Dom 03.04.2011
espectaculos

RODRIGO DE LA SERNA ENCARNO AL PADRE DE LA PATRIA

“La gran epopeya fue el cruce de los Andes”

“Resignificar la figura de San Martín, después de todo lo que la historiografía clásica ha dicho sobre su figura, tiene un valor histórico-político innegable”, dice el actor acerca de Revolución. El cruce de los Andes, que se estrenará el próximo jueves.

› Por Emanuel Respighi

Apenas se intercambian las primeras palabras con Rodrigo de la Serna en el bar estipulado para la entrevista, la percepción que invade el diálogo es que el actor está más ansioso y enérgico que lo habitual. Y ese estado de ánimo no responde al inminente final de Contra las cuerdas, la serie que protagoniza de lunes a jueves, a las 22.30, en Canal 7. Tampoco al próximo debut de El puntero, el unitario que junto a Julio Chávez y Luis Luque encabezará en El Trece. Su explícita ansiedad tiene, en realidad, un único y lógico motivo: el esperado estreno cinematográfico de Revolución. El cruce de los Andes, la película en la que al joven actor le tocó interpretar nada más y nada menos que al general José de San Martín, y que esta semana subirá a cartel. “Estoy cumpliendo el sueño de todo chico. ¿Quién no soñó alguna vez con hacer de San Martín en un acto escolar?”, pregunta, con la alegría de saberse un privilegiado por haberle puesto el cuerpo y alma al Padre de la Patria. Un papel que, desde su percepción, no fue un trabajo como cualquier otro. “Es imposible que no se te caiga la historia encima al momento de ponerse en la piel de semejante figura libertadora”, confesará ante Página/12 .

La ansiedad contenida del actor tiene una explicación que, incluso, va más allá de la interpretación de la trascendente figura de San Martín: la concreción de ver en pantalla grande el sueño del pibe se demoró más de la cuenta. Rodada en San Juan y Buenos Aires entre junio y julio de 2009, la película sobre la hazaña sanmartiniana iba a ser estrenada en 2010, como parte de los festejos por el Bicententario de la Revolución de Mayo. Sin embargo, el film dirigido por Leandro Ipiña (realizador de San Martín. El combate de San Lorenzo, que Encuentro emitió en 2008) tuvo que esperar casi dos años para que llegar al público. “Tengo expectativas muy grandes, ganas de verla por una vez en el cine y de que la gente quiera ir a verla. Fue un esfuerzo descomunal el que hicimos todos los que trabajamos en la película. Pusimos mucho más que profesionalismo: volcamos muchísimo de nuestras vidas. Haber conseguido este material cinematográfico en seis semanas y media es casi un milagro”, subraya De la Serna.

Coproducción entre Canal 7 y Encuentro, con el apoyo del Instituto Nacional de Ciencias Audiovisuales, Televisión Española y la provincia de San Juan, Revolución... cuenta uno de los grandes hitos de la historia latinoamericana a través de los recuerdos de quien fuera el amanuense de San Martín, Manuel de Corvalán, que al momento de cruzar al cordillera tenía tan sólo 15 años. Ya veterano, De Corvalán reconstruye algunos momentos salteados del cruce y traza la personalidad de San Martín ante un periodista que vino a entrevistarlo. Esa es la excusa que el guión utiliza para contar un relato íntimo de la proeza que el libertador de la Argentina, Chile y Perú llevó adelante entre el 19 de enero y el 8 de febrero. La película contó con un equipo de filmación de casi 100 personas y poco más de 1400 extras. “Espero que la película provoque algo en aquellos que vayan a verla”, reflexiona De la Serna. “Que se emocionen, que se cuestionen, que se planteen debates, que les genere interés sobre la historia argentina... El hecho de que vayan a verla ya es suficiente. La película es un viaje en el tiempo, tiene suspenso, épica y hasta un poco de western. Atrapa al público y lo mete dentro de un viaje en el tiempo del que no puede salir hasta que termina.”

–¿Con qué película se va a encontrar el público?

–La revolución fue producto de la alquimia que se generó en el pueblo, que hizo posible que de la situación más miserable y el olvido pusiera fin a 300 años de un sistema absolutista que catalogaba a los seres humanos en 35 categorías según su color de piel. Esa es la verdadera revolución: la de un pueblo que elevó y fortaleció su nivel de conciencia. San Martín fue el brazo ejecutor de la verdadera Revolución de Mayo, un ejemplo de liderazgo y compromiso que deberíamos tener más presente.

–En ese sentido, ¿Revolución. El cruce de los Andes es más un hecho político-histórico que cinematográfico?

–Es mucho más que una película. Al abordar el cruce de los Andes, uno no puede desconocer que se cruza la visión política con la histórica revisionista y la artística. Resignificar la figura de San Martín, después de todo lo que la historiografía clásica ha dicho sobre su figura, tiene un valor históri-

co-político innegable. El monumento histórico que hizo Mitre alrededor de la figura de San Martín, que es muy valioso en tanto Mitre literato, tergiversó la verdadera lucha del general. En el contexto de unión latinoamericana que estamos viviendo hoy, hacer una película sobre el comienzo del proceso libertador de diferentes pueblos toma una relevancia inusual y pertinente. Con el director intentamos reflejar esta visión histórica revisionista. Desde hace un tiempo hay un movimiento revisionista de la historia y la película es consecuencia de ese proceso. Ojalá sirva para desterrar la nefasta tergiversación de la Revolución que hizo la generación del ’80, y que los jóvenes puedan acercarse a la verdadera historia.

–La película toma un relato intimista del cruce de los Andes. En él se ve un hombre de carne y hueso, un ser muy enfermo, con temores y fobias.

–La película cuenta la historia del cruce desde los ojos del escriba de San Martín, Manuel de Corvalán, que fue quien tuvo un acceso directo e íntimo al general. Si uno se pone a imaginar lo que habrá sido la mente y el cuerpo de San Martín en aquel histórico momento, uno puede llegar a intuir que habrá tenido agudísimas paranoias, dado el contexto político de su época. Tampoco hay dudas respecto de sus malestares físicos tremendos, ya que padecía de úlcera gástrica, fístula anal, hemorragias, principios de asma... Evidentemente, San Martín era un fusible que estaba conteniendo en su físico una energía continental muy potente, y eso debilitó mucho su salud. Ese relato íntimo, concentrando la trama en el fuero más cercano, cuenta el San Martín que ningún manual de historia nos mostró.

–¿Esa decisión tuvo que ver con una mirada revisionista o con la mejor manera de maximizar un presupuesto importante, aunque escaso para una producción histórica de esta magnitud?

–La gran epopeya de la historia sudamericana fue, sin dudas, el cruce de los Andes. En Hollywood esta película hubiese costado, tal vez, 100 millones de dólares. Con esas facilidades de dinero uno puede plantear un guión con un despliegue más importante. Esta película costó poco más de 2 millones. El guión fue cambiando y se fue acomodando al presupuesto que íbamos teniendo. Para el poco tiempo de rodaje que tuvimos, el resultado fue milagroso. El presupuesto compra el tiempo. En Estados Unidos, por lo que significa histórica y artísticamente, esta película hubiera contemplado más de 15 semanas de rodaje, por lo menos.

El bronce, entre
el pasado y el presente

Además de una epopeya compleja geográficamente, el cruce de la cordillera por parte de San Martín fue también un interesante ejercicio militar, que muestra la enorme capacidad de estratega que el líder poseía. En el film se muestra cómo San Martín planificó el cruce como si fuera una partida de ajedrez, a través de seis tropas divididas, con la idea de despistar a los realistas que lo esperaban del otro lado de los Andes. “Sembró pistas falsas para que los realistas no supieran efectivamente por dónde iban a cruzar la cordillera y sus enemigos, desconcertados, se movieron primero hacia el sur por donde iba Freire, luego hacia el norte por donde cruzaba Cabot. Recién una vez que reunió al grueso del ejército en Santa Rosa, San Martín decidió que la batalla definitiva se hiciera en Chacabuco”, cuenta De la Serna, convertido casi en un sanmartinólogo por la vasta biografía que leyó para la composición del personaje.

–La película lo muestra como un gran estratega militar, al punto de que en la planificación de la batalla de Chacabuco se lo muestra dirigiendo al ejército desde un monte.

–En Chacabuco demostró sus dotes de Gran General: fue ahí donde pasó a la historia. En el combate de San Lorenzo, él fue el primero en llegar y chocar con el enemigo, pero creo que con la idea de demostrar que él verdaderamente se estaba jugando por la independencia. No hay que olvidarse que un año antes de llegar a estas tierras San Martín estaba peleando en Europa a favor de los realistas. Tenía que demostrar que estaba luchando por su propia convicción. En el cruce de los Andes y en la batalla de Chacabuco, él fue el gran ajedrecista, el estratega, mientras que Soler y O’Higgins fueron al choque.

–El film también deja en claro que uno de los mayores obstáculos a los que tuvo que enfrentarse no fueron los realistas ni la cordillera, sino los traidores.

–Era una época en la que había muchísimo espionaje y los ejércitos eran reclutados a cada paso por todos aquellos que se quisieran sumar. La guerra de Zapa que ellos hicieron, después, en Perú, hizo que no les demandara disparo alguno al entrar a Lima. Había un trabajo de inteligencia muy fuerte que buscaba minimizar las conspiraciones internas. Los traidores fueron un tema a lo largo del cruce de los Andes, porque había seis columnas divididas en un rango de acción de mil kilómetros. La comunicación debía ser muy precisa.

–¿La falta de sentido patriótico de entonces minaba su búsqueda?

–Claro, pero la gran visión política de San Martín fue haber visto que lograr sentido identitario era posible. San Martín encontró en Cuyo un pueblo decidido y fue su alquimia la que le posibilitó tener tantos leales. Cuando llegó a la gobernación de Cuyo y pidió ese lugar para estratégicamente planificar el Plan Libertador, nadie se imaginaba lo que iba a hacer realmente. San Martín levantó al ejército del barro mismo, levantó allí escuelas, talleres, fábricas para hacer los cañones. Eso no lo hubiese hecho si no hubiera visto una región y un continente listo para forjar su identidad.

–Además, San Martín tuvo muy escaso apoyo político y económico de Buenos Aires.

–En ese momento, en Buenos Aires estaba su archienemigo Carlos de Alvear. Históricamente, Buenos Aires nunca fue muy propensa a la conformación de una identidad de Patria Grande, salvo contadas excepciones. La Patria Grande fue una visión de San Martín y Bolívar, que imaginaron que la Conformación de Estados Americanos podía ser viable. Claro, se adelantaron 200 años. Pero ellos generaron una alquimia en todos los pueblos sudamericanos, sembraron una semilla que se mantiene en el tiempo: la idea de una identidad latinoamericana diversa y grande, pero unida.

–¿Le pesó para la composición el temor a no poder atravesar el bronce que el prócer independentista conserva a través de los manuales escolares?

–No. Con el guión que teníamos, la idea del director, el proceso de revisionismo histórico que viene tomando impulso desde hace un tiempo y con la coyuntura latinoamericana actual, resulta imposible quedarse en el bronce. Lo que sí, el personaje tenía una dificultad extra, porque hay una coyuntura en la que hay que decir algo y el mensaje de San Martín se alinea con la actualidad latinoamericana.

–¿Considera que el contexto político, social y educativo actual beneficia que el mensaje penetre mejor en aquellos que vean la película?

–Creo que sí. La coyuntura es muy favorable, es afín al sueño de Patria Grande que tuvieron San Martín, Bolívar, Artigas y tantos otros. De alguna manera, esa idea tomó vigor desde hace algunos años. Si se compara la situación actual con la que se vivía hace 15 años, con Menem, Fujimori y Collor de Mello, creo que América latina toda está mucho más unida y fuerte. Y eso es lo mejor que puede pasarnos. Esa visión sigue viva.

–¿Cree que Unasur va a poder cerrar ese sueño libertador?

–Creo que se está cerrando bastante, que las naciones latinoamericanas están mucho más integradas y fuertes que antes. Hoy ya ningún país mira para otro lado acerca de lo que pasa en un Estado vecino. Los lazos de unión política entre los países latinoamericanos están muy visibles.

–¿Y qué rol piensa que juegan los medios de comunicación en ese proceso de integración regional?

–Los medios de comunicación juegan hoy un rol fundamental en la conformación de las políticas. Por eso comparto la idea de que el Estado debe intervenir en todos los lugares en donde haya alguna carencia, sea del tipo educativo, cultural, social, económico o sanitario. Si hay una dirección clara que es apoyada por la mayoría, me parece que está bien y que hay que profundizarla. No es un Estado estalinista, donde desde arriba se decreta cuál es el rumbo por una cuestión ideológica y de poder. El desarrollo de los medios públicos viene a suplir espacios que estaban vacantes por los privados. En el caso de San Martín, todas las voces fueron escuchadas y todos tuvimos libertad absoluta para trabajar. No había un enano bajando ningún tipo de línea sobre qué hacer y cómo hacerlo. Yo me formé en este país y tengo mi propia visión de la historia.

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