OPINIóN
› Por Ricardo Bartís *
Acorde al proyecto político que representa, Loperfido paseó por el Ministerio de Cultura su “personaje”. Construcción idiota e inoperante en la gestión pero sumamente peligroso a la hora de pensarnos como País. Fanático de sí mismo, nos trató siempre como público de la revista Caras, banal e hipócrita. Comprometido con lo peor del gobierno hambreador y asesino de De la Rúa, reciclado por Macri, obtuvo el unívoco desprecio de los hacedores de la cultura de la ciudad por su degenerado intento de negar y confundir la historia de horror y dolor producida por la dictadura cívico-militar.
Su renuncia nos ahorrará el desagradable pero obligatorio repudio a sus declaraciones, al finalizar cada función. Tarea que permitía verificar con contenida emoción cómo los derechos humanos son y serán un fundamento de nuestra construcción cultural.
* Director teatral.
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