LO QUE QUEDO DE LA NOCHE DE LOS MUSEOS
Silvia Fajre destacó la iniciativa impulsada por el gobierno porteño: más de 250 mil personas disfrutaron del encuentro.
La noche del sábado el Ministerio de Cultura de la Nación despertó a los museos de su letargo y abrió sus puertas, invitando a todo aquel que quisiera salir de su casa a pasear, respirar el aire primaveral y observar parte del patrimonio cultural de la ciudad acompañado por una impactante luna llena. La zona de Plaza de Mayo nunca estuvo tan transitada por la noche y los servicios de transporte gratuitos viajaron a capacidad completa durante las siete horas que duró la fiesta. La ocasión dio la chance a museos que usualmente están fuera del recorrido estable, y no son tan conocidos, de ser visitados masivamente; muchos, inclusive, vieron saturada su capacidad edilicia y necesitaron utilizar otras estrategias, como les sucedió a Batatópolis (el museo realizado en honor al actor Batato Barea) o el Planetario, en los que se podía ingresar en grupos reducidos cada media hora. Ninguno de estos ajustes rompió la armoniosa convivencia entre los paseantes (más de 250 mil) y los expositores (con un número mayor a 76). Entrada la madrugada en el Centro de los Museos, ex cervecería Munich y Museo de Telecomunicaciones en la Costanera Sur–, varias generaciones convivieron amablemente frente a los recitales que dieron Los Curtidores de Hongos, Me Darás Mil Hijos y Mimi Maura.
Luego de la actividad cultural, la ministra de Cultura, Silvia Fajre, destacó, en diálogo con Página/12, el balance positivo de la iniciativa: “Lo interesante de señalar es que la cultura ganó la calle y que esta celebración la hizo la gente. Tenemos 263.000 personas que ingresaron a los museos y más 23.000 se sumaron a la fiesta de cierre. Esto es importante porque significa que la gente se apropió de la ciudad y conoció los contenidos patrimoniales o acervos que tiene”.
Con sólo caminar por las calles porteñas se podía observar la cantidad de interesados por responder a la convocatoria. La calle Bolívar frente al Cabildo tuvo desde las siete de la tarde una cola que serpenteaba con una única expectativa: poder recorrer el lugar donde se formó el primer triunvirato del país; cerca de las 21 esa línea tomó asiento, parte en la calle y parte en la Plaza de Mayo, para disfrutar del espectáculo de luces y sonidos que se presentó en la fachada. El público de la noche tuvo una presencia importante de jóvenes, que con cámara de fotos o celulares tomaban imágenes de lo que sucedía y de ellos mismos junto a sus acompañantes en los lugares que recorrían. En relación con el “target” del encuentro, Fajre sostiene que “mucha de esta gente que recorría el sábado a la noche y creó un clima especial en la ciudad eran jóvenes. Esto pone en tela de juicio esa cosa de que los jóvenes están alejados de la cultura; ha sido una demostración de esta posibilidad que tiene la ciudad de Buenos Aires de concebir la cultura como un refugio y como una marca.
Como un refugio para los que estamos acá, como una referencia para los habitantes de Buenos Aires y una marca para los de afuera, que nos identifican como una ciudad que tiene una vitalidad cultural muy importante”.
–¿Por qué piensa que los jóvenes se acercaron más en esta ocasión?
–Ellos se acercaron a una propuesta con un atractivo especial, que está relacionado con la nocturnidad y una visión desacralizada de la cultura. La posibilidad de recorrer todas estas ofertas culturales con cierto nivel de informalidad de exploración y descubrimiento. Una de las cosas que queremos lograr con estas actividades es la formación de nuevos públicos porque muchos de estos jóvenes a lo mejor nunca habían recorrido un museo, pero van a ser los próximos habitués cuando descubran que este acercamiento produce formulación de preguntas, placer, disfrute.
La mayoría de los museos tuvieron durante esa noche más público del que reciben en un mes. La Casa de Cultura, por ejemplo, recibe mensualmente un promedio de diez mil visitantes y sólo el sábado estuvo colmada por cinco mil personas que disfrutaron de sus muestras, del edificio en sí mismo, originalmente construido para el diario La Prensa, y de un concierto que se dio en el interior del recinto que nadie quería perderse. Durante el recital de cierre Mimi Maura destacó lo interesante del emprendimiento contando al público que en su país, Puerto Rico, se hace una actividad parecida una vez por semana llamada El día de galerías y preguntó a la audiencia si la actividad acá se realizaba una vez al año o más. La ministra de Cultura le responde: “Creo que con una vez al año es suficiente, porque para cada evento de éstos nosotros pasamos más de seis meses planeándolo. Es un esfuerzo de logística impresionante. Por supuesto frente a esta respuesta de los porteños, La noche de los museos se va a seguir haciendo para que los vecinos de la ciudad cada año elijan cosas diferentes para ver y hacer.
Una clara muestra de la mixtura ofrecida se evidenció en Costanera sur: recorriendo el Centro de Museos se podía escuchar cómo en el exterior destacados disc jockeys pasaban música electrónica para acompañar la caída de la tarde, mientras el cielo se cubría con el humo de los carritos de la Costanera. Por sólo dos pesos, los hambrientos visitantes podían recuperar energías para seguir paseando el resto de la noche o para presenciar el recital que terminó de la mano de Sergio Rotman y su banda a las cuatro de la mañana. El horario de cierre no obedecía a la falta de ganas de seguir tocando sino simplemente a que ya era hora de dejar paso otra vez a los Djs que acompañarían a los que, ya instalados, se quedaban a bailar hasta el amanecer, con el río de testigo. También a los que seguían caminando por Rosario Vera Peñaloza y se acercaban de vuelta a la apagada ciudad para volver sonrientes a sus casas luego de una larga noche marcada por la cultura.
Informe: Suyay Benedetti.
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