Lun 06.05.2013
espectaculos

PRESENTACIóN DEL ESPERADO LIBRO INéDITO DE FONTANARROSA

Un picadito literario

Negar todo y otros cuentos reúne 24 relatos, los últimos que escribió el Negro hasta poco antes de su muerte, en 2007. En la presentación hubo recuerdos, emoción y mucho humor.

› Por Silvina Friera

“El tipo que nunca se ha ligado un pelotazo en los huevos no puede entender lo que es el fútbol.” Qué principio, ¿no?, inconfundiblemente fontanarrosiano. Así arranca el primer relato de Negar todo y otros cuentos (Ediciones de La Flor), el esperadísimo libro inédito de Roberto Fontanarrosa que ahora sí, luego de una seguidilla burocrática de embrollos legales para los editores –Daniel Divinsky y Kuki Miler– y los lectores, se puede leer de un tirón, con las ansias locas que ha generado esta abstinencia de más de cinco años. Cómo no celebrar, con alegría y emoción, la presentación de este volumen que incluye 24 cuentos, los últimos que escribió hasta poco antes de su muerte, el 19 de julio de 2007. La sala Leopoldo Lugones fue una fiesta inolvidable, un reencuentro de los lectores con el mundo del Negro. Antes de la lectura de “Temas para contar”, antes de que la música ambiente se transformara en una carcajada constante, el actor Gustavo Garzón dijo que Fontanarrosa “dignificó lo popular”. Después Marina Naranjo, la diagramadora que más conoció al creador de Inodoro Pereyra, evocó el “enorme privilegio” que tuvo al trabajar con él. Y finalmente, Juan Sasturain y Juan Villoro, en un picadito improvisado, como lectores sagaces que se pasan la pelota con una naturalidad asombrosa, desmenuzaron algunas de las grandiosas maravillas que encontraron en el libro.

Sasturain se reivindica como “un lector agradecido” de que haya salido Negar todo... “(Daniel) Samper Pizano recuerda en la contratapa un chiste de Woody Allen respecto del libro publicado después de muerto y el libro póstumo que el Negro bien podría haber firmado, una paradoja muy linda. Este no es el libro de un muerto, es el libro de un vivo. Son 24 cuentos que terminó como pudo, dictándolos. Una cosa de locos, impresionante. Ha escrito muchísimo a un nivel muy alto para un autor de una productividad tan grande.” El escritor y columnista de Página/12 subrayó que a veces se pierde de vista que el creador de Boogie el aceitoso fue un extraordinario humorista, un gran dibujante y un notable narrador. “La crítica ha vivido equivocada; se hace difícil para ciertos esquemas mentales considerar la condición de escritor de aquel que entre otras cosas se dedica a hacer reír a la gente. Como si eso fuera un pecado, o en lugar de ser un plus fuera algo que restase a la condición del artista.”

La cuestión de la comunicación y del lenguaje, la mirada de los otros, cómo percibir y ser percibido y los equívocos son variaciones temáticas que atraviesan los relatos inéditos. “Me formé leyendo a Fontanarrosa –reconoció Villoro–. Lo primero que conocimos en mi generación fue Boogie el aceitoso. Como dijo Gustavo, el Negro dignificó lo popular, en el sentido de que no trató de darle un color local populachero a su obra, sino que demostró que hay una vida tan misteriosa y rica en lo popular como la que solemos pensar que está en una sinfonía o en una ópera. Esta capacidad de dignificar lo popular autorizó a muchos autores a hacer otras cosas.” El autor de El testigo destacó la capacidad del narrador rosarino para mezclar, a través de la conversación, los más diversos temas. “Muchas veces los relatos de Fontanarrosa se construyen a partir de que alguien empieza a contar una historia y hay una interrupción”, analizó el narrador y cronista mexicano. “Hay cierta idea de que el escritor que tiene sentido del humor es un escritor simpático, pero poco profundo. Un gran humorista mexicano Jorge Ibargüengoitia escribió un texto que se llama ‘Humorista: agítese antes de usarse’, editado por De la Flor en Los relámpagos de agosto. Ibargüengoitia decía que cada vez que me dicen qué divertido que eres siento que me están diciendo: ‘lástima que no seas desgarrado, doloroso, profundo’, porque entonces esto realmente sería literatura. Fontanarrosa corrió el albur de que al ser tan divertido se piense que su literatura era un divertimento. Pero pertenece a la mejor literatura en el idioma y su sentido del humor me hace pensar en una frase de Monterroso, que decía que el verdadero fin del humorista es hacer pensar y a veces hasta hacer reír. Lo más importante del humor es pensar de otra manera.”

Hay muchos hilos para cortar en estos relatos, según Villoro. El pretexto puede ser “mínimo y cotidiano”, pero siempre el fondo es “muy profundo”. Como se afirma en la contratapa, Fontanarrosa es un “clásico del humor contemporáneo en lengua española”

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