Hay imágenes que quedaron grabadas con la fuerza de símbolos de una época: Massera, Videla y Agosti con los brazos en alto, festejando los goles de la Selección Argentina en la final contra Holanda. El palco oficial de Ezeiza, en el acto que pretendía celebrar el regreso de Perón, controlado por hombres que levantan sus armas. El policía que abraza a la madre de pañuelo blanco que llora en su pecho, una foto que mereció el Premio Rey de España en 1983. Como éstas, muchas otras imágenes, menos conocidas, hablan sin palabras, gritan una historia reciente, con la distancia que impone el blanco y negro. El libro En negro y blanco. Fotografías del Cordobazo al Juicio a las Juntas, compilado por Pablo Cerolini y Alejandro Reynoso, reúne ciento sesenta imágenes que, presentadas en un orden cronológico, resultan un testimonio que dota de caras y gestos a la historia. El trabajo fue presentado el lunes pasado en la Feria del Libro, en una mesa en la que estuvieron los compiladores del libro, Estela Carlotto, el secretario de Cultura, José Nun, y Guillermo Moranchel, director de Industrias Culturales.

Hasta el domingo pasado, estas imágenes formaron parte de una muestra en el Palacio Nacional de las Artes, que próximamente recorrerá el país. Se venderá en las librerías Yenny, y las ganancias serán destinadas a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y a la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina. “Las Abuelas hacemos todo lo posible para llevar luz sobre esta historia, y para que la luz les llegue a los que todavía descreen”, expresó Carlotto durante la presentación. “Este libro fantástico y conmovedor constituye una mirada necesaria, no para los que vivimos en carne propia aquella historia, sino para los que pretenden ese olvido. Ver cada foto es entrar en la historia por la vía del horror, pero también en el camino de la esperanza: mostrar es evitar que vuelva a pasar”, analizó la presidenta de Abuelas.

Tras recordar el momento en que fueron decretadas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Nun lamentó que en el libro sólo se incluyera una foto de Martínez de Hoz (“lo que se narra es entendible solamente en un contexto histórico”, advirtió) e imaginó una segunda edición “donde estén las caras de todo aquel gabinete, y de los grandes empresarios que, a la sombra de la dictadura, lograron desandar un camino histórico de una manera tan cruenta y feroz que recién ahora estamos retomándolo”.

Las fotos de En negro y blanco imponen un relato sobrecogedor, con la contundencia propia de las buenas tomas. Mayo de 1969: enfundado en un overol, con el puño en alto, Agustín Tosco encabeza la columna del Sindicato de Luz y Fuerza. Al dar vuelta la página, el Ejército tiene tomado el centro de la ciudad de Córdoba. Agosto de 1972: la policía entra al local donde se velan los restos de tres de los muertos de Trelew, y saca a los asistentes por la fuerza. Tres imágenes de junio de 1973: el presidente Héctor Cámpora almuerza con vecinos de la Villa 31. A su lado, sonríe el sacerdote Carlos Mugica. En la página siguiente, el ERP da una conferencia de prensa para corresponsales extranjeros. La toma cenital capta los rostros serios de Mario Roberto Santucho y Enrique Gorriarán Merlo. Al dar vuelta la hoja se ve un patrullero de la provincia de Buenos Aires que lleva a uniformados con banderas y gorritos. Están festejando el regreso de Perón, y posan haciendo la V de victoria. Cada foto sorprende en sus detalles, pero sobre todo compone, sumada al resto, un relato pormenorizado que llega hasta 1985, en el Juicio a las Juntas.

El libro también incluye palabras de Carlotto, Nun, Carlos Altamirano, María Seoane y testimonios de varios de los autores de las fotografías, que reactualizan el momento en que fueron tomadas. “Los que llegamos a la profesión de reporteros gráficos después de finalizada esa etapa oscura solíamos escuchar que en los archivos no había nada de material sobre aquella época, porque habían sido saqueados. En alguna medida, este libro surge del deseo de constatar esa afirmación, con la secreta esperanza de que no fuera cierta”, cuentan los compiladores en el prólogo del libro.Tras una larga investigación, los fotógrafos comprobaron que, efectivamente, había más material del que imaginaban. Revisaron cerca de 22 mil sobres con fotos en los archivos de diarios y agencias de noticias, hasta llegar a esta compilación. Durante la presentación, definieron el trabajo como “un homenaje a los reporteros gráficos que estuvieron en el lugar de los hechos para retratar el espíritu de la época”, y sintetizaron: “Este es un libro de fotografía y no de historia, admite por lo menos dos lecturas. Por un lado, es una edición subjetiva que elige mostrar algunas imágenes de un período histórico intenso y trágico. Por el otro, intenta echar una mirada sin condicionamientos sobre un fenómeno terroríficamente objetivo: el Terrorismo de Estado”.