Lun 30.07.2012
espectaculos

TERESA PARODI Y ANA PRADA PRESENTARáN COSIDO A MANO Y A MEDIDA

“Vamos construyendo caminos”

Las dos cantautoras actuarán el sábado próximo en el ND/Ateneo. La correntina y la uruguaya se reconocen distintas en su manera de componer y de interpretar, pero asumen que forman parte de eso que se da en llamar “canción latinoamericana y popular”.

› Por Cristian Vitale

“Somos las dos chancho en el horóscopo chino”, dispara Ana Prada, como para disimular ciertas distancias. Teresa Parodi la mira, piensa en la idea de puente generacional y sonríe, natural. Sus 64 años, bien puestos en música y vida, son algo más que los 41 que lleva la uruguaya nacida en Montevideo pero criada en Paysandú, las afueras camperas del Uruguay. Habrá más diferencias, claro. Una correntina, maestra rural, compositora prolífica, motorcito militante y ducha en duetos musicales con otras de su estirpe. “Puedo decir que llevo varios sueños cumplidos: cantar con Ramona Galarza, con Mercedes Sosa, con Marian Farías Gómez, con Liliana Herrero, y ahora con ella. Un lujo”, dice Parodi. Ella, la otra –psicóloga y también cantautora– no tiene tal experiencia. No grabó, para empezar, casi 30 discos como Parodi. Su nombre –aún– no figura en el panteón de los folkloristas históricos e ilustres de la región y sus rulos rubios, enmoñados y endemoniados, la acercan más a Janis Joplin que a Leda Valladares, pero algo tiene: una voz increíble, por caso. O un codeo compinche con tipos como los hermanos Drexler, León Gieco o la misma Herrero, un pasado como parte del grupo coral femenino La Otra, y dos discos formidables: Soy sola y Soy pecadora. “La verdad es que me agarró la crisis de los 30 y empecé a componer de vieja”, se ríe Prada.

El clima es cálido. Ambas acaban de darle forma a uno de los ensayos previos de la prometedora juntada que expondrán en público el sábado próximo de agosto en el ND Ateneo (Paraguay 918), bajo el nombre de Cosido a mano y a medida. Amparadas por Ariel Polenta, en piano; Jorge Giuliano, guitarra; Lucas Homer, bajo eléctrico; Fernando Correa, acordeón y el Chacho Ruiz Guiñazú en batería y percusión, Prada y Parodi hornean bellas canciones compuestas a dúo (“Cuando de mí te olvidas”, “Para encontrarme en vos”, “Y qué más”), otras que les pertenecen por separado (“Tierra adentro”, de Prada o “La canción repentina”, de Parodi) pero todas con “aires de”. O de zamba, o de milonga, o de chamamé, siempre atravesadas por el mandato de la canción. “La verdad es que somos distintas cantando y componiendo, pero esto no impide la interacción”, resalta la uruguaya, “Por ejemplo, Teresa me mandó una zamba con una estrofa, me dijo ‘cambiala porque te doy un monstruo’ y la verdad es que a mí los monstruos me encantan... le busqué la esencia y el producto final, después de haber pasado por la zaranda de las dos, es otra cosa, algo que no tiene nada que ver ni con Teresa ni conmigo: se genera algo gestáltico que trasciende a las partes”.

–¿Algo que trasciende a las dos, o que las hace encontrar en un punto intermedio, equidistante?

Teresa Parodi: –Ella viene de otros mensajes y otras necesidades históricas ¡puede ser mi hija! (risas), pero pienso que esto no impide que encontremos un lenguaje en común que nos permita abrir otras puertas, vislumbrar otros cantares.

Ana Prada: –Tal vez, porque todas mis canciones tienen algo autorreferencial, mientras que las de Teresa implican lo contrario. Ella les ha puesto voz a quienes necesitan de una voz que los exprese, y pienso que los que tenemos la posibilidad de acceder a los medios tenemos la obligación de decir cosas interesantes... no para que digan “qué, poético, qué lindo lo que escribís”, sino para que puedan abrir caminos, crear conciencia, bailar, llorar. Creo mucho en la función de la canción y en eso coincidimos, sí, en llegar a la mayor cantidad de gente posible, sin pretensiones intelectuales.

–La pregunta más difícil del mundo, ¿en qué tradición estética se basa la juntada, entonces?

T. P.: –Son canciones con mucha libertad, porque no están atadas a ninguna forma en especial, aunque se mueven en el marco de la canción latinoamericana, porque a las dos nos atraviesan sonoridades de esas que no cambian, que se heredan, que están en la memoria colectiva, en el aire que respiramos, en la lucha y la búsqueda: tenemos una marca en el oído y no queremos ni podemos salir de ahí. La mejor forma de definir lo que nosotras hacemos es canción latinoamericana y popular.

A. P.: –A mí siempre me preguntan qué música hago y nunca sé qué decir. Hago canciones y me dicen “ah, esto es un huayno, o una chacarera o tiene aires de zambita”... en fin, nunca lo premedito, me dejo llevar por los momentos emocionales y creativos. Me ha pasado que me nominaron como revelación del folklore en los premios Gardel en una categoría en la que nunca imaginé que me iban a nominar. Y en Uruguay me pasó lo mismo: me nominaron con Larbanois-Carrero que, después de Los Olimareños, es el ícono de la canción folklórica del interior del país y nada que ver, o sí, no sé.

–¿Por qué la duda?

A. P.: –Porque en Uruguay, hoy, no hay demasiada cosa nueva y entonces necesitan alguien pa’ poner ahí. Es más, en los festivales se siguen cantando las mismas canciones de hace 40 años. Hay renovación de versiones, sí, pero no en la composición. Entonces, hay un vacío y a una que más o menos hace algo parecido al folklore, la etiquetan enseguida. Yo qué sé lo que soy: sólo sé que hago canciones que toman diferentes formas.

T. P.: –Yo veo ese vacío como una trampa, porque hay muchísimos autores, pero lo que se ve es otra cosa: una ametralladora de los que venden mucho.

–O una confusión para precisar el concepto de “música popular”...

T. P.: –La canción popular es la que va por lo bajo y, por más que lo otro se imponga taladrándote de la mañana a la noche, por debajo sigue sucediendo la composición, porque es natural, porque fluye, porque no se puede parar, porque pasa de generación en generación y sigue creciendo, se sigue desarrollando en metamorfosis constante. Con juntadas como ésta, nosotras vamos construyendo caminos, puentes, porque al menos yo estoy marcada por eso, y no quiero hacer otra cosa.

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