La instalación Zapatos Rojos, de la artista mexicana Elina Chauvet, según cuenta ella misma “se inició en Ciudad Juárez el 20 de Agosto de 2009, como una marcha silenciosa de 33 pares de zapatos rojos, donados por mujeres juarenses, y fue desde la ciudad de Mazatlán Sinaloa, sitio de mi residencia, donde por un periodo de dos años busqué solidaridad y difundí su mensaje, recolectando zapatos y haciendo conciencia de este fenómeno, teniendo un alcance nacional e internacional en el cual tuvieron un rol muy importante los medios digitales”. A partir de entonces la instalación siguió una larga marcha por distintas ciudades de México y luego del mundo. Entre otros lugares, fue montada en Argentina en noviembre de 2012, en las ciudades de Trelew (Chubut) y Mendoza.

La instalación nació, explica Chauvet, “a partir del duelo propio y la necesidad de hacer público el dolor privado y ajeno, para que se muestre el vacío dejado por las hijas, hermanas, madres y esposas”.

“Esta es una obra que –según dice la artista– deja de ser propia para convertirse en un colectivo. A través del gesto de dar se genera una energía que encadena una acción tras otra, permitiendo que trace en su andar una ruta indefinida y atemporal. Zapatos Rojos es un encuentro del arte y la memoria colectiva. Busca en su andar solidaridad entre los pueblos para con una ciudad donde el asesinato y desaparición de mujeres es un hecho cotidiano, también genera una reflexión en las ciudades y países donde se presenta ya que provoca hablar de un tema cada vez menos oculto como es la violencia en contra de las mujeres. […] Zapatos Rojos se replica invitando a la sociedad para que participe donado zapatos pintados de rojo o bien yendo a pintarlos in situ el día de la instalación, en cada ciudad se reproduce una nueva instalación, su proceso desde la convocatoria hasta el montaje de la pieza debe de ser lo suficientemente amplio para generar difusión y discusión sobre el tema”.