ENTREVISTA A LA MUSICóLOGA SILVINA MANSILLA
La investigadora dirigió el libro Dar la nota, que pone el foco en un período histórico –1848-1943– para analizar el trabajo de la crítica musical y su intervención en debates, opiniones y polémicas, vinculadas con intereses estéticos, ideológicos y hasta económicos.
› Por Cristian Vitale
El libro se llama Dar la nota. Su entraña está relacionada con el rol de la prensa en cierta parte de la historia musical argentina. Y su autora, la que dirigió este intenso estudio desarrollado por un equipo de investigadores con base en el Departamento de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, es Silvina Luz Mansilla, básicamente una musicóloga con varias millas de hacer, formada entre la Universidad Católica, la UBA y el Conservatorio López Buchardo. Lo primero que llama la atención es que, pese al nudo del trabajo, no es una apasionada de la crítica musical. “No, para nada lo soy”, dispara, y expone las razones: una es que jamás ejerció la crítica musical en diarios o revistas. Otra es una cuestión de interés, de foco. “Lo que sí me interesa es el estudio del discurso periodístico referido a la música y su devenir durante las diferentes épocas de la historia argentina. En ese orden, sí me apasiona”, sostiene y bajo este marco de interés hay que abordar los ejes centrales del libro que la autora presentará mañana a las 18.30 en el Centro Cultural Paco Urondo, de la Facultad de Filosofía y Letras, ubicado en 25 de Mayo 221.
Un marco de interés que se origina en una pregunta base –¿de qué forma el periodismo influye en la vida musical, en la selección de la música que escuchamos y en cómo la recibimos y consumimos?– y deviene en un desarrollo relacionado con el campo de trabajo de la prensa escrita respecto de la crítica musical y su intervención en debates, opiniones y polémicas, vinculadas con intereses estéticos, ideológicos y hasta económicos. “El libro no pretende ser un recorrido exhaustivo de la crítica musical, desde 1848 hasta 1943, que es el tiempo cronológico que recorre. En ese arco temporal, lo que sí hemos logrado es detectar núcleos temáticos dominantes, en los cuales hasta ahora otros investigadores no habían reparado. En cada uno de los seis capítulos, se pone una suerte de lupa para el análisis de un momento o de una serie de hechos puntuales”, explica la autora.
–¿Cuál fue el marco de análisis en que se movieron los investigadores, concretamente?
–A ver, si bien una gran base para este estudio es la llamada teoría del efecto, el efecto que producen las obras musicales en los distintos contextos y épocas, concebimos las herramientas teóricas como tales y no como teorías a priori, a las cuales adherir de antemano. En ese sentido, en el libro hay capítulos que están sustentados teóricamente en distintas corrientes de pensamiento, que van desde los estudios de recepción, la teoría de la mediación, los estudios culturales, o las perspectivas de género, que concretamente abordan los capítulos de Silvia Lobato y Romina Dezillio.
Tales perspectivas, que centran el foco en el rol y la cambiante valoración de las contribuciones de las mujeres a la música en revistas femeninas de principios del siglo XX y de las décadas del ’30 y ’40, se anudan en un todo con otros capítulos que abordan, por caso, las polémicas entre editores y lectores del Diario de la Tarde y el Diario de Avisos sobre las representaciones operísticas en los tiempos de Juan Manuel de Rosas, la legitimación del nacionalismo musical a través de los escritos del compositor y crítico Julián Aguirre en la revista El Hogar en la década del ’20 o el intento de periódicos como El Mundo del Arte por instalar la música sinfónica frente al paradigma de la ópera a fines del siglo XIX (aspecto que analiza José Ignacio Weber), y su efecto en el duro rechazo posterior a tal estética a través de la revista Disonancias, que aborda el investigador Juan Buhler. “El caso de las polémicas entre los críticos en la época de Rosas es bien interesante. Una, por ejemplo, fue en torno de dos divas de las óperas italianas, que evidencia que existía un público dividido en dos grupos de ‘fans’. Otras polémicas giraban en torno de la figura de un empresario, a quien para denostarlo se lo acusaba de estar trabajando en Montevideo, para los unitarios. O sea, si bien las polémicas son en el fondo, de índole estética, también hay un trasfondo político que tiene que ver con la actualidad de entonces”, detalla Mansilla.
–¿En qué sentido tales debates han influido en la opinión pública de los diversos períodos abordados?
–Depende el caso, pero el debate sobre el nacionalismo musical la impregnó, y en un sentido amplio. La revista El Hogar tenía realmente un alcance nacional. Alcanzaba una tirada de unos 157.000 ejemplares que se distribuían en varias ciudades del país y en países limítrofes. Entonces, la autoridad de la pluma de Julián Aguirre allí, que era un compositor considerado uno de los “padres” del nacionalismo, tenía una repercusión importante a nivel nacional y era una fuerte convalidación para los otros compositores, que se dedicaban a escribir música en esa estética, por cierto dominante a lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX.
–¿Fue una excepción tal repercusión? No parece que tales polémicas hayan quedado pegadas al imaginario, como sí ocurrió, por ejemplo, con la guerra entre los apólogos y los denostadores de Astor Piazzolla, que también configuraron un “campo de batalla” en los medios escritos.
–Tal vez, y yo lo atribuyo a que en la historiografía musical argentina hay mucho por hacer. Se ha prestado atención a una narración panorámica, omniabarcante y que, en general, atribuye lo acontecido en Buenos Aires al resto del país. En este sentido, nuestro plan no fue abarcativo ni pretendió construir una historia de la música basada en la entronización de “grandes” compositores y “grandes” obras, sino simplemente, reunir en un volumen una serie de estudios específicos, relacionados entre sí.
–¿Ha cambiado la situación en los tiempos que corren? Uno podría pensarlo claramente desde el rol de la mujer, pero ¿hay otros aspectos?
–Sí, obviamente a nadie se le ocurriría, hoy día, escribir ironizando o banalizando a las mujeres músicas, en una revista de nombre La Mujer, como ocurrió en la década del ’20. La situación actual de la crítica musical es de mucha mayor especialización. Sin embargo, algunos patrones persisten.
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