Jueves, 28 de abril de 2011 | Hoy
OPINION
Por Gabriela Ricardes *
Mezcla extraña y poderosa que cruza diferentes universos de símbolos y códigos, el circo fue desde sus orígenes cuna de fusión de las artes, ya que incorporó a sus rutinas de destrezas y habilidades físicas la música, la danza y la teatralidad.
A finales del 1700, no hace tanto finalmente, el circo fija los códigos de representación que lo van a identificar, más allá de sus grandes mutaciones a lo largo de la historia: el virtuosismo, el rigor y la proeza.
Hoy, más de 25 años han pasado ya de lo que dio en llamarse el fenómeno del “nuevo circo”, que comenzó a cuestionar la forma y el fondo de este arte en el mundo y dio paso a lo que conocemos como “circo contemporáneo”.
Estos espectáculos, fuertemente desarrollados a partir de la formación de nuevos artistas, intérpretes y creadores, vienen a revitalizar el género enriqueciendo al circo con otras características: escritura, poesía, originalidad y transversalidad de los lenguajes artísticos.
Las Artes del Circo proponen así una nueva dimensión artística, donde intérpretes y creadores encuentran campo fértil para experiencias diversas y promueven al circo a la categoría de “arte mayor”.
En la Argentina, la creación de proyectos públicos que favorecen la formación (carrera Artes del Circo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero), la difusión y la profesionalización de las artes del circo (Polo Circo) acelerarán sin duda una emergencia rica y dinámica que empieza a encontrar un nuevo acompañamiento y que derivará sin duda en artistas y espectáculos únicos.
* Directora del Polo Circo.
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