Miércoles, 9 de octubre de 2013 | Hoy
EL MúSICO CARLOS AGUIRRE Y LA CREACIóN DE LA EDITORIAL SIRIRI
El sello busca poner en manos de estudiantes, docentes, melómanos y músicos en general partituras de piezas registradas por el pianista. El primero de estos libros es Canciones I.
Por Cristian Vitale
Carlos Aguirre, faro y referencia en la música de raíz actual, se ubica en perspectiva histórica y evoca dos períodos poco felices para tal música. Para su mercado editorial, puntualmente. Uno es el último proceso militar, “donde todo lo identitario, lo revolucionario y lo pensante debía ser exterminado o escondido”; el otro, su correlato político y cultural, que fue la década menemista, en la que “nos hicieron creer –sentencia– que lo propio no tenía ningún valor”. A ambas caras de la misma moneda histórica, el eximio pianista y compositor entrerriano le contrapone el frondoso acervo de música popular argentina que ciertas editoriales, previas a ambos períodos, habían ayudado a difundir y que el arribo en masa de las multinacionales eclipsó. “Las absorbieron comprando cada una de estas usinas de arte y los derechos sobre esas obras, pero no con la finalidad de darlas a conocer sino para vaciar el mercado de esa información y así imponer músicas con un valor artístico paupérrimo. En mi caso, desde hace tiempo habría querido, por ejemplo, conocer gran parte de la obra escrita del Cuchi Leguizamón, pero todo eso estaba dentro de la Editorial Lagos, que fue comprada por la Warner y cajoneada hasta hoy”, sostiene ante Página/12, con el fin de enmarcar el tema en cuestión: la creación de la Editorial Siriri y su primer producto, Canciones I.
Se trata, puntualmente, de una editorial destinada a poner en manos de estudiantes, docentes, melómanos y músicos en general partituras de canciones y obras instrumentales que Aguirre ha registrado a lo largo de su trayectoria. “La idea es respetar la cronología en la que fueron editados los trabajos discográficos”, informa. De ahí que Canciones I, libro que el pianista lanzará musicalmente hoy a las 20 en la Casa de Entre Ríos (Suipacha 844), acompañado por Juan Quintero, Ernesto Snajer, Quique Sinesi, Lilián Saba, Mora Martínez y Silvia Iriondo, entre otros músicos-amigos, sea el primero de una lista que contemplará toda su obra hasta hoy. A tal trabajo, conocido por su color crema, le sucederán las partituras del disco “rojo” (2004), Caminos –grabado a piano solo, en 2006–, el “violeta” (2008) y el maravilloso Orillania, publicado en 2011. “Así estaríamos al día con el correlato entre las músicas grabadas y sus partituras”, sostiene Aguirre, que concretó la editorial junto a su amiga-manager Gabriela Redero. “En las escuelas de música de nuestro país hace rato que no circulan obras de autores argentinos editadas como merecen, porque precisamente hay muy poquitos emprendimientos editoriales que albergan partituras. Estas sólo circulan a modo de fotocopias y porque algún solidario músico, como Lilián Saba o Hilda Herrera, por ejemplo, se puso en plan de transcribir lo que alguien tocó en un disco o manuscritos que suelta un compositor para que, al menos, de esta manera circule su trabajo”, extiende.
Canciones I es entonces la trascripción a papel de las piezas –todas propias, menos “Paloma y laurel”, de Armando Tejada Gómez y César Isella– que Carlos Aguirre Grupo grabó en el año cero del siglo XXI. El que contiene el autorreferencial “La Tarka”; “Pasarero”, una de sus varias composiciones destinadas a teñir el río con sonidos –y viceversa–; la zamba “Memoria de pueblo”, dedicada a Seguí, su cuna, o “Coplas de cielo y río”, a la que define como una chacarera que intenta resignificar lo terrible de una crecida y sus consecuencias para el hombre. “La canción mira desde el punto de vista del río, que embriagado por su amor por el cielo crece y se derrama. Toda la canción desarrolla esa misma imagen”, explica su creador.
–Uno de los objetivos que impulsaron la creación de Siriri es el de “salvaguardar la calidad de la obra escrita, en función de su fidelidad con la gestada por el autor”.
–Sí. Se refiere a que muchas veces, aquellos intérpretes a quienes les gustaría aprender la obra que pretenden versionar tal y como fuera pensada por el compositor ni siquiera pueden dar con una versión de un registro fonográfico, menos, como decíamos, con una partitura de donde poder sacarse todas las dudas, no sólo en relación con el texto y la melodía sino también en referencia a lo armónico, y si hubiera, también una textura rítmica sugerida. Entiendo que la escritura no sólo debe servir para el que la escribe sino para cualquier músico que se tope con ella y pueda interpretarla lo más parecido a como fue gestada.
–En el prólogo del libro, Jorge Fandermole habla de certeza diáfana, paciencia y sosiego para describir sus músicas. ¿Es así su carácter?
–Bueno, lo único con lo que muchas veces sé que cuento es con la voluntad (risas). Muchas veces encuentro pobre lo que voy haciendo, pero nuevamente hago el ejercicio de intentar tranquilizar la mente y pedirle que me acompañe tranquila en un proceso que no tiene tiempo, que puede ser muy largo en tanto y en cuanto no encontremos una buena forma de decir tal o cual idea literaria o musical. Por suerte, a veces me obedece la mente (risas), otras está rebelde y con ganas de quedarse con la primera idea que se le cruce y terminar lo antes posible ese tiempo de experimentar.
El negro Aguirre también tiene en carpeta editar un próximo disco –a través del también propio sello Shagrada Medra–, nutrido por piezas de compositores del litoral versionadas a piano y voz. “El proceso es muy lento porque no me resulta tan fácil traducir los ritmos que han nacido con el rasgueo de la guitarra o la respiración de un acordeón a una instrumentación tan austera y en cierta forma tan ajena como es el piano. Pero todo esto es muy atractivo como desafío y disfruto tanto cada pequeño descubrimiento que no tengo apuro por cerrar esta etapa de investigación. Son obras muy hermosas y muy desconocidas que requieren su tiempo.”
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