OPINIóN
› Por Susana Rinaldi*
Nunca imaginé que Pino Solanas necesitara de un interlocutor para responder a palabras mías, que no pretendieron otra cosa que hacer memoria ante lo que se me ocurre una lamentable mezcla entre Biblia y calefón.
Alguien como el diputado Raffo –que también goza de mi aprecio– señala que mi repertorio de cantante popular acostumbra mencionar a chorros, patoteros, malevos, escruchantes y otras figuras similares. Se equivoca.
He tratado siempre, en lo posible, de construir mensajes involucrados en el tango y la milonga, que desde la vida (no la muerte) tiendan a imaginar una posibilidad de recuperar conductas que ennoblezcan la sociedad, sin recurrir a sublimaciones de lo peor, que justifiquen hoy la falta de ética que “los machos de otros tiempos convalidaban con la vaina en el bolsillo”. Triste figura que tanto varón empecinado en una sola mirada al futuro aún hoy manifiesta.
Precisamente, es esta apreciación equivocada la que me obliga a la respuesta. Una lista de 43 compilados a lo largo de mi vida de cantante refrenda esto que digo al igual que la innumerable cantidad de espectáculos unipersonales que siguen en el recuerdo de ese público, que por lo visto, muy poco ha acompañado mi hoy colega Julio Raffo.
Todo lo demás que argumenta nada tiene que ver con una carta enviada por mí a través de la generosidad de este diario, a quien quizás no se ha sentido movilizado a hacer lo mismo. Ahora bien; viéndonos tan a menudo en la Legislatura y siendo y estando tan próximas las bancas que nos corresponden, bien pudo el diputado comentar todo esto personalmente. Hubiéramos evitado tanta vuelta. Sobre todo cuando el interesado en confundir es otro.
Sé que cuando miro lo hago de frente y hay algunos que se intimidan, además de hacerse cargo de lo que no les corresponde, como en este caso, pero recuerdo que cuando volvió la democracia a nuestro país sentí la obligación de retirar de mi lista de temas a “Cambalache”. Creí que mis nietos no me perdonarían que siguiera repitiendo la cantilena que formó parte de nuestra idiosincrasia durante tanto tiempo: “Todo es igual, nada es mejor”. No es verdad, hay mucha cosa que ha mejorado aunque el reconocimiento tarde en llegar. Procuro simplemente señalarlo, y no por ello dejo de luchar por todo lo que considero que falta implementar y llevar adelante todavía. Esa seguirá siendo mi tarea y, si al hacerlo ofendo, pido disculpas cuando no ha sido mi intención.
No insulto. No atropello. Hablo fuerte y claro y todo lo que expreso puedo constatarlo. No me confundo... Me ayuda, entre otras grandezas, el señor Jorge Luis Borges y su alta definición del tango: “esa ráfaga, el tango, esa diablura, que los atareados años de-safía; hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos que la liviana melodía, que solo es tiempo”.
Eso... hace falta tiempo y memoria para finalizar este largo cuento que es la vida. ¡Ah! Sin dejar por ello de lado la buena fe de quien relata la historia. Nada nos asegura que sea siempre el que gana la batalla el que mejor la escriba.
* Cantante y legisladora por el Frente Progresista Popular.
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