JUGOSA CHARLA EN LA PRESENTACIóN DEL LIBRO DE RICARDO FORSTER SOBRE EL KIRCHNERISMO
El autor, Hernán Brienza y Carlos Tomada señalaron la recuperación de la política como un hecho fundante de estos años.
› Por María Daniela Yaccar
En La anomalía kirchnerista (Planeta), Ricardo Forster postula que “el kirchnerismo es una ruptura en la Historia”. Lo presentó el viernes en la Feria del Libro junto a Carlos Tomada y Hernán Brienza. Hubo un ausente: José Pablo Feinmann. Aunque no ahorraron elogios para la obra del doctor en Filosofía, el ministro de Trabajo y el periodista le boicotearon a Forster el concepto de “anomalía”. “Presenta un libro y los dos que lo acompañan dicen que no están de acuerdo con él. ¡Hay que ser hijo de puta!”, bromeó Brienza, quien además sugirió: “José Pablo se cagó porque no quería discutir conmigo sobre peronismo”.
Este encuentro entre dos hombres fundamentalmente de ideas y uno metido en los vaivenes diarios de la gestión consistió en la presentación de un libro, pero también en la exposición de diferentes lecturas sobre el significado del kirchnerismo. Las ideas compartidas por los oradores, como que en la última década muchos recuperaron el entusiasmo, cobraron vida en aplausos y en algún que otro joven con remera de leyenda peronista. El primero en tomar la palabra fue Brienza. “Me voy a vengar. Cuando Forster va a las presentaciones de mis libros se lleva a todas las minas”, arrancó. Forster le paró la pelota: “Acá está mi mujer”. “No es que se las lleva en términos fácticos –aclaró el periodista–, sino que todas quedan anonadadas con él.”
En primera fila estaban Vicente Battista, Ignacio Copani y Dante Palma. “Ricardo tiene razón en casi todo: en definir al kirchnerismo como rescate de las políticas de emancipación y como memoria popular, en su crítica a la clase media, en su idea de que el peronismo de izquierda confunde a la sociedad y a los intelectuales. Pero no termino de compartir la idea de anomalía”, remarcó Brienza. “El kirchnerismo es un devenir lógico de cierto sector del peronismo, del ’40 y también del ’70. No se lo puede entender si no se entiende a la generación maravillosa entre comillas y al proyecto nacional del 1o de mayo de 1974”, teorizó el autor de El loco Dorrego. Criticó a los intelectuales de “un iluminismo de bajo consumo” –mencionó a Beatriz Sarlo– y conectó al kirchnerismo con el jacobinismo.
Luego fue el turno de Tomada, quien aportó anécdotas sobre Néstor Kirchner y la mirada de quien está bien dentro del juego. “Cuando se presenta un libro uno no sabe qué decir. Uno viene con lo propio, con que sale de la gestión, con el paro de UTA... en fin, cosas que forman parte de la vida cotidiana. Entonces empieza el tironeo: ¿de qué hablo?”, se preguntó el ministro. “Hubiera estado bueno poder leer todo el libro”, deslizó, y el público le festejó. “Celebremos que se están presentando tantos libros sobre política. Lo que Néstor quería está pasando: nuestra sociedad ha recuperado la política”, apuntó.
“Ricardo completa a Néstor Kirchner”, halagó el ministro. “Me subyuga que desenmascare las verdades reveladas, que vaya en contra del pensamiento construido como sentido común en largos años de dominación de la derecha. Pero tengo un problema con lo de la ‘anomalía’. Comparto la idea de que el kirchnerismo vino a enloquecer la Historia. Pero ‘anomalía’ me remite a rayo en la Historia. Y Néstor decía que éramos hijos del 2001 y de las Madres y las Abuelas”, cuestionó.
El autor de La anomalía kirchnerista defendió su tesis, aunque bromeó con que podía dejar de emplear la palabra de la polémica. “Estos años se reconstruyó una red de fraternidades. Siempre tuve nostalgia de una adolescencia que se fue demasiado rápido, que un día nos dejó con pérdidas y desarraigos. Durante mucho tiempo pensé que no era posible volver a sentir la amistad de la política. No es que habíamos extraviado nuestro sueño de ser útiles para una sociedad mejor, sino que sentíamos que la Argentina estaba desolada. Hasta que nos interpeló Néstor Kirchner”, dijo Forster en nombre de su generación.
“El kirchnerismo habilitó algo que parecía que se nos extraviaba, que era recuerdo, que parecía una aventura que no podíamos volver a vivir. La Historia de una sociedad siempre tiene la densidad de lo previo. Las condiciones objetivas estaban, pero siempre faltaban las subjetivas. Néstor y Cristina rompieron con la monotonía”, expresó. “La palabra ‘anomalía’ la puedo negociar. Hubiera preferido poner ‘crepúsculo’. Hay dos crepúsculos: el del atardecer y el del final de la noche y la primera hora del día. Pero si hubiera puesto un exegeta hubiera tenido que explicar a los descerebrados de la derecha que el kirchnerismo sigue siendo una fuerza atravesada por la intensidad”, concluyó el filósofo, y dedicó la charla “a los hermanos del Hospital Borda”.
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