Vie 07.08.2015
espectaculos

ALEJANDRA MAJLUF ESCRIBIó Y PROTAGONIZA LA OBRA VIVA LA VIDA

“Pasamos más tiempo quejándonos que activando”

› Por María Daniela Yaccar

“Esta es una obra sobre la vida. O las vidas, digamos. Las continuaciones. Me empecé a dar cuenta de que hay una sola certeza. Que todos, ¡todos!, nos vamos a morir. Por ahí a los veinte o a los treinta no lo entendés. Pero a cierta edad empezás a ver gente que se va, sin que tenga que ver el tiempo transcurrido. La vida es un juego. Relajate y jugá”, recomienda Alejandra Majluf al referirse a su nuevo espectáculo, Viva la vida. La actriz, que escribió el texto, encarna distintos personajes –entre ellos Frida Kahlo– que llevan al público “por un viaje desde el teatro al limbo y desde la tierra al cielo”. Richard Manis la acompaña en escena con otros tres personajes femeninos que entablarán complicidad con los espectadores y la cantante cubana Heidy Viciedo aporta una cuota musical a la obra. La adaptación y dirección es de Emmanuel de Martino y la dirección musical de Martín Mazzón.

Majluf es conocida por sus trabajos en Tato de América, Fax, Clave de sol, Casi ángeles y Verano del ’98, y por su labor en películas como Ay, Juancito y Eva y Lola. En teatro se la pudo ver, por ejemplo, en Confesiones de mujeres de 30 y en el infantil La bella durmiente. Vivió muchos años en Madrid, adonde partió en el 2000. Hace un tiempo retornó a la Argentina y se instaló en el campo. “Iba y volvía, nunca corté mi conexión con España. Tengo la sensación de que recién estoy volviendo ahora”, dice. “En España vivía en Chueca, un barrio gay, de lo más alternativo. ¡Tenía de vecino a Javier Bardem! Era Hollywood en castellano”, desliza en la charla con Página/12.

En España se abocó al teatro y al cine. “Hice un monólogo en el Festival de Cádiz y produje en Madrid. Participé con un largo en el festival de San Sebastián y en el de Valladolid con el corto El amor a las cuatro de la tarde, adaptación de un cuento de Fontanarrosa. Estuve en la movida de Teatroxlaidentidad cuando se gestó, porque tenía una sala allá. Hay mucha movida en España, laburé mucho. Casi más que en toda mi carrera acá. Nadie es profeta en su tierra. Cuando estás en un lugar que no es tu casa te esforzás el doble. Los argentinos tenemos muchos recursos: somos guerreros y miramos para adelante, quizás por las cosas que hemos sufrido”, reflexiona. Instalada ahora en la ciudad de Buenos Aires, dice que está viviendo un momento de “emociones divinas y encontradas, nervios... todo junto”. Trabaja también en la tira de Pol-ka Esperanza mía. “Tiene muchísimo rating, mi personaje recontra pegó y es divino. A la vez, Viva la vida es de mi autoría. Así que estoy como por dar a luz. En el paraíso. Laburando”, se entusiasma.

En la charla aparece el recuerdo de La Colada, el personaje de Fax que la hizo conocida para el gran público. Era una notera irreverente que, entre otras cosas, se metía con políticos. “Nunca paré, fui una laburadora”, se define la actriz. “No sé por qué en algún momento de mi vida se me cruzó la tele y me hice muy conocida con La Colada, que es la mamá de todos los noteros que hasta hoy siguen: inventé una forma de periodismo. Me metía con Menem, con Cavallo... yo era como un dibujito animado, con una peluca de los sesenta y pestañas largas. Tanto optimismo es porque hay otra posibilidad. No voy a decir que no me costó: me sigue costando ahora. Y eso que yo era una bomba. ¡Tenía el culo en la nuca! Gracias a Dios que no me di cuenta, porque seguí. Avancé con toda mi fuerza.”

Justamente el optimismo es uno de los temas de Viva la vida, que se presentará los viernes a las 21.30 en Teatro Buenos Aires (Rodríguez Peña 411), a partir de hoy. “El personaje de Frida habla del ansia de superarse. Todo lo que no aprendemos debemos practicarlo hasta aprenderlo, dice ella”, subraya. Define al espectáculo como una varieté, que pretende restarle solemnidad al tema de la muerte. “El ahora es lo único que tenemos, la obra habla mucho de eso. Desmitifica, le quita el miedo a la muerte. Es una obra de humor que plantea que la vida es finita. Pero que todo sigue. Acá, allá, es lo mismo... Así que el mensaje es súper optimista. Pasamos más tiempo quejándonos que activando. Y si activás, algo va a venir seguro, y siempre va a ser bueno. Aunque sea la muerte. El mensaje de la obra es de puro amor”, sostiene. Y adelanta que se propone que el público “se descojone de risa”.

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