CULMINó EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO PARA NIñOS Y JóVENES
› Por Cecilia Hopkins
Desde Córdoba
Danza concebida para ser vista por niños, teatro musical, técnicas de circo y narración oral, marionetas y teatro con máscaras fueron algunas de las propuestas ofrecidas a lo largo de las cinco jornadas de la octava edición del Festival Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes, un encuentro que suma espectadores año a año. Algunos espectáculos contaron con herramientas tecnológicas como el mapping para crear climas y ritmos o multiplicar espacios. También se apeló a la interacción con los espectadores y, en esos casos, lo más atractivo fue la respuesta de los más pequeños. Hubo dos espectáculos que salieron de la norma. Uno fue Pulsar, propuesta de Teatro al Vacío –realización mexicano-argentina– que desarrolló un conjunto de acciones físicas frente a un grupo de bebés y niños de hasta 2 años que permanecieron absortos hasta que se los invitó a sumarse al juego. El otro espectáculo inusual fue De arriba abajo y patas arriba, por los franceses de Les Souffleurs Commandos Poetiques, una intervención de calle que se realizó en el Paseo del Buen Pastor, con grandes y chicos atendiendo a los poemas de autores argentinos que los actores les susurraban al oído mediante tubos de cartón.
Para público adolescente y general hubo también propuestas interesantes. Los canadienses de Singulier Pluriel presentaron Soledad o el azar, con dramaturgia y dirección de Julie Vincent. Con sede en Montreal, la compañía se propone “poetizar en el caos y crear obras inspiradas en el nuevo universo global, enmarcadas en el eje norte-sur”, según explica la directora en conversación con este diario. A partir de la integración de imágenes en movimiento, fotografía y música de acordeón en vivo, dos actrices, Liliane Boucher y la propia Vincent, dieron cuenta de una historia que, como define la propia creadora tuvo mucho de novela de misterio: dos mujeres se encuentran en la estación de metro de Montreal para rememorar un violento suceso ocurrido en Buenos Aires en plena crisis de diciembre de 2001, un hecho que las mantendrá unidas para siempre en la creación artística que ambas terminan generando. “Quise reunir a Canadá y a la Argentina en este cuento visual, en esta historia de dos mujeres de distintas generaciones, porque creo que tenemos muchas experiencias en común”, explica Vincent, quien asegura haber encontrado climas inspiradores en los cuentos de Julio Cortázar, especialmente en aquellos en los que el viaje en subterráneo genera un mundo de cruces espaciales y temporales.
Ubicada en el eje cafetero, en la cordillera central de Colombia, la pequeña ciudad de Armenia tiene desde 1998 como embajador al Grupo Azul que lidera Leonardo Echeverri Botina, que viaja por el mundo con sus montajes. Fueron ellos los que ofrecieron En el escenario, una obra de teatro documento estrenada en 2013 y centrada en el conflicto armado que padece Colombia desde hace cinco décadas. Un montaje que, según sus intérpretes, resignifica su contundencia visual y reflexiva a la luz del reciente plebiscito. “Creemos que desde el teatro se pueden tejer dramaturgias sobre temas necesarios, que nos hagan pensar sobre la fragilidad de nuestra memoria, que es lo que nos hace repetir una y otra vez nuestros padecimientos”, opina el director. La obra surgió en el marco de un laboratorio de investigación. El punto de arranque apareció inesperadamente en un noticiero televisivo: dos hermanos –uno miembro de la fuerza pública y el otro insurgente– se habían dado muerte en combate. “Enseguida, el tema del fratricidio nos hizo pensar en Antígona”, explica el director, señalando luego que la investigación continuó con otros casos de violencia contenidos en el ¡Basta ya!, informe elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, par colombiano del Nunca Más argentino. Además de textos, el espectáculo se terminó de integrar con imágenes de video, fotografías y danza. “Continuamente nos preguntamos de quién es esta guerra y no tenemos respuesta porque, ¿quién escribiría el futuro con balas?”, se pregunta Echeverri Botina, convencido de que no fue el “No” el que ganó el plebiscito, sino la indiferencia: “Estamos en un momento de polarización en nuestro país, pero me refiero al país que concurre a votar. Por eso proponemos un teatro visceral, un teatro que no es para aplaudir sino para reflexionar”, concluye.
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