Mié 18.03.2015
espectaculos

TRAS UN AñO Y TRES MESES CERRADA, VUELVE LA MECA CINéFILA PORTEñA

Historia de una postergación

La Lugones vuelve a funcionar todos los días, como corresponde. Lo hace a su estilo, con un ciclo de “figuritas difíciles” y con butacas, alfombra y techos remozados. Pero la obra llevó más de la cuenta y todavía falta el proyector digital.

› Por Horacio Bernades

Vuelve la Lugones. Tras un año y tres meses de zozobra, en el que permaneció cerrada por obras de refacción, la Meca de la cinefilia porteña, inaugurada en 1967, reabre hoy sus puertas. Lo hará en versión reloaded, sin techos que lluevan, riesgo de incendio, moquette gastada o baños que dan temor. Vuelven los ciclos exclusivos, los encuentros espontáneos en el hall, los ascensos y descensos en ascensor hermético hasta o desde el piso 10 del Teatro San Martín, la cultura cinéfila dando pasto a la bulimia que la caracteriza. Falta todavía un último toque, el proyector digital, cuya colocación se estima para dentro de un mes. Pero desde hoy la Lugones vuelve a funcionar todos los días, como corresponde. Lo hace a su mejor estilo, con un ciclo de “figuritas difíciles”, programado como de costumbre entre el equipo de programación de la Lugones y la Cinemateca Argentina: quince films en 35mm del japonés loco Seijun Suzuki, la mayoría de los cuales no se consiguen ni acá ni afuera, ni en DVD ni en Internet (ver aparte).

La película del cierre comenzó en noviembre de 2013. En ese momento, el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, anunció públicamente que en marzo 2014 comenzaban las obras de reparación de la sala, en el marco de la puesta en valor de todas las instalaciones del teatro. En ese mismo acto, el ministro aseguró que la reapertura se produciría en julio del año pasado. En espera de la refacción, en febrero la Lugones retiró sus equipos de proyección. Pasó julio, llegó agosto, las obras ni habían empezado y a todo esto, con la sala cerrada, seis meses de programación se perdieron al divino botón. Una nota publicada en Página/12 a comienzos de agosto alertó de la situación. Allí, un vocero del Ministerio de Desarrollo Urbano de la Ciudad reconocía que difícilmente la sala estuviera en condiciones de abrir en lo que restaba del año, sin dar ninguna fecha cierta para su reapertura.

Una mezcla de consternación e indignación comenzó a remover el avispero cinéfilo y cultural. Fernando E. Juan Lima, conductor del ciclo cinematográfico radial La autopista del sur, crítico de la revista El Amante y juez en el ámbito de la Ciudad, aportó en las redes sociales un dato clave. La poco consultada Constitución Nacional obliga a las autoridades a dar respuesta, en caso de que cualquier ciudadano reclame por cualquier desajuste del ámbito público, estatal o vecinal que lo afecte. Invocando ese derecho, se decidió presentar un petitorio ante el Ministerio de Cultura de la Ciudad, del que depende el Teatro San Martín, exigiendo informes sobre el estado de las obras, las razones de la postergación y los plazos estimados para la reapertura. Para juntar firmas y voluntades se abrió una página de Facebook, llamada Reabran la Lugones. En poco tiempo se logró el apoyo de miles de particulares, incluyendo a buena cantidad de “famosos”, que pusieron su firma al pie del petitorio. Para nombrar sólo algunos, Beatriz Sarlo, Edgardo Cozarinsky, Lita Stantic, Héctor Olivera, Marcelo Piñeyro, Damián Szifron y hasta críticos y programadores de festivales extranjeros.

Las autoridades no respondieron de palabra. Pero sí en los hechos: días después de presentado el petitorio y gracias al “rebote” en los medios, empezaron a aparecer albañiles en el décimo piso del TSM. Eso no quiere decir que desde ese momento se haya avanzado a ritmo parejo: nuevos parates provocaron nuevas presentaciones de escritos y, como consecuencia, nuevos reinicios. Hasta que hace un par de semanas se confirmó, ya de forma oficial, la reapertura de la Sala Lugones. La ceremonia oficial tendrá lugar hoy, a las 12, con la proyección –solamente para invitados– de Así cantaba Carlos Gardel, que reúne diez de los quince cortos protagonizados por El Mudo, filmados por Alberto Morera en 1930, dando así nacimiento al cine sonoro argentino. Se proyectará una copia nueva en 35mm, a partir de un negativo conservado por Cinemateca Argentina. Y a las 17 tendrá lugar la proyección inaugural del ciclo Seijun Suzuki: el regreso de un rebelde.

El concurrente se encontrará con una sala que es la misma pero otra: las 233 butacas retapizadas, alfombra nueva, revestimiento restaurado, cielorrasos demolidos y rehechos, refuerzo de las medidas de seguridad contra incendios. Además de baños a los que se podrá entrar sin impresionarse. En términos de “fierros”, la sala seguirá contando con sus dos proyectores de 35mm en línea, que permiten cambiar de rollo sin pausa, y un proyector de 16mm, con carga de bobina de dos horas. Algo está faltando y no es menor. La Lugones se reinaugura sin proyector digital, algo que en este momento representa un handicap que ninguna sala de cine se puede permitir. Como se sabe, ya prácticamente no se produce cine en celuloide. Además, desde hace años que la Lugones ofrece estrenos, tanto de films locales como internacionales. Todo ese material se filma y estrena en formato digital.

La gacetilla enviada a los medios anuncia un proyector DCP (Digital Cinema Package) que es el que se requiere. Pero ese proyector todavía no está instalado. Rumores extraoficiales sugieren que se instalaría más adelante, quizás en consonancia con la nueva edición del Bafici, que se celebrará en la segunda quincena de abril. Pero no hay palabra oficial al respecto, por lo cual habrá que permanecer atento. De hecho, el último petitorio presentado por el grupo de Facebook Reabran la Lugones estuvo dirigido específicamente a la colocación de un proyector digital. Colocación que hasta hace poco más de un mes no estaba garantizada. Se dio un paso adelante: ahora hay un compromiso oficial de hacerlo. La gacetilla oficial menciona incluso el modelo de proyector que se habría adquirido: un DCP NC1100L, especialmente diseñado para pequeñas y medianas pantallas de cine de hasta 11 metros. Falta un paso más: que esté instalado y funcionando.

Hasta tanto ello no suceda convendrá no bajar la guardia, ya que sin un proyector DCP la oferta de programación de la sala quedaría severamente cercenada, limitada al cada vez más infrecuente celuloide. Varios de los ciclos previstos por los programadores para lo que resta del año –retro Philippe Garrel, clásicos italianos restaurados, reciente cine alemán– son mayormente en formato DCP. Tanto como dos estrenos argentinos confirmados: Réimon, de Rodrigo Moreno (cuyo estreno se viene postergando desde que la sala estuvo cerrada) y La princesa de Francia, de Matías Piñeiro. Todas esas películas aguardan la colocación del famoso DCP NC1100L. Es de esperar que no demore.

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