de Osvaldo Bazán, Mario Mazzone y Gastón Recondo, el programa regresa con el mismo espíritu del último año y algunas novedades que Guinzburg prefiere no develar. “En la historia de la TV –dice el conductor–, este programa tiene que estar. Por más que este año nos gane Telefé, creo que Mañanas... tiene que quedar en la historia, porque marcó un antes y un después en la mañana de la tele. De la misma manera que lo fueron La noticia rebelde y Peor es nada. El ciclo explota brillantememte el concepto de informar y divertir al mismo tiempo. Yo quiero que la gente sepa lo que pasa, pero que a pesar de todo conserve el buen humor. Y eso el ciclo lo cumple como ningún otro.”
–Después del buen año que tuvieron, ¿cómo se encara una nueva temporada? ¿Pensando cambios o consolidando lo hecho?
–En televisión, por lo general, equipo que gana no se toca. Yo, sin embargo, siempre hice al revés. En Peor es nada, por ejemplo, todos los años cambiaba los skecthes. Me cansaba de El negro 2,50, Tru Cham e inventaba otros personajes. Pero lo que siempre me pasa es que una semana antes de salir al aire me preguntaba si estaba haciendo bien, para qué cambiar... Pero tiene que ver conmigo: a mí no me gusta la repetición, necesito siempre hacer algo nuevo para mantener al humorista despierto y vital.
–¿Esa veta ecléctica responde a su personalidad o a entender el negocio televisivo?
–Es parte de mi gusto personal. Yo siento que siempre me canso de mis programas o de mis personajes antes que la gente. Me parece que esa cosa de cansarme más rápido hace que busque cosas nuevas constantemente, lo cual no es sinónimo de éxito. Pero cuanto más cosas nuevas uno busque, más posibilidades tiene de acertar. Yo soy de los que creen que vale la pena probar. Prefiero arriesgarme a un formato nuevo a enquistarme en un formato exitoso o copiar un programa de otro.
–¿Y por qué vuelve con Mañanas..., entonces?
–Porque todavía creo que me puedo seguir divirtiendo mucho haciendo el ciclo. De hecho, aun con mi personalidad ecléctica, el programa va a seguir manteniendo el espíritu de incorporar la mayor cantidad de información posible con un estilo que se pueda hacer de forma divertida. Por suerte, cuando a uno le va bien no se recuerdan tanto las cosas que no funcionaron... Ahora, por ejemplo, tengo ganas de hacer una novela delirante con los integrantes del programa.
–¿La mañana le da cierta impunidad para probar cosas?
–No. Yo, haga el programa que haga y en todos los canales que estuve, siempre le di libertad a lo que se me ocurriría. Tuve la suerte de siempre hacer aquellas cosas que mi mente creaba. Siempre hice lo que quise. Por eso me hago cargo de los éxitos y los fracasos por igual.
–Cuando comenzó con el ciclo, ¿creía íntimimamente que estaba ante un éxito?
–Yo creía mucho en el proyecto, en que íbamos a hacer un buen programa. No entendía cómo si en todo el mundo la TV arranca a la mañana, en Argentina no pasaba lo mismo. Pero nunca imaginé que la gente se iba a enganchar tanto con la propuesta. Muchas veces me pregunto a quién le sacamos público. Creo que al aumentar el encendido, en realidad, el programa atrajo a gente que no escuchaba radio ni miraba televisión. En ese sentido, el programa me hace acordar mucho a La noticia rebelde, porque fue un programa que acaparó la atención de personas que no veían TV. Creo que Mañanas... atrajo a aquellas personas que a la mañana no se enganchaban con nada, aun cuando tenían la radio o el televisor prendidos por costumbre.
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