Jue 22.09.2016
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JULIáN PERALTA Y SU ORQUESTA TíPICA PRESENTAN EL SEGUNDO VOLUMEN DE UN DISPARO EN LA NOCHE

Varias miradas al tango contemporáneo

Autores de hoy cantados por voces distintivas del ambiente tanguero actual: de eso se trata el disco que Peralta reproducirá hoy en vivo en el Centro Cultural Kirchner, con el agregado de algunos instrumentales que no fueron grabados.

› Por Andrés Valenzuela

“Hay un montón de material para trabajar de los colegas, por suerte, cosas muy lindas”, destaca Julián Peralta y eso justifica por entero el segundo volumen de Un disparo en la noche, que presentará junto a su orquesta típica en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151) hoy a partir de las 20. Al igual que el volumen 1, este disco funciona como panorama del tango de hoy y está compuesto íntegramente por temas de autores contemporáneos: el propio Peralta, su compañero de aventuras Juan Serén, y referentes del circuito como el Tape Rubín, Victoria di Raimondo, Natalí di Vincenzo, Lele Angeli y otros. En cada una de las doce canciones (once tangos y una milonga), una voz invitada distinta, también, entre las más distintivas del ambiente: Dolores Solá, Hernán “Cucuza” Castiello, Walter “Chino” Laborde, Rodrigo Perelsztein y otros engalan el disco. En la presentación de esta noche estarán todos y cada uno de ellos y, de yapa, la orquesta hará algunos instrumentales extra, anticipan a Página/12 Peralta y Serén.

“Me gustan mucho esas canciones de los colegas y, además del propio laburo, hay una parte de creación en versionar una cosa que nace de otro”, reflexiona Peralta. La típica que lleva su nombre es, curiosamente, espacio para las composiciones ajenas. En El Astillero, en cambio, el repertorio es exclusivo del grupo. “Esto es como una salida, como una fiesta, toda esta generación de tangueros se encuentra en este disco; no estamos todos, pero sí un montón”, destaca. Serén lo compara con un casamiento familiar: “Están los abuelos, los sobrinos, todos”. Y como en los casamientos, el disco oficia de foto familiar. “Es un buen retrato de lo que está pasando y lo que se está contando ahora”, celebra Serén.

Peralta hace memoria y recuerda sus comienzos, la “rivalidad” entre la Fernández Fierro y El Arranque, como cosa del pasado. “Era una cosa adolescente, de tribu, una manera de identificarte, pero eso se desdibuja con la edad”, señala. “El colega que está haciendo una cosa a la par es eso: un colega que hace una cosa a la par. No necesitás coincidir en todo, pero sigue siendo gente que pelea por lo mismo que peleás vos. Entonces, salir de esa lógica de rivalidad es un acto de madurez”, considera. Como toda familia, observa, puede haber un cuñado más o menos querido, pero en definitiva, todos forman parte de lo mismo.

Peralta señala que, a sus 42 años, ya ve “otra” generación, además de aquella a la que pertenece. “Tengo alumnos de 22, 25 años que tocan tango, yo hace diez años al más chico le llevaba siete de diferencia, ahora le llevo veinte, y esa generación tiene características distintas”, observa. “En la nuestra hay desigualdades, diferencias, pero también una cuestión que no tienen otros géneros de juntarnos permanentemente y estar atentos a ver en qué creció el otro; porque si el otro creció de alguna manera, también crecemos nosotros”, aporta Serén. “Comparándolo con otras épocas, también es una generación de músicas y letras muy diversas, uno de los momentos más explosivos de la historia del tango”, considera Peralta. Su generación, evalúa, lleva unos veinte años yugando y disfrutando el tango. La primera década, analiza, se concentró en un “trabajo arqueológico” para dar paso luego a la búsqueda de la voz personal de cada compositor y cada intérprete. “Tenés un abanico que va desde la conexión con lo tradicional hasta el lado más rupturista, pero no es la única variable, porque tenés a los que coquetean con la música contemporánea, con el folklore, con el tango como música popular, como música de autor, muchos colores”, plantea Peralta.

¿Cuál es el color de su orquesta, entonces? “Cuando alguien me pregunta algo parecido, apelo a una metáfora que es como decir nada, pero que creo que ayuda: es del barrio donde uno está”, ensaya Peralta. “No puedo escaparle a mi historia para mirar el tango, para ver qué historia, qué metáfora, qué imagen me gusta. Me imagino que alguien que no haya conocido los márgenes de la ciudad, la idea de Mataderos le parece una canción que conecta menos con su historia. Uno no puede escapar a su contexto y particularidad para apreciar el fenómeno del tango y describirlo”.

Serén, también letrista, señala que “hay varias formas de decir ‘chicas lavando el auto con su novio’ y eso tiene que ver con la mirada personal, además del entorno, con qué busca uno en el entorno”. Y propone un ejemplo-ejercicio: “A la hora de hacer una canción, uno puede escribirle al amor desde la mesa de un bar esperando a la novia que nunca llega. Entonces vamos a escribir una canción de amor. Pero empieza a mirar y ahí está el mozo esperando para irse a su casa, en el noticiero hay una mujer esperando justicia, afuera hay un tipo esperando en la parada. Y entonces la mejor canción de amor es esa espera que tengo, no el amor mismo. Eso es una búsqueda. Eso también tiene que ver con el entorno y la forma de mirar de uno. Ahí es donde uno se encuentra parado e incluso discute e intenta buscar otros lugares. Mi propia voz, pero que en realidad no es la mía: mi hermano es mi voz, mi barrio”.

Peralta coincide: “Me pienso parte de un discurso social, de un sector, obviamente, entonces me emocionan las cosas que le emocionan a Seren o a su hermano y ese es el acorde que busco”.

–Al comienzo dijo que estos tangos de ahora le gustan. Ahora señala esto. ¿Le “hablan” más estos tangos que los clásicos?

Julián Peralta: –Los clásicos que perduran me hablan igual. Pero me hablan como en blanco y negro, como te puede hablar un texto de los griegos. Hablan de las mismas cosas que ahora pero con un lenguaje distinto. En la profundidad es lo mismo, les pasan las mismas cosas, pero en la superficie la manera de discutir esa situación está en blanco y negro. Cuando esas mismas ideas están planteadas en la realidad de hoy, con el discurso, el tiempo narrativo, la gestualidad de hoy, me conecta mucho más. Me entra al hipotálamo de una, ¡fa!

Juan Serén: –Siempre lo más molesto en el tango es la comparación. ¿Por qué comparar, si son dos momentos distintos? Los mismos clásicos, las mismas películas en blanco y negro que vimos no fueron una, fueron mil quinientas diferentes. Entonces, bueno, ahora estamos a color, estamos...

J. P.: –¡Estamos en YouTube! (se ríen)

J. S.: –Ees la película que en este momento está en el cine. A mí El Padrino me encanta, pero también quiero ver la que pasan ahora en el cine. Lo que viene puede ser bueno. Es cuestión de ir a mirarlo.

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