Lun 22.08.2005
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GASTON GORDILLO, ANTROPOLOGO

Tradición oral y memoria escrita

Su libro Nosotros vamos a estar acá para siempre rescata la historia de los tobas formoseños, pero contada por ellos mismos.

› Por Silvina Friera

La historia empezó en 1987 cuando era estudiante de antropología en la Universidad de Buenos Aires. Una profesora necesitaba asistentes de investigación que estuvieran dispuestos a viajar al oeste de Formosa, para realizar trabajos de campos en las comunidades tobas. “Fui esa primera vez sin saber nada, pero tenía mucho interés por conocer una realidad más concreta que contrastara con el aspecto teórico de la facultad”, recuerda el antropólogo Gastón Gordillo en la entrevista con Página/12. “Muchas veces llevaba los artículos que publicaba y comprobaba el desfasaje entre el lenguaje académico, en los que se discutían cuestiones teóricas, y la realidad de los tobas, que sabían leer y escribir de un modo muy básico. Necesitaba escribir para ellos algo que les pudiera servir. Me decían que querían tener un libro escrito con su historia. Estaban obsesionados con este tema, por más que ellos tienen una memoria oral muy rica.”
Nosotros vamos a estar acá para siempre, publicado por Biblos, tiene como autor “intelectual” a Gordillo, pero los autores materiales son los cuarenta y cuatro tobas que entre 1988 y 2003 tiraron de los hilos de sus memorias para reconstruir su pasado: la vida de los antiguos, los primeros viajes a los ingenios, los conflictos con los criollos, las batallas con el ejército, la evangelización anglicana, las migraciones laborales a los ingenios de Salta y Jujuy, hasta la lucha más reciente por la propiedad de la tierra. El libro, vale aclarar, está dirigido a la gente quom (los tobas) y a un lector no académico. Gordillo no hace un análisis antropológico e histórico de los relatos, simplemente seleccionó y organizó ese material, y aunque en algunos casos los editó para facilitar su comprensión, mantuvo en muchos casos la sintaxis original de la narrativa oral. Inspirado en el libro Nuestra memoria: Olhamel Oticlumhaya, editado y escrito por Laureano Segovia, un hombre wichí de Misión La Paz, provincia de Salta, el título del libro de Gordillo, Nosotros vamos a estar acá para siempre, apareció un día de julio de 1996, cuando Mateo Alto, uno de los relatores, le dijo: “Ya desde chicos nacimos en la miseria, la pobreza. Si somos cinco hermanos, comemos juntos un pescadito. Pero nosotros no nos afligimos. No somos como la gente pobre de la ciudad. No tenemos que preocuparnos porque nosotros somos aborígenes. Nosotros vamos a estar acá para siempre”. Gordillo aclara que no es una idea exclusiva de los tobas, o de los indígenas, que los jóvenes estén olvidando la tradición de sus antepasados. “Muchos grupos humanos sostienen que sólo los viejos se acuerdan de cierta historia y que los jóvenes están perdiendo la tradición oral”, subraya el antropólogo y profesor en la Universidad de British Columbia (Vancouver, Canadá).
–¿Esa necesidad de escribir la historia, nace por la presión de la cultura occidental que valora lo escrito por sobre la tradición oral?
–Sí, nuestro énfasis como sociedad impone la escritura, lo que realmente vale es lo que está escrito, y ellos lo han incorporado a lo largo de muchas décadas, a partir de la influencia de los misioneros anglicanos, que fueron los primeros que les enseñaron a leer y escribir. A principios del siglo XX ellos estaban indocumentados, pero la policía les pedía documentos. De pronto aprendieron que para el blanco tener algo escrito en un papel tenía un valor tremendo a nivel político, social y cultural.
–¿Qué hizo cuando le contaban dos o más versiones de un mismo acontecimiento histórico?
–Mantuve la heterogeneidad de voces. Muchos tobas recuerdan una batalla que hubo con el ejército en 1917 como una gran victoria, y te cuentan que murieron muchos soldados y que no hubo muertos en la comunidad. Pero un hombre me dijo que el ejército masacró un montón de gente y que, en realidad, los tobas perdieron. No me quise meter en cuál de las versiones era más verdadera (aunque en base a los documentos históricos, el ejército obligó a los tobas a replegarse y hubo muchos muertos): presento las distintas versiones que aparecen.
–¿Cómo se perciben ahora respecto del hombre blanco?
–La principal percepción es que ellos son engañados y manipulados por las instituciones estatales de Formosa. La política es un campo de engaños y falsas promesas: los candidatos les reparten mercaderías a cambio de votos. Pero al mismo tiempo, los tobas son actores políticos tan conscientes de sus estrategias, como cualquier otro actor político en la Argentina actual. Tanto los líderes como la gente común buscan negociar el precio de sus votos con los distintos candidatos del PJ. Esta práctica política les ha permitido imponer sus propias demandas frente a las instituciones del Estado. Estas comunidades, a diferencia de otras en la Argentina, tienen el título de propiedad de la tierra desde 1989.

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