Una vez más, José Saramago dispara. El blanco del escritor portugués, esta vez, fue el Mundial. El Premio Nobel de Literatura 1998 se quejó de que el fútbol posea más propaganda que los libros y, con ello, desató la polémica. “La lectura siempre fue y será de las minorías”, afirmó, justo cuando el gobierno portugués prepara un programa nacional para estimular el hábito por los libros.

“Mal andan las cosas si resulta necesario estimular la lectura, porque nadie necesita estimular el fútbol, que tiene detrás una fabulosa operación de propaganda”, explicó el escritor, en un debate que tuvo lugar en la Biblioteca Municipal de Oeiras, en Lisboa. Y así continuó el relato de este partido entre la pelota y los libros, en el que el fútbol gana por goleada: “No vale la pena el voluntarismo, es inútil: leer siempre fue y siempre será cosa de una minoría. No vamos a exigir a todo el mundo la pasión por la lectura”.

A pesar de sus afirmaciones, paradójicamente, el autor de El Evangelio según Jesucristo es una de las personalidades que aceptó formar parte de la Comisión de Honor del Programa Nacional de Lectura estimulado por el gobierno portugués. Este programa gubernamental será llevado a cabo a partir de la fecha y durante diez años, con el fin de combatir –según afirmaron las autoridades culturales de ese país– los “preocupantes niveles de falta de cultura, especialmente entre los jóvenes”.

Una vez abierto el debate, las autoridades locales salieron en defensa de las políticas culturales que llevan el sello de su gobierno. La ministra de Cultura del país peninsular, Isabel Pires de Lima, declaró a una emisora de radio que está “sorprendida por las declaraciones de Saramago, dado que el escritor es una de las personalidades que aceptó formar parte del programa del gobierno”. Una vez más, el Premio Nobel sorprende, tan impredecible en su discurso como la pelota en la cancha.