Rómulo Macció, considerado uno de los grandes artistas plásticos de la Argentina, murió ayer a los 84 años y será velado hoy de 11 a 20 en la Sala 24 del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), según informó la institución en un comunicado oficial. “El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) lamenta el fallecimiento del artista argentino Rómulo Macció, y extiende sus condolencias a su familia y allegados en este triste momento”, expresó el museo en referencia a uno de los protagonistas del arte nacional durante la segunda mitad del siglo XX.

“Fue uno de los artistas plásticos más originales de su generación y un referente de la escena cultural argentina en los últimos 50 años”, lo definió Andrés Duprat, director del MNBA. “A quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo, su muerte nos apena muchísimo, ya que vamos a extrañar su presencia, sus comentarios siempre lúcidos y sin concesiones, su mirada audaz y desprejuiciada. Por fortuna nos deja una obra contundente, que imprime una marca única en la historia del arte contemporáneo”.

En tanto, en las redes sociales comenzaron a leerse las voces de quienes se hicieron eco de la noticia: “Acabo de enterarme del fallecimiento de Rómulo Macció, con quien compartí en nuestro período de juventud una experiencia fundamental que nos hermanó. Siempre lo he considerado un gran artista y lamento profundamente su partida, por razones personales y culturales. Extiendo mis condolencias a su familia”, escribió en su cuenta de Facebook el pintor argentino Luis Felipe Noé. En su mensaje, “Yuyo” hizo referencia a la experiencia que protagonizó junto a Macció, Ernesto Deira y Jorge de la Vega en los 60, en la muestra Otra figuración, que constituyó un fenómeno de renovación y un gran aporte en la historia del arte local. Por su parte, la Universidad de Tres de Febrero escribió en su cuenta de Twitter: “Lamentamos el fallecimiento de Rómulo Macció, pintor argentino y vanguardista de la década del ‘60”.

La obra de Rómulo Macció, nacido en Buenos Aires en 1931, integra el patrimonio de prestigiosas instituciones como el Museo Guggenheim de Nueva York, el Museo de Arte Moderno de París y el Reina Sofía de Madrid, entre otros. A lo largo de su carrera, el artista trabajó sobre la visión y la percepción, saliéndose en muchos casos del marco de los cuadros, y fue galardonado con el Primer Premio Internacional del Di Tella, el Guggenheim y el Gran Premio de Honor del Salón Nacional. Representó a la Argentina en dos oportunidades en la Bienal de San Pablo (1963 y 1985) y fue el enviado argentino a la Bienal de Venecia en 1968 y 1988. Expuso en innumerables ocasiones en la Argentina y realizó muestras en París, México, Nueva York, Milán, Bogotá, Munich, Madrid, Edimburgo, Bruselas, Viena, Río de Janeiro, Caracas, México D.F, Madrid y otras ciudades del mundo.

“La pintura es un don con el que uno nace y debe tratar de hacerlo cada vez mejor, pero no tengo ningún proyecto, no creo en las conjeturas intelectuales para pintar, ni en proyectos, ni en recetas. Voy a la tela y ahí vuelco lo que tengo guardado en la conciencia”, dijo Macchió en una de las últimas entrevistas que dio. “Yo soy intuitivo, hago lo que puedo y lo que me sale. Para mí, la cabeza es la pintura, la mano ejecuta y el corazón le pone sentimiento. Los cuadros hablan por sí mismos”.

Una de sus últimas exposiciones, realizada en agosto del año pasado en galería Vasari, reunió “retratos de Nueva York”, un puñado de pinturas de grandes dimensiones realizada a fines de los 80 y durante la década del 90. En es entonces, contó una anécdota de su niñez para intentar definir su manera de vivir aquello que expresaba con sus dibujos y pinturas: “Lo que yo hago es pintar, me expreso con la pintura. Desde chico que soy así, mi madre me mandaba a ver a mi abuela, que estaba enferma, me sentaba al lado de ella, me hablaba y yo no le contestaba nada, y le dijo a mi madre ‘este chico no tiene conversación’. Yo sólo dibujaba”.