HOMENAJE A CORTáZAR EN EL ENCUENTRO FEDERAL DE LA PALABRA
El escritor argentino Julio Cortázar es protagonista del Encuentro Federal de la Palabra, en Tecnópolis, no sólo a través de los numerosos homenajes y karaokes literarios en los que el público puede leer sus textos en voz alta, sino también mediante una muestra que recorre su vida y obra, con pasajes de sus textos, audios y fotografías. “Uno de todos nosotros tiene que escribir, si es que todo esto va a ser contado”, reza un cartel que sobrevuela el paseo cortazariano en el medio del predio ferial, y comparte escenario con muestras sobre Arturo Jauretche, Roberto Arlt, Luis Alberto Spinetta y Carlos Trillo. La frase hace referencia a Las babas del diablo, uno de sus textos más emblemáticos, recordado en este breve recorrido en homenaje a cien años de su nacimiento y 50 de la aparición de Rayuela, su libro más renombrado.
Mientras un grupo de niños fabrica cajas de papel con letras gigantes y otros observan cómo se produce el papel, enfrente puede admirarse la reconocida fotografía de Sara Facio en la que retrató a Cortázar fumando un cigarrillo, acompañada por otras fotografías realizadas por Manja Offerhaus, Alicia D’Amico y Dani Yako en Buenos Aires y París, que invitan a espiar el espacio dedicado al universo del cuentista y novelista. En el centro del itinerario –que revela gran parte de la vida del creador de los “cronopios”, y convive con otras propuestas que tienen a la palabra como eje–, aparece una gran rayuela escoltada por la descripción que escribió Cortázar; en simultáneo, una pantalla proyecta entrevistas y fragmentos de textos y se exhiben diferentes obras de los artistas Carlos Trilnick y Roberto Elía inspiradas en su literatura.
Los visitantes también pueden involucrarse en la obra de uno de los escritores más innovadores de las letras del siglo XX a través de algunos de los libros que están a disposición del público. Allí se encuentran Bestiario, Octaedro, Cuentos completos y Final del juego, entre otros títulos que pueden leerse en un sector especialmente acondicionado para tal fin, con sillones incluidos. Las referencias a Rayuela –libro que significó un punto de inflexión en la literatura universal, ya que motiva al lector a adoptar una actitud activa frente a lo que lee– invaden Tecnópolis. Mientras uno camina, sobre el piso aparece alguna versión lúdica, con un alto en el Cielo y un abajo en la Tierra, tal como describió Cortázar a la rayuela, ese juego de casillas a las que hay que saltar, y que necesita de ingredientes: “una acera, una piedrita, un zapato y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores”.
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