Lunes, 9 de octubre de 2006 | Hoy
HOMENAJE AL DISEÑADOR GRAFICO OSCAR “EL NEGRO” DIAZ
Dejó su huella como jefe de arte de Eudeba y CEAL. Hoy se inaugura en la Biblioteca Nacional una exposición que reúne collages, recortes y afiches que resumen su obra, tan versátil como innovadora.
Por Silvina Friera
Era un laburante de la cultura paradójicamente invisible, pero que dejó su impronta en las tapas de los libros del Centro Editor de América Latina (CEAL), que aún permanecen en las bibliotecas personales de miles de lectores de todo el país, en las instituciones públicas y privadas y en las librerías de usados. Muchos recuerdan que Oscar Díaz –“El Negro”, como le decían todos sus compañeros– llegaba con una reproducción y decía “mirala hasta que te guste”, cuando alguien manifestaba incomprensión ante alguna obra. Hizo un “diseño de la carencia” a través de uno de los recursos que identificaban buena parte de sus trabajos: la foto “pluma”, con mucho contraste, casi sin grises, pero también apeló a la fotografía como documento, al color que sumaba un elemento innovador –con un toque pop–, a la diagramación poco convencional, a los dibujos y grabados. En el marco del homenaje que la Biblioteca Nacional realiza este año a los proyectos de Eudeba y el CEAL hoy a las 19 se inaugurará la exposición Mirala hasta que te guste, dedicada a este diseñador gráfico y organizada junto a la editorial universitaria. Basta ver los ejemplares de los libros, las pruebas color, los collages, recortes, afiches callejeros y originales, entre otros documentos (que se exhibirán hasta el 31 de octubre en la sala J.L. Ortiz, en Agüero 2502), para comprobar la importancia de la temática visual –innovadora, versátil, pero absolutamente artesanal– en una época aún dominada por la letra escrita.
Además se proyectará un video con testimonios de Carlos Gorriarena, Beatriz Sarlo, Aníbal Ford, Graciela Montes, Ricardo Figueira, Iván Cosentino, Pablo Barragán, Carlos Giraudo, Wenceslao Araujo, Francisco Ferrara, Pablo Medina, Julia Saltzmann y los hijos del “Negro” Díaz, entre otros. Junto a la inauguración de la muestra se presentará el libro Centro Editor de América Latina. Capítulos para una historia, compilado por Mónica Bueno y Miguel Angel Taroncher y editado por Siglo XXI, que incluye un capítulo especialmente dedicado al jefe de arte de Eudeba y CEAL, escrito por Amparo Rocha Alonso.
Díaz nació en Tucumán el 7 de agosto de 1926 y se formó en la carrera de Bellas Artes. El Negro imprimió su estilo en los diseños de Eudeba y en CEAL, para la que creó casi la totalidad de maquetas de las colecciones de libros y fascículos que se editaron entre 1966 y 1993. Beatriz Sarlo, que fue directora de colecciones de CEAL, señala que “era un talento caracterizado por la indolencia, hasta físicamente tenía el encanto del indolente: era muy buen mozo y siempre estaba fatigado, cansino”. Sarlo opina que “era un diseñador supermoderno de la Argentina de ese momento, extremadamente respetado, un tipo de una velocidad de resolución infernal, cosa que en un diseñador es muy importante”.
Para comprender el lugar que ocupó este emblemático diseñador hay que recordar que entre las décadas del ’40 y el ’50, la industria del libro atravesó su momento de apogeo en el país, y la punta de lanza fue la editorial Abril, que expandió el mercado de una cultura popular en auge a través de revistas y libros baratos que se vendían masivamente en los kioscos. Cuando ingresó en Abril, Díaz se encargó de colorear historietas, y poco después le tocó la responsabilidad de diagramar la revista femenina Claudia. En las oficinas de Abril, El Negro conoció a Boris Spivacow, por entonces director de las colecciones infantiles y de divulgación científica del sello. Y juntos idearon las dos aventuras más memorables de la industria del libro: primero Eudeba (desde el ámbito estatal) y luego el CEAL (desde lo privado). Ricardo Pereyra, diseñador gráfico y último ayudante de Díaz, advierte que hubo dos grandes diseñadores gráficos en la Argentina: Juan Carlos Distéfano y “El Negro” Díaz. “La diagramación del Di Tella era para un mundillo cultural, en un país que estaba dividido en dos. El intento de Boris Spivacow fue distinto, él logró incidir en el campo de la cultura popular y, desde la diagramación, ‘El Negro’ Díaz tenía muy claro que se dirigía al conjunto de la sociedad.”
Aunque muchas veces trabajaba todo a color, Díaz estaba acostumbrado a la austeridad y cuentan que le bastaban dos tonos para hacer maravillas. De las tipografías, también prefería las más austeras, como las helvéticas, heredadas de la Escuela Bauhaus, con las que hacía juegos por demás originales. El Negro seguía la escuela suiza, donde primaban los diseños despojados. Pero su estilo fue desestructurándose. En distintas colecciones se atrevió a sumar más elementos y tonalidades y a jugar con el arte pop, tan característico de los ’60. “El Negro se paseaba por la redacción buscando colores, lo encontrabas mirando para cualquier lado con una tijera y de pronto ¡chac!, te cortaba la esquina de un libro o de una ropa. Por eso yo siempre tapaba mi corbata”, aclara Ricardo Figueira, director de colecciones del Centro.
“Hay que ver que el Negro se bancó tapas, tapas y tapas de Eudeba y del Centro Editor. Debe ser el diagramador que más tapas hizo en la Argentina. Y no hay que pensar sólo en los libros y en los fascículos, sino también en la diagramación interna de ellos, la manera de jugar con las ilustraciones, con los epígrafes, con los blancos”, señala el escritor Aníbal Ford. En paralelo a las experiencias de Eudeba y de CEAL, Díaz diseñó tapas para La Rosa Blindada, Fausto, Kapelusz y Libros del Quirquincho, cuyo arte estuvo por entero a su cargo. Hubiera podido hacer carrera en una gran editorial, pero prefirió la libertad de los márgenes. El Negro, queridísimo por todos los que lo trataron, murió el 2 de junio de 1993. Con él se fue un modelo de artista y de intelectual que nació al calor de una Argentina que ya no existe.
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