HOY EMPIEZA EL SEGUNDO “HAY FESTIVAL”, EN CARTAGENA DE INDIAS
Con varios argentinos, el encuentro en Colombia propondrá un amplio arco de actividades y hasta un show de Bob Geldof.
› Por Angel Berlanga
Hay festival y empieza hoy, en Cartagena de Indias. Unos setenta escritores, periodistas e intelectuales participarán del segundo encuentro que se realiza en esa ciudad del Caribe; el año pasado, Roberto Fontanarrosa fue elegido por Hanif Kureishi, Fernando Savater y Laura Restrepo, entre otros, como el más destacado de una cita que se propone como una fiesta con sello de “hedonismo libertario”. En esta edición, que se extiende hasta el domingo, serán protagonistas el Nobel nigeriano Wole Soyinka, los mexicanos Jorge Volpi y Guillermo Arriaga, los españoles Elvira Lindo y Juan José Millás, el peruano Alonso Cueto y el inglés Christopher Hitchens. Jaime Abello, Santiago Gamboa, Efraim Medina Reyes, Mario Mendoza y Daniel Samper Ospina cuentan entre los veinticinco autores locales que protagonizarán debates, diálogos, lecturas y mesas, de los que también formarán parte los escritores argentinos Guillermo Martínez, Marcelo Birmajer y Luisa Valenzuela.
Para espanto y/o indiferencia de acartonados, elitistas y mentes superiores, la primera mesa será “Fútbol y literatura”: en el viejo Teatro Heredia hablarán Jorge Valdano –autor de El miedo escénico y otras hierbas y del segundo gol argentino contra Alemania en México ’86–, Daniel Samper Pizano y el periodista español Santiago Segurola. Varias de las mesas proponen el abordaje de ese tipo de cruces: la literatura en relación con el cine, la TV, el viaje, la historia, el amor, el periodismo, la intimidad, la ciudad. Del programa destacan, además de las conversaciones entre autores y de las lecturas de textos, la conferencia que darán Gamboa y Volpi, “Roberto Bolaño y la nueva generación de escritores latinoamericanos”, y el recital de poesía del que participarán Soyinka, Manuel Rivas y Medina Reyes, entre otros. El irlandés Bob Geldof, impulsor de Live Aid y Live 8, cerrará con un concierto la primera jornada.
El Hay festival arrancó en 1988 en Hay-on-Wye, un pueblito galés que, según informa imprecisamente la página oficial (www.hayfestival.com) tiene 1500 habitantes y 41 librerías o, según una variante del mismo sitio, 1300 almas y 39 locales de venta especializados en piezas antiguas o raras. La leyenda cuenta que su director, Peter Florence, empezó con una reunioncita casera, con mucho amigo y familiar, y que de a poco el asunto fue creciendo: el año pasado fueron 80 mil personas. En sucesivas ediciones pasaron Seamus Heaney, Ian McEwan, Martin Amis, Stephen King, Eric Hobsbawm, Norman Mailer, entre tantos. El año pasado el asunto también se ramificó: además del encuentro en Cartagena se realizó otro, también por primera vez y con continuidad prevista para éste, en la ciudad española de Segovia. “Los escritores nos entretienen. Nos dicen verdades”, dice la página de bienvenida al sitio oficial. “Al explorar y trazar el mundo superan todo tipo de barreras políticas, religiosas, étnicas o geográficas. Su mayor talento reside en ofrecernos una nueva visión de la vida misma y de lo que compartimos con los demás. La mayoría son estupendos invitados en las fiestas y Cartagena de Indias es el lugar perfecto para celebrar una fiesta.”
“¿Qué expectativa? Sol y palmeras”, bromea Guillermo Martínez, que participará en tres mesas redondas. El autor de Crímenes imperceptibles –cuya versión cinematográfica empezó a rodar Alex de la Iglesia– hablará de sus experiencias de lectura y, junto al chileno Roberto Ampuero y al colombiano Sergio Alvarez, de “Novela Negra en Latinoamérica”. “Voy a abordar las diferencias intrínsecas que hay entre ese género y el policial clásico”, dice. “Hay una idea cuasi marxista de cómo funciona cada uno: mientras la novela negra denunciaría la corrupción policial del sistema capitalista, el clásico se supone como más conservador a partir de un supuesto reestablecimiento del orden con la resolución del caso. En mi enfoque, en cambio, me deshago de esa tesis sociológica y trato de mirarlos como artefactos, en su funcionamiento: por qué hay dos detectives en el clásico y uno solo en la otra, por ejemplo. Una especie de juego de las siete diferencias, que fueron las que encontré.”
“En una mesa voy a hablar de las Historias de hombres casados y en otra de mi trabajo como guionista en El abrazo partido”, dice Birmajer, algunos de cuyos relatos juveniles son lectura en las escuelas colombianas. “Voy a tratar de transmitir mi experiencia en la diferencia entre vocación y oficio –agrega–; mi vocación es literaria, ahí siento que lo hago por instinto y naturalmente. Pero cuando me asumo como guionista es puro trabajo; de hecho, el ochenta por ciento de mis guiones fueron por encargo. Aclaro que estas diferencias de concepción no necesariamente determinan la calidad de los trabajos; escribí con poco interés El abrazo partido, pero terminó convirtiéndose en una impresión mía completamente auténtica.” Birmajer compartirá la mesa “De la escritura literaria a la escritura cinematográfica, ¿vidas paralelas?” con el mexicano Guillermo Arriaga, guionista que acaba de ser nominado al Oscar por Babel, de Alejandro González Iñárritu. Junto a Arriaga, aunque en una mesa titulada “Las dos orillas”, también estarán otros dos escritores argentinos, Luisa Valenzuela y Horacio Vázquez-Rial –este último radicado en España desde los ’70–; en este encuentro hablarán de la multiplicidad imaginativa derivada de lecturas y escrituras.
En dos orillas también estará Efraim Medina Reyes, autor de Técnicas de masturbación entre Batman y Robin y de Erase una vez el amor pero tuve que matarlo, quien si bien impulsó en 2006 el No hay festival, desde el que criticaba abiertamente la organización del Hay en una ciudad tan pobre como Cartagena, este año participará de ambos sin que esto, dice, implique alguna compatibilidad. La producción literaria colombiana parece haberse diversificado y multiplicado y esto puede percibirse a partir de la cantidad de libros y autores que circulan por Iberoamérica en los últimos años. La realización del Hay festival en Cartagena –y el notable poder de convocatoria de las mesas– pareciera reafirmar esa ebullición. “Es paradójica la situación en Colombia –concluye Birmajer–, porque por un lado hay muchísima violencia y por otro también existe una enorme producción cultural: en cualquier barrio humilde uno encuentra bibliotecas y actividades vinculadas con la cultura.”
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