Silvio Rodríguez habla de las mil y una sutilezas que se desprenden del ensamble vocal; Lucho González, de disciplina, entrega y buen gusto; Eva Ayllon, de armonías celestiales y Jorge Fandermole, de la alegría duradera que le produjo escucharlos. Datos de peso, claro, sobre el sujeto de quien se habla (Cabernet) y sobre su cuarto disco a la fecha (¡Bombo!), que el sexteto vocal estrenará este viernes a las 21, en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764). “La idea fue hacer un disco estilísticamente más homogéneo que los antecesores”, resume Alejandro Dolina, tenor de la agrupación que completan Diego Mercado y Daniel Moreira (también tenores), Marcos Lozano (contratenor), Diego Pietrapaolo (barítono) y Pol González (bajo). “Notábamos que pasar del jazz al folklore o del pop a la milonga funcionaba muy bien en los shows, pero en el disco perdía uniformidad”, desarrolla el hijo del creador de La venganza será terrible sobre la unicidad estética que se expresa en versiones de “Vidala para mi sombra”, “Río de los pájaros” o la maravillosa “Huayno del diablo”, salida del genio de dos de los hablantes: de Fandermole y de Lucho González, productor del disco, además. “La mejor forma de no faltarle el respeto a una versión es tratar de hacer la mejor música posible; después se evalúa si la canción ofrece la oportunidad musical de ser más o menos audaces”, señala Dolina, sobre el fino tratamiento que músicos y productor les dieron a las diez versiones de ¡Bombo!, cuya selección final se dio tras “discusiones interminables”, según el tenor.

–¿Por qué ¡Bombo!?

–Si bien es un disco vocal, en siete de los diez temas hay acompañamiento de percusión. Durante el proceso de preproducción tuvimos que decidir entre usar percusión vocal o percusión real y optamos por la segunda, ya que pensamos que, con la percusión vocal, los ritmos latinoamericanos iban a perder fuerza. Dentro de los instrumentos de percusión que utilizamos, el bombo y el cajón fueron los más presentes. ¡Bombo! nos sonó simpático, mientras que ¡Cajón! hubiera sido bastante lúgubre (risas).

–Además de prestigiarlos, Ayllon y Silvio Rodríguez los comparan con agrupaciones como The Swinger Singers, Manhattan Transfer, Vocal Sampling o Buenos Aires 8. ¿Adhieren? ¿Se sienten espejados en ellos?

–Son excelentes, sin duda. Pero, en rigor de verdad, nuestra influencia más importante fue el sexteto norteamericano Take 6. De hecho, Cabernet arrancó como un grupo que cantaba arreglos de Take 6; luego fuimos encontrando nuestra propia identidad, que hoy por hoy pasa por el folklore latinoamericano, ¿no...? El género está ganando cada vez más espacio en el repertorio y el interés del grupo. Otra influencia importante es Les Luthiers. Si bien son propuestas distintas, nuestros shows tratan de salir de la mera sucesión de canciones: tratamos de que sea un espectáculo integral, donde haya humor, movimiento y complicidad con el público. Tratamos de salir, en definitiva, del estereotipo del grupo vocal.