CANAL 7 ESTRENA NOCHE LA SERIE PERFIDIA
Se trata de la segunda ficción seleccionada del Primer Concurso de Contenidos para la Televisión Digital, organizado por el Incaa. En ocho capítulos, la miniserie cuenta la historia de una estafa, realizada entre ex compañeros de la secundaria.
› Por Emanuel Respighi
Si, como define la Real Academia Española, perfidia significa “deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida”, nunca mejor puesta esa palabra como título de la serie de suspenso que el 6 de febrero estrena Canal 7. Es que Perfidia (lunes a jueves a las 22.30) cuenta la historia de un grupo de amigos del colegio secundario que, ya rozando las cuatro décadas, se embarcan en un oscuro negocio millonario en el que la estafa que lo cruza desata los celos, las traiciones y varios pases de facturas que tardaron un largo tiempo en materializarse. Perfidia es la segunda ficción seleccionada del Primer Concurso de Contenidos para la Televisión Digital organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), ejecutado por el Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentinos (Bacua), que se estrena en horario central por la pantalla estatal, que hacia fines de 2011 ya había emitido El paraíso.
Protagonizada por Antonio Birabent, Gloria Carrá, Juan Gil Navarro, Carlos Portaluppi y Lucas Akoskin, la miniserie de ocho capítulos es una grata sorpresa para los televidentes que puedan toparse con alguno de sus capítulos. Corriéndose del registro costumbrista que se instaló como sello en la TV abierta argentina, la creación (en libros y dirección) de Juan Laplace no deja de sorprender al espectador con una historia de “clase alta”, estéticamente impecable y de imagen prolija. Sin contar con sus millonarios presupuestos, es factible que, a los ojos de los televidentes consumidores de series norteamericanas, Perfidia les haga recordar a aquéllas desde el aspecto visual, pero también por la manera en que está estructurado el relato. En este punto vale un apartado para destacar la preciosa fotografía (a cargo de Max Ruggieri) y la puesta de cámaras del director, que no sólo renuevan la ficción televisiva local sino que también demuestran que en la pantalla chica el cuidado de esos recursos “hacen” a la historia.
En formato de thriller, Perfidia cuenta la historia de una estafa, realizada entre ex compañeros de la secundaria. Manuel (Gil Navarro) vuelve a Buenos Aires después de 10 años de vivir en Europa y se reencuentra con sus viejos amigos, entre ellos Mariano (Birabent) y Daniel (Portaluppi). Manuel, quien perdió a su mujer, polaca, en un accidente aéreo y heredó una pequeña fortuna, vuelve al país triste y millonario. Mariano está con un problema económico serio, pero que nadie sabe, ni siquiera su propia esposa (Carrá). Bajo la excusa de intentar ayudarlo, Manuel lo convence de interesar a los ex compañeros en una inversión financiera de títulos públicos en un país de Europa del Este. Lo que en la jerga económica se conoce como “Esquema de Ponzi”: una inversión que no tiene un respaldo serio sino que se basa sólo en el dibujo financiero. El problema es que este negocio se transforma en una estafa entre los amigos, que desencadena toda una serie de pases de cuentas –con un episodio del pasado que emergerá en la historia–, poniendo a prueba la amistad y los límites de la ambición humana.
“La idea de Perfidia era contar este tipo de tramoyas financieras, tan comunes en el mundo de hoy, donde el dinero en negro y las inversiones no del todo legales son moneda corriente”, explica sin medias tintas Laplace, guionista y director de la miniserie. “Y a través de esta historia –reflexiona– se puede husmear cómo se fueron transformando los valores, cómo las amistades pueden verse trastrocadas por la necesidad o la búsqueda de la ganancia a cualquier precio. En mi generación (nací en 1968) hubo una marcada tendencia hacia el materialismo a cualquier precio. Lo importante era triunfar, ser exitoso. No importaban los métodos, ni siquiera demasiado las formas. Por suerte esto está cambiando, los más jóvenes creo que tienen valores más interesantes en su formación. Nosotros somos el producto de la dictadura en nuestra educación. En ese sentido, Perfidia quiere dar cuenta de la ‘falsedad’ de esos valores materialistas, y de la necesidad de refugiarse en los afectos y el sentido de la verdad.”
Amante de series norteamericanas como Mad Men, Rubicon, Lost, In Treatment y Los Sopranos, no parece ser casualidad, entonces, que Perfidia se embarque dentro del thriller de suspenso, combinando un sólido guión, una dirección de cámara sumamente cuidada (en el primer capítulo hay un travelling aéreo que por sí sólo “paga” la serie) y un detallado acompañamiento musical. “Me gusta mucho el género de suspenso, tanto literario como cinematográfico o televisivo”, cuenta el realizador, de vasta trayectoria como asistente de dirección (El custodio, Nueces para el amor, Alma mía, Rancho aparte) y que debutó como director con Rodrigo, la película. “Me generaba un gran desafío poder meterme con el género. Ese fue el punto de partida. Y también desde hace tiempo me interesan estas historias financieras poco claras que aparecen en las noticias. Seguí varios casos policiales en donde de golpe alguien aparece asesinado por una estafa, y nunca se descubre a los culpables. Es como si hubiera otra ley para este tipo de negocios. Cuando empecé a escribir la serie me venían a la cabeza muchas de esas historias que había leído. Perfidia nació de ahí”, subraya.
Con episodios de media hora, Perfidia representa una bocanada de aire fresco para la pantalla chica local, corroborando que efectivamente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a través de los concursos federales del Incaa, comienza a incorporar a otros profesionales y lenguajes a la TV. “Para generar un cambio en la producción de contenidos –analiza Laplace– se necesita el fomento del Estado en una primera instancia. Ojalá los autores y realizadores estemos a la altura de las circunstancias. Una diferencia fundamental respecto de cómo se hacen las ficciones en la TV privada es que teníamos los guiones escritos en su totalidad antes de filmar (era parte de los requisitos del concurso). Esto nos permitió hacer un trabajo minucioso y aprovechar los recursos al máximo. No teníamos presión del rating, ni de anunciantes, ni del canal. Hicimos la serie que queríamos hacer. No creo que hubiera sido posible sin la financiación del Estado, al menos hoy. Espero que este camino del Incaa y el Ministerio de Planificación abra nuevos horizontes, y la ficción privada también llegue a estar menos condicionada.”
–¿Cree que los concursos pueden marcar un antes y un después en materia de ficción televisiva?
–Creo que la nueva ley de medios es un hito enorme en la política argentina. Me parece genial la política federal que se está llevando a cabo con los concursos. Yo soy porteño, pero creo que es una necesidad imperiosa descentralizar la producción. Que se generen polos productivos en Córdoba, Rosario, Cuyo, el Norte, la Patagonia, es lo mejor que le puede pasar a este país en términos de comunicación. Y no hay otra forma que empezando, produciendo. Aplaudo la iniciativa.
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