OPINIóN
› Por León Gieco
En el momento que estaba componiendo el tema, me llamó por teléfono Rosa Bru –la madre de Miguel, el estudiante desaparecido en La Plata, en agosto de 1993– para preguntarme si tenía alguna canción inédita para su hijo, y yo le dije que estaba terminando una que no hablaba especialmente de él, pero que pedía justicia y memoria, entonces se la mandé, le encantó y pegó muy bien con un video que se había realizado por las marchas por Miguel. Así que la canción fue a parar al lugar indicado desde un principio. Antes de grabarla, viajamos a Israel con Mercedes Sosa y Elio Kapszuk (ver nota central) y él me dijo `qué lástima que no compusiste una canción que hable de la AMIA y la Embajada de Israel, para Bandidos Rurales, y cuando le conté que había compuesto una que lo contemplaba, se emocionó. Tanto, que decidió hacer una exposición en Palais de Glace con unos veinte pintores. Luego me llamó otra vez Elio para pedirme autorización para poner la letra en los mosaicos de la estación de subte Pasteur-AMIA. Y recién después de todo ese periplo, llegó esta idea tan hermosa. Cuando me la contaron, me parecía difícil realizarla, porque los músicos no somos tan unidos como los artistas de teatro, por ejemplo. Recuerdo que dije “a menos que convoquemos a Lito Vitale para armarla, porque yo quiero que los músicos vengan por los muertos en la AMIA, no por mí”. Yo quería ser un músico más. Renuncié a los derechos de autor, algo que no dije el día que grabamos porque seguro que iba a aparecer un asesino serial de esos que aparecen por internet, para decir que yo me quería llenar de guita. Si las bajadas de internet de la canción dan un resultado económico, que sea cedido al Garrahan, o a alguna entidad similar. Cuando le encargamos que llamara a los músicos, le dije a Lito: “si llegás a juntar a todos estos artistas te hago un monumento al lado del Obelisco”. Ya estoy comprando el cemento para hacérselo. Fue un trabajo intenso. Rescato lo conmovedor que fue estar todos juntos cantando por los muertos de la AMIA, y el abrazo que le pude dar a Litto Nebbia, cuando terminamos de grabar, porque me acordé que, cuando empecé a cantar, quería ser como él.
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