LANZAMIENTO DE LA REVISTA LAS NAVES, EN EL BAFICI
› Por Ezequiel Boetti
La revista Las naves nace a contramano de ese precepto según el cual los artistas sólo pueden hablar a través de sus obras. Hermana argentina de la alemana Revolver, esta publicación bilingüe se propone recopilar textos en los que distintos cineastas reflexionen “sobre su práctica para dialogar con los espectadores y la crítica”, tal como reza la introducción. El número bautismal está compuesto por unas cuarenta producciones, algunas provenientes de la versión teutona, como las de Claire Denis, Apichatpong Weerasethakul y James Benning, y otras escritas especialmente para esta ocasión, como las de Nicolás Prividera, Gustavo Fontán, Andrés Di Tella, Raúl Perrone, Santiago Mitre y Mariano Llinás. Los habitúes del Bafici notarán que la totalidad de la nómina pasó –o está pasando– por las salas del festival porteño, por lo que resulta lógico que esta edición, que está festejando sus primeros 15 años, sirva de marco para la presentación oficial del proyecto. Esto fue el viernes pasado, en una charla que contó Llinás, Di Tella y Prividera, además del cofundador de Revolver y también realizador Christoph Hochhäusler, invitado por el Goethe-Institut.
Una de las particularidades de Las naves es la nominación del corpus literario. Los distintos realizadores fueron convocados no a escribir críticas o ensayos, sino manifiestos. Esto es, textos que exterioricen una toma de posición ideológica respecto a las implicancias del quehacer cinematográfico. En ese sentido, el director de M y Tierra de los padres eligió indagar en las motivaciones detrás de la realización. “La práctica artística implica interrogarse antes que nada por la política de la obra: cada cual debe ganarse su derecho a la existencia. Y lo que cualquiera dispuesto a sumar algo al mundo debe preguntarse es: ¿esta obra expresa, experimenta, intenta –al menos–, decir algo que no haya sido ya formulado antes y mejor?”, escribe. Di Tella, en cambio, opta por abordar la eterna disyunción entre la construcción ficcional y la potencia de lo real. “En lo autobiográfico hay siempre un elemento de ficción, inevitable cuando uno `se cuenta’ a sí mismo”, reflexiona.
El texto de Llinás es quizá el más rico del conjunto. Firmado por El Pampero Cine, productora que él conforma y que supo ser la usina de varias de las películas nacionales más importantes de los últimos años (Historias extraordinarias, entre ellas), el manifiesto comienza analizando la sumisión histórica del cine al dinero y al argumento, para luego afirmar que ese “imperio” ya no existe más. “El dinero ya no hace posibles las imágenes: las espanta, las arruina, las envilece, como esas viejas ricas que mueren en sus departamentos con sus cuentas bancarias llenas de oro. El dinero arruina los films, y los films hechos con mucho dinero se desplazan aún entre nosotros, enfermos de muerte como los últimos dinosaurios”, teoriza. El argumento, mientras tanto, es “como uno de esos dinosaurios pequeños y astutos a los que en algún momento comenzaron a salirles plumas”. En ese contexto, clama El Pampero, el nuevo enemigo es la realidad. “Ninguna de las otras artes tiene frente a sí semejante enemigo. Es la realidad, es el mundo mismo aquello con lo que combatimos, y ese mundo es incesante y cambiante y traicionero, y es una hembra veleidosa que nos seduce y nos deja exhaustos y defraudados. Cineastas, la realidad es nuestro rival y en ese gozoso combate estamos embarcados. Cada film tiene que ser una batalla, y cada film exitoso deja plantada allí nuestra bandera”, arenga.
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